Si bien el Castillo de Luna, erguido sobre la silueta del pueblo de Alburquerque, se presenta como símbolo histórico y embajador cultural de esta localidad pacense, no es la única fortaleza enclavada dentro del término municipal alburquerqueño. A doce kilómetros de distancia del centro urbano, y alineado y comunicado visualmente con el monumento defensivo que corona el municipio, una espectacular fortaleza, amalgama de torres y murallas militares acondicionada tardíamente para la explotación agropecuaria y como residencia de los señores que antaño disfrutaron de su estancia, se eleva sobre una cresta rocosa, dominando el embalse de Peña del Águila y la serranía de Santiago, en plena Sierra de San Pedro. Abandonado no muchos años atrás, en progresiva decadencia y ruina, el Castillo de Azagala sigue presentándose al viajero, sin embargo, en su robustez y magnificencia, hecho por el cual, desde este blog, hemos querido y tenido el honor de colaborar en la ampliación de la ficha que sobre este monumento ya figuraba dentro del listado de castillos y fortalezas elaborado por Castillosnet.org, con ampliación datística e informativa, así como unión de un nuevo álbum de fotos tomadas de este histórico inmueble, para mayor conocimiento e ilustración de uno de los castillos más relevantes de Extremadura.
A continuación, os dejo con el enlace que deriva a la ficha dedicada al Castillo de Azagala, publicada por Castillosnet.org. Tras él, tenéis información relativa a la historia y descripción de la fortaleza elaborada por este blog, seguida de los datos indicativos para poder acceder a la misma, en caso de querer acercarse en persona a conocer este enclave de la Sierra de San Pedro, repleto de naturaleza, arte e historia.
- Historia / descripción del bien:
Aunque se baraja la posibilidad de que sobre la cresta rocosa sobre la que se asienta el Castillo de Azagala existiese ya una fortificación previa levantada bajo la dominación musulmana de estos contornos, defensa norteña de la ciudad de Badajoz, ningún escrito contemporáneo a la reconquista de la zona lo menciona, así como ningún vestigio de esta presunta edificación islámica habría sobrevivido entre las piedras que conforman el actual castillo, erigido con toda probabilidad en el siglo XIII, tras la reconquista definitiva de la localidad de Alburquerque y sus enclaves cercanos. Se levantaría el castillo, al igual que otros cercanos como Piedrabuena o Mayorga, como punto de consolidación de defensa frente a los andalusíes del Sur, y protección frente a las contiendas con la vecina Portugal y las rapiñas ejercidas sobre los nuevos territorios añadidos a la Corona castellana, alineado el Castillo de Azagala con el de Luna, en la localidad de Alburquerque, a 12 kilómetros de separación del mismo. Se levantó Azagala sobre un enclave cuyo nombre derivaría al parecer de aquella batalla de Zalaca o Zagalla que allí, o en sus cercanías, tendría lugar en 1.086, frenando la expansión cristiana capitaneada por el rey Alfonso VI frente al ejército almorávide. Sería la Orden de Alcántara la que, posiblemente, asentase las primeras bases de esta nueva fortaleza, perteneciente al Concejo de Badajoz hasta caer en posesión a mediados del siglo XIII del Señor de Alburquerque, D. Juan Alfón, donado a éste por el rey Sancho IV. Su descendiente, D. Martín Gil de Sousa, mantendría el poder del Señorío de Azagala en 1.303, año en que es erigida la Torre de las Armas del castillo, sobre cuyos lienzos se colocó una placa marmórea epigráfica y conmemorativa de tal construcción. D. Martín se lo cedería en 1.312 a su sobrino, D. Pedro de Castro, contra la voluntad de su cuñado, D. Alfonso Sánchez, que mantendrá la posesión del castillo hasta 1.322. En 1.331 recibiría el Señorío el infante D. Sancho, hijo del rey Alfonso XI, quien a su muerte lo legará a Dña. Leonor de Castilla en 1.374, tras haber sido pieza de fianza frente a Portugal. En 1.418 lo cede ésta a su hijo, el infante D. Enrique quien, tras declarar la guerra a D. Álvaro de Luna, lo perderá a favor de éste, que lo recibirá de manos del rey Juan II en 1.445. Tras la muerte de D. Álvaro de Luna, la Orden de Alcántara recuperará esta antigua posesión en 1.461, haciendo de su Encomienda una de las mejores del Priorato, tras haber sido asaltada y convertida en hogar del Clavero de la Orden, D. Alonso de Monroy, que residirá en ella hasta su muerte en 1.511.
Restaurado y acondicionado a las novedades militares, con inclusión de abundantes piezas nuevas de fuego, a lo largo del siglo XVI, como enclave defensivo cercano a la frontera portuguesa el castillo sufrirá asedios durante la Guerra de Restauración de Portugal, en el siglo XVII, así como durante la Guerra de Sucesión española, a comienzos del siglo XVIII. Bajo el reinado de Felipe V, en 1.746, será nombrado D. José Gómez de Terán y Delgado como marqués de Portago, comprando éste en 1.750 y bajo el reinado de Fernando VI la Encomienda de Azagala, una vez desmembrada de la Orden de Alcántara con permiso de la Santa Sede. El Castillo de Azagala, donde hasta entonces habían residido el administrador, el capellán y los guardas de la fortaleza, se convertiría en un centro de explotación agropecuaria, manteniéndose la fortaleza en buen estado y uso durante el siglo XIX. Ya en el siglo XX, su abandono irá en aumento, convertido en refugio de maquis tras la contienda civil. En 1.992, con la jubilación del guarda de la finca en que se halla, el castillo quedará completamente deshabitado, manteniéndose en la actualidad víctima de la ruina y el expolio progresivos.
El Castillo de Azagala, de tipo roquero y de planta topográfica alargada y condicionada al terreno y cresta rocosa sobre los que se asienta, divide sus 140 metros de largo, prolongados de Oeste a Este en una franja estrecha, en tres reccintos sucesivos amurallados, con entrada a través del primero de ellos, en la zona más occidental y portada abierta mirando al Sur. Tras atravesar un primer patio, se accedería al segundo recinto a través de un arco de medio punto abierto en el flanco occidental de este segundo cuerpo cercado, flanqueado el acceso por dos torreones tras los que se asienta, en el flanco sur, la Torre de las Armas, de planta cuadrada y maciza en su parte inferior, con acceso por escaleras externas a su planta primera, cubierta con bóveda de cañón, comunicada interiormente con la segunda, de bóveda de crucería ojival nervada, y la terraza, perdidas las almenas y conservado parte de los matacanes, de cuatro ménsulas cada uno, repartidos entre los puntos medios de sus cuatro flancos.
Tras un amplio arco escarzano que sustenta parte de las viviendas destinadas a la servidumbre y trabajadores del castillo y centro agropecuario, ubicadas a lo largo del flanco norte del segundo cuerpo, se accede a un alargado patio desde el cual adentrarse en la Torre del Homenaje y, desde ella, al tercer cuerpo y resto de estancias del castillo, cerrado en su flanco sur por muralla coronada con almenaje piramidal y adarve, paralelo al que rodea todo el conjunto, en las estribaciones más meridionales del mismo. En la esquina oriental de este gran patio encontraríamos la capilla del lugar, planta baja de la Torre de planta cuadrada conocida como de los Humos, por estar coronada, además de por almenas piramidales, por una gran chimenea. La Torre del Homenaje, por el contrario y como ocurre con la Torre de las Armas, no conserva su almenado, aunque sí parte de sus cuatro matacanes, de tres ménsulas, así como un campanil de sabor portugués datado en 1.771.
El tercer recinto, ubicado en la zona más oriental del conjunto, habría sido acondicionado como zona residencial de los nuevos dueños de la fortaleza, levantándose sus dependencias a comienzos del siglo XIX. Culminado con la Torre de las tres esquinas, de planta triangular y defendida con matacanes, ubicada en la esquina más nororiental del inmueble, se abren tanto al norte como al sur del recinto amplias balconadas que dominan el paisaje. La meridional, cerrada en cristalera y sustentada por arcada, da a un patio cerrado y centrado por un pozo. El resto del espacio de este tercer cuerpo, dividido en dos plantas, se reparte entre dependencias señoriales, tales como salones, dormitorios o salón de juegos, y estancias destinadas a las labores cotidianas y almacenaje, como cocinas, bodegas o cuadras.
- Cómo llegar:
El Castillo de Azagala, ubicado junto y sobre la silueta dibujada por las aguas que componen el embalse de Peña del Águila, al Norte de la localidad pacense de Villar del Rey, se mantiene conectado con el municipio alburquerqueño al que pertenece a través de un camino, conocido como de Elvira de Vacas, del que ya hablamos y mencionamos a la hora de indicar cómo llegar a la Ermita de los Santiagos enclavada, al igual que el Castillo de Azagala, en la serranía de Santiago, en pleno corazón de la Sierra de San Pedro.
Partiendo de la Plaza de Toros de Alburquerque, seguiremos la senda mencionada y los mismos pasos indicados en el enlace abajo señalado, desviándonos de la ruta que nos acerca a la ermita abandonada poco antes de alcanzar ésta:
Cómo indicábamos a la hora de describir los pasos a seguir para alcanzar la Ermita de los Santiagos, la vereda Elvira de Vacas discurre hasta alcanzar la orilla del Embalse de Peña del Águila, llegando a los pies del propio Castillo de Azagala. Para ello, y una vez en el punto de bifurcación de la senda, ubicado tras superar el cauce del arroyo de Elvira de Vacas y marcado con posibilidad de desvío hacia la Ermita de los Santiagos o el Castillo de Azagala, respectivamente, deberemos tomar esta segunda opción, orientada hacia el Este y trazada siguiendo la silueta de la serranía de Santiago, que mantendremos en todo momento a nuestro lado izquierdo. En caso de haber llegado hasta este rincón de la Sierra de San Pedro en vehículo, es recomendable dejar aparcado por esta zona el mismo, ya que el firme del camino a seguir se hará bastante irregular en diversos puntos de los más de cuatro kilómetros que nos separan aún de la fortaleza.
A medida que nos acercamos al castillo, siempre en nuestro punto de mira desde la distancia, atravesaremos laderas montañosas cuajadas de jarales, dehesas de encinas y campos adaptados para el pastoreo de ganado vacuno y porcino, sin olvidar varias cancelas que, en base a la servidumbre que pesa sobre esta vereda, podrán ser abiertas para facilitarnos nuestro paso a través de estas fincas y haciendas. Finalmente, y ya a pocos metros del embalse mencionado, una pedregosa cuesta se eleva hasta alcanzar nuestro objetivo monumental. No hay que olvidar, llegados al mismo, que este bien inmueble es propiedad privada en estado de ruina, por lo que, en caso de decidirnos por adentrarnos en el mismo, ha de ser con el máximo de los respetos por la propiedad particular y, sobre todo, con la máxima de las precauciones ante posibles derrumbes y caídas de suelos y/o techos de las estancias que visitemos.
El Castillo de Azagala, así como las fincas y dehesas que vamos a atravesar para llegar hasta él, son de titularidad particular. En caso de desear realizar la ruta que nos acerca a este monumento, lanzamos desde este blog una serie de recomendaciones a tener en todo momento en cuenta:
1) Respetar en todo momento las propiedades de las fincas, como vallados o cercas, intentando no salirse de los caminos marcados.
2) Respetar la vegetación y cultivos de las mismas, sin realizar ningún tipo de fuego ni arrojar basura alguna.
3) Respetar al ganado que habitualmente hay pastando en la zona, y en caso de encontrarse con animales que lo protejan, no enfrentarse a los mismos.
4) Si observamos que se están practicando actividades cinegéticas (caza), abstenernos de entrar.
5) Si nos encontramos con los propietarios de la fortaleza, o encargados de la propiedad en que se ubica la misma, saludarles atentamente e indicarles nuestra intención de visitar el monumento, pidiendo permiso para ello. En caso de que no nos lo concediesen, aceptar la negativa y regresar.