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domingo, 12 de agosto de 2012

Joyas de las artes plásticas de Extremadura

A veces el caminante hace un alto en el camino y, en su parada, descubre nuevas maravillas ante las que deleitar sus sentidos, de tal valor y sofisticación como el monumento donde se guardan o junto al que se exponen, con el que forman parte y comparten meta descubridora, o sencillamente aparecen cual visión inesperada en uno de los rincones que forman parte del trazado de nuestra ruta por Extremadura.

Frente a nosotros hallamos una joya, una alhaja artística con que los hombres del ayer quisieron embellecer y engrandecer culturalmente espacios y lugares de nuestra región, fruto del afán por importar desde otros rincones de la geografía cercana, o distante, tesoros de las bellas artes con que acrecentar las riquezas anexas a este rincón de Iberia, o bien resultado de la propia capacidad creativa de genealogías previas que hicieron con su presencia historia en estas tierras, y que con su gusto traducido en hermosas fábricas de suaves formas y bellas líneas supieron esculpir las bases del arte de nuestro pueblo.

Mirándonos a los ojos, no somos sólo nosotros quienes observamos ante nuestra faz una porción de historia que, traducida por pinceles o cinceles en arte, nos muestra los secretos de un pasado que permanece vivo entre colores y relieves, sino que son ellas, estas joyas las que, pacientemente, ven pasar frente a sí mismas el trascurrir de los tiempos, nuevos capítulos de la historia que se transformarán en un futuro en pasado, como el que fuese su presente forma hoy en día parte de un legado histórico del que se muestran cónsules eternas en cada uno de los presentes que frente a ellas van caminando.

Con esta nueva serie, titulada Joyas de las artes plásticas de Extremadura, pretendo acercar al lector y caminante, como su nombre indica, diversas joyas artísticas que, englobadas en las artes plásticas y a excepción de las pertenecientes al mundo de la arquitectura, cuya presencia se mantiene en el blog a través de las entradas dedicadas a los monumentos que salpican nuestras tierras, forman parte del vasto mundo, en gran medida desconocido por una amplia masa de población, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, de las bellas artes de Extremadura, aguardándonos unas veces en las salas de algún museo, pero muchas otras esperándonos en apartados rincones de parroquias, capillas invisibles para los viajeros o espacios desapercibidos para el pueblo en general que, sin embargo, no cesan de ofrecer desde su lugar un haz de luz en el panorama artístico de nuestra región, ayudando una vez más a romper con la preconcebida y equivocada idea de que en estas tierras hay muy poco que observar en cuanto a obras de buen gusto se refiere.
 


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