Comenzada la construcción de la iglesia a comienzos del siglo XVIII bajo disposición del Teniente General D. Alonso de Escobar, ampliada y enriquecida artística y ornamentalmente gracias al patrocinio del obispo Amador Merino Malaguilla tras su llegada a la ciudad en 1.730, la capilla del Convento de Nuestra Señora de los Ángeles, más conocido como Convento de Carmelitas, ofrece dentro de sus menudas proporciones uno de los más llamativos y genuinos conjuntos decorativos barrocos de la región, auténtica puerta a un pasado donde lo militar, lo popular y lo religioso se entremezclaban en un bullicioso casco antiguo pacense que, entre murallas, veía correr el paso del tiempo y el devenir de la historia asomado al río Guadiana.
Badajoz. Siglo XVIII; estilo barroco.
Arriba y abajo: de una sola nave, separados del cuerpo central el cabecero por arco toral y los pies por sustentorio arco del coro alto, presenta la capilla del Convento de Carmelitas una decoración homogénea de claro gusto barroco donde, bajo una clara tendencia al horror vacui y a la proliferación de elementos ornamentales, destacan los retablos laterales que complementan la sacra labor del altar mayor, tres de ellos en el lado del evangelio custodiados por arcos de medio punto y pilastras centradas por espejos pintados, ofreciendo en sus respectivas hornacinas a san Juan Nepomuceno (arriba), la Piedad y Nuestra Señora del Carmen (abajo), el primero de ellos en capilla propia cubierta con bóveda de arista y rodeada de pinturas relativas a la vida del párroco checo, reservada a la Adoración Eucarística durante la celebración de la Semana Santa.
Arriba y abajo: una bóveda de cañón decorada con simulados casetones pintados une en el cuerpo central de la capilla sendos muros de evangelio (arriba) y epístola (abajo), de similar diseño arquitectónico y reiterado planteamiento decorativo dirigido a la exaltación del Carmelo, repitiéndose bajo la cornisa de la que nace la cobertura una seriada guirnalda labrada en madera entre la que quedan cosidos medallones con cabezas de santos relacionados con la Orden que asoman sobre la clave de los arcos, lienzos sobre la vida de Santa Teresa de Jesús sobre las pilastras centrales, rompiendo con el paralelismo la presencia de dos ventanales en el lado contiguo a la vía pública en porciones del muro destinados a ubicación de púlpito y confesionario respectivamente, colocándose como cierre decorativo del enclave inconexo lienzos con las imágenes de san José, Buen Pástor Niño o Inmaculada Concepción, mientras que bajo el arco más cercano al altar, de igual manera que en la pared enfrentada, un cortinaje en trampantojo engloba un retablo cuya hornacina queda dedicada a santa Teresita.
Arriba y abajo: bajo sencilla bóveda de crucería, el presbiterio o cabecero del templo, considerada porción del templo subsistente de la original obra encomendada por D. Alonso de Escobar una vez prolongado el edificio por orden del obispo Malaguilla, encierra entre sus muros, profusamente decorados con pintadas volutas y motivos vegetales entremezclados entre los que destaca, frente al vano abierto en el lado de la epístola (abajo), un lienzo dedicado al santo titular del obispo benefactor, donde los sarracenos someten a martirio al mozárabe san Amador (arriba), el retablo mayor de la iglesia, financiado por el Capitán General de la Provincia D. Feliciano Bracamonte, venerada en su hornacina principal la talla de Nuestra Señora de los Ángeles, original del siglo XVII y ya idolatrada en el beaterio del que surgiría el posterior convento, a la que se superpone en el cuerpo superior la imagen de San José, rodeados ambos por pareados santorales franciscano y carmelita, con san Francisco de Asís y san Antonio de Padua en el cuerpo superior, y santa Teresa de Ávila y san Juan de la Cruz en derredor de la escultura mariana.
Arriba y abajo: ubicada a los pies del templo y bajo el coro alto del conventual, la pila benditera de la capilla carmelita muestra sobre una simulada venera de amplias proporciones, labrada en mármol veteado de claras tonalidades (arriba), el escudo de la Orden del Carmelo enmarcado entre suaves relieves de lozanas flores, repetido éste junto al blasón del Obispo Malaguilla sobre la portada de acceso a tal recinto sacro (abajo), abierta la puerta bajo dintel y pareado de pináculos piramidales a la calle del Capitán General Felipe de Arco-Agüero, en pleno corazón del casco antiguo de Badajoz.