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martes, 5 de julio de 2011

Tesoros del camino: medallón con la Muerte en la Catedral de Plasencia


Arriba: como si de un libro se tratase, el retablo plateresco que compone la Puerta Norte de la Catedral Nueva de Plasencia nos presenta un sinfín de personajes entre sus cuatro cuerpos, apareciendo en su esquina inferior derecha y como término del mismo una imagen de la Muerte, punto final igualmente de toda existencia.

Se dice popularmente que dos son las cosas que mueven el mundo: el sexo y el dinero. Sin embargo, una mirada hacia atrás, hacia la historia, nos mostraría que en ocasiones más o menos puntuales, revolucionarias a veces, son otros los motivos que llevan al ser humano a escribir las líneas de su existencia, como la lucha por su libertad. Existe además otro motivo fundamental que, sin estar presente conscientemente en nuestra mente sí hace presencia continua en nuestro subconsciente, pudiendo por ello considerarlo tan importante o incluso superior a las demás causas al acompañar al hombre a lo largo de toda su vida, y a la raza humana en toda su historia, salpicando todas las épocas y dándose en todas las civilizaciones: el miedo a la muerte.

Entendiendo la muerte en un doble sentido para la misma palabra, un único capítulo de nuestra vida que tiene dos caras, no sólo hablamos del miedo al fin de la existencia en sí, sino además del miedo a lo que dicho acto presuntamente conlleva una vez finalizada la vida. Y es éste miedo el que, de forma quizás poco consciente, ha marcado y sigue marcando el devenir de la historia humana, así como prácticamente toda organización social, donde dos poderes principales hacían uso de este doble miedo a la muerte a su favor: un poder legislativo-militar que amedrentaba al pueblo con acercar la llegada de la muerte en caso de oponerse al mismo, y un poder religioso que hacía uso del miedo a lo que la muerte misma conlleva y, presuntamente, nos espera una vez finalizada esta vida.



Arriba: como si de un personaje principal se tratase, la Muerte aparece personificada en un medallón del cuerpo bajo de la fachada plateresca placentina, esqueleto acompañado no sólo de la guadaña con la que ejerce su trabajo, sino además de una pala con la que apurar su macabra tarea.

A pesar de ser un tema tabú en muchos círculos, empañado por una superstición que dicta no hablar de aquello que no gusta o no quiere tenerse como acompañante, el tema de la muerte en sí, no como acto, sino como aproximación al vacío, ha sido también un tema a tratar por los artistas de diversas épocas, en la mayoría de las ocasiones más que como muestra de una mentalidad menos timorata y más atrevida, como encargo de los poderes que usaban el miedo hacia la misma para recordar al pueblo la presencia final e imperdonable de la muerte en toda vida. En el mejor de los casos, una llamada hacia el "carpe diem" o disfrute de la vida mientras dura, recordando que toda juventud y toda belleza acabará marchitando según la Muerte va acercándose, o nosotros nos dirigimos irremediablemente hacia ella.

Tanto en edificios civiles, como mayoritariamente en religiosos, la Muerte nos sorprende a veces escondida entre los muros de los monumentos o los ornamentos de alguna portada. Caracterizada desde el siglo XIII como un esqueleto vivo, unas veces cubierto con un manto o túnica y en otras portando el útil con el que sesga la vida, su guadaña, la Muerte aparece también al caminante que desde el siglo XVI viaja hasta Plasencia y admira la fachada plateresca de su Portada Norte, abierta en el muro del evangelio de la conocida como Catedral Nueva, obra iniciada en 1.498 por iniciativa del obispo Gutiérrez Álvarez de Toledo, en una etapa de auge de la ciudad del Jerte, y realizada por Juan de Álava, destacado arquitecto renacentista de comienzos del siglo XVI y gran maestro del plateresco español que dejó también su huella en destacados edificios de Salamanca o Santiago de Compostela.


Arriba: Plasencia, como Salamanca, tiene el orgullo de disfrutar de dos catedrales, la Vieja y la Nueva, ambas unidas y bajo la advocación de Santa María, monumento extraordinario y obra de arte declarado en 1.931 como Monumento Histórico-Artístico, según La Gaceta de Madrid nº 155, de 04 de junio de 1.931, actualmente Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento.

El medallón placentino dedicado a la Muerte aparece en la esquina inferior derecha de la portada, envuelto con el grutesco que domina todo el conjunto plateresco, y como si fuese el último personaje que nos encontraremos en el recorrido visual que haríamos por el monumento, cuya última palabra es ley de vida. Reyes, nobles, santos y religiosos, e incluso personajes mitológicos ceden su turno al postrero personaje que los mira desde su posición aguardándolos con la guadaña y la pala, como si de la famosa "Danza de la Muerte" se tratara. El artista recoge así posiblemente la visión de la vida por la Iglesia Católica que encarga la obra, para la cual la misma y sus placeres son perecederos, y sólo los que vivan cristianamente encontrarán vida después del óbito. Sin duda, todo un relieve artístico que recoge una mentalidad y una filosofía de vivir, una parte de nuestra cultura. Es, un tesoro en el camino.

3 comentarios:

  1. Hombre Samuel, el tema que has escogido esta vez no es, digamos, alegre, pero como siempre descubres cosas que no todo el mundo ve. Y es que a veces vamos a los sitios y realmente no captamos la esencia del lugar simplemente por que no nos paramos un poco.

    Por lo demás, me encanta Plasencia, por el aire mediaval y castellano de sus calles y por el bullicio que siempre hay alrededor de la Plaza Mayor.

    Saludos y hasta pronto.

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  2. Hola Jesús! Como siempre, te agradezco tu visita así como tu comentario. Siento si, como bien dices, el tema de mi última entrada no es muy alegre, pero no quería dejar de compartir con vosotros, y dentro del apartado de los tesoros del camino, este pequeño detalle que me encontré saboreando cada rincón de la fachada de la Puerta Norte de la catedral. Hablar de la muerte sigue siendo poco grato incluso hoy en día, pero no deja de ser parte de la vida, y como tal también de la cultura y de sus representaciones artísticas. Con el ejemplo que os he traído he pretendido no tratar un tema filosófico, sino mostrar esa muestra artística, algo más escasa por lo macabro de la temática, pero no por ello inexistente ni falto de interés. Un saludo!

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  3. Y lo has conseguido, desde luego.

    Y desde luego también, como dices, es un tesoro en el camino.

    Saludos!

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