Descubierto en 1.956 a raíz de unas labores agrícolas efectuadas en el paraje conocido como El Pomar, en las entonces inmediaciones de la población jerezana por su vertiente suroriental, el yacimiento romano que tomase el nombre del lugar, basado en el área residencial o pars urbana de una villa o explotación agropecuaria, recientemente más aceptada la teoría que lo define como domus suburbana, teniendo en cuenta la aproximación del presunto núcleo urbano que constituyese la antigua Caeriana o Seria Fama Iulia inscrito posiblemente sobre la colina que hoy ocupa la alcazaba de Jerez, ofrece entre sus muros preservados no sólo la mayor parte de los trazos que dibujasen el plano de tal vivienda, desarrollada en torno a un gran peristilo y provista al parecer de dos plantas, sino a la par un relevante y abundante legado musivo, conservado sobre los pasillos que abrazasen tal patio central y entre varias de las habitaciones con que contase el inmueble, destacando la creación que sellase un recinto de planta absidal, posible tablinum de la casa, así como fundamentalmente el suelo del que se considera oecus o triclinium del hogar, apreciadas entre las representaciones dibujadas en éste varias figuras mitológicas relacionadas con los vientos, el mar o el mundo báquico, centrado todo por un auriga victorioso, quizás un retrato del dueño y mecenas de la obra.
Jerez de los Caballeros (Badajoz). Siglos III-IV d.C.. Arte romano.
Declarada Bien de Interés Cultural por la Junta de Extremadura, mediante Decreto 4/2021, de 3 de febrero.
(En febrero de 2.019 se publicó en este blog una entrada dedicada a la Villa romana de El Pomar; puede visitarse a través del siguiente enlace; nótese que la orientación espacial tomada en aquel artículo corresponde a la ofrecida por Google Maps, mientras que para el presente trabajo se ha tomado la indicada en el estudio "Seria Fama Iulia y la domus suburbana de El Pomar", de José María Álvarez Martínez):
https://caminosdecultura.blogspot.com/2019/02/imagen-del-mes-villa-romana-de-el-pomar.html
Arriba y abajo: datada entre los siglos III y IV d.C., si bien se hallaron vestigios que indicarían una posible fundación del lugar en el siglo I d.C., posteriormente reestructurado, la villa romana o casa suburbana jerezana de El Pomar (arriba) presenta como característica fundamental su desarrollo edilicio en torno a un gran peristilo abierto por sus flancos occidental, oriental y septentrional, apreciándose por contra una carencia de atrio que podría responder a una tendencia arquitectónica propia impuesta en la nueva era, cuando atrio y peristilo se fusionan en un único patio porticado dotado, como es este caso, de un viridarium o jardín interior, si bien algunos arqueólogos han querido ubicar el acceso a la vivienda a través de un atriolum de reducidas dimensiones y sin estanque inscrito en la esquina nororiental del monumento, existiendo por el contrario una estancia en el flanco levantino (abajo) que, tomada como pasillo a otras dependencias perdidas y posteriormente reconvertida en habitación, podría haber sido también un corredor que comunicase un atrio primitivo con el peristilo del inmueble, abierto frente al habitáculo de planta absidial o posible tablinum al lado opuesto del peristilo, como era la tendencia habitual, en todo caso un enclave cubierto con uno de los primeros mosaicos que podemos encontrar en el yacimiento, elaborado en colores azules y blancos con gruesas teselas y sencillo dibujo geométrico a base de casetones, conectado con el pavimento musivo que rodea todo el patio del inmueble (abajo, imagen siguiente), destapada para el público en su totalidad la sección que cubre el pasillo norteño (abajo, imágenes tercera y cuarta), viéndose sobre la misma un también dibujo geométrico blanquiazul que la cumplimenta (abajo, imagen quinta).
Arriba y abajo: inscrito en el flanco occidental de la vivienda una estancia de planta absidal tomada como exedra o tablinum, llama la atención no sólo el diseño de la misma, posteriormente reducido durante alguna reforma edilicia del lugar (arriba), sino también la riqueza de su pavimento musivo, donde el diseño geométrico que impera entre los corredores del peristilo se ve aquí enriquecido en cuanto a composición y colores, sumándole al dibujo geométrico central una serie de frisos radiales curvos ajustados al semicírculo de coronamiento de la habitación (abajo), apareciendo además de los tonos azul y blanco del claustro, teselas rojizas, si bien el punto álgido del patrimonio musivo conservado en El Pomar -tapados para su preservación los retazos de mosaicos descubiertos en derredor del atriolum y en la estancia septentrional del lado oriental-, no se halla en esta sala, sino en el gran habitáculo que, abierto en el sector septentrional alienado con el estanque que centra el viridarium, será tomado como oecus o triclinium -sala de recepción o de banquetes- de la casa (abajo, siguiente), centrado por una triple composición desarrollada a lo largo de la estancia, adelantada en su conexión con la doble puerta de entrada por varias franjas de diseño geométrico, así un damero (abajo, imágenes tercera y cuarta), enmarcadas sus secciones por cenefas de esvásticas enlazadas y abrazadas a su vez por dos flancos cubiertos con grandes flores cuadrilobuladas de interior azulado y pétalos amarillentos (abajo, imágenes quinta y sexta), despuntando artísticamente los dibujos que vendrían a ocupar cada una de las tres secciones internas de la sección capital del pavimento, iniciada con un mosaico dedicado a la pesca donde -lamentablemente perdido casi en su totalidad- varias especies piscícolas ocupaban los octógonos que dibujaban su interior (abajo, imagen séptima), algo mejor conservada la sección media (abajo, imagen octava), centrada por un medallón ocupado por la imagen de un cuadriga victorioso (abajo, imagen novena) rodeado de sus cuatro caballos -bajo el cual una frase latina haría mención al deportista y posible dueño del lugar, retirado a esta región del Imperio de la misma manera que Diocles, jubilado, se instalase tras amasar victorias y fortuna en la ciudad de Praenestre-, circundado por los vientos que supuestamente preñaban las yeguas lusitanas -coronados con alas y retratados ejecutando su soplido (abajo, imagen décima), así como por elementos vinculados con el mar, por ser su dios, Neptuno, inventor del caballo -así un tritón en su lado norteño (abajo, imagen undécima)-, siendo Baco, quizás por la vinculación de la estancia con los banquetes, quien inspirase la última de las secciones, tristemente cercenada en su vertiente septentrional (abajo, imágenes décimo tercera y décimo cuarta), desdibujado a la par el dibujo central, dedicado quizás al triunfo de tal deidad (abajo, imagen décimo quinta), semiborrados a la par varios de los espacios que lo rodeasen (abajo, imagen décimo sexta), conservados afortunadamente el dibujo de una ménade o bacante semidesnuda (abajo, imagen décimo séptima), de un fauno desnudo (abajo, imagen décimo octava), así como dos ejemplares de máscaras dedicadas a la comedia (abajo, imágenes décimo novena y vigésima), relacionadas con el dios del teatro y mostrando unos vivos colores cuyas teselas, obtenidas de piezas extraídas de canteras cercanas así como de las minas de la zona lusa de Estremoz, han permitido barajar la obra como procedente de algún taller emeritense, en todo caso una excelsa labor musiva que viene a enriquecer el patrimonio jerezano y el pasado romano heredado por la región extremeña.