YA TE VAS
(ATARDECER PACENSE)
Ya te vas, niño,
ya te vas.
Por una senda de cirros
allende la Portugal.
Hacia la mar de los lusos,
donde, en llamas, arderán
aquellas olas que nazcan
de tu tórrido copular.
Ya te vas, niño,
ya te vas.
A la luna vas cediendo
el trono de la ciudad.
Mientras embeben tus dedos
de este río, que se va
en pos de tu luenga sombra
por lechos de plata con sal.
NANA DE LAS MIESES
Surcando mares de mieses,
el sol no quiere marchar.
Correteando entre espigas
piensa la noche cruzar.
¡Allende el océano, niño,
de menos te van a echar!
Sobre lomas de colinas,
la luna va a florecer.
La vida guarda silencio
mirando su blanca tez.
¡Allende el oriente, niña,
esperan volverte a ver!
Al sol la luna confirma
su momento de partir.
La estrella se rinde al tedio
dejando rayos tras sí.
Allende el prado, de oro
el grano torna a lucir.
-Madre: deseo del oro
de los campos su candor.
Y la madre a su niño
entre sus brazos meció.
Allende cerradas puertas,
sueñan los hombres con Dios.
LUNA
¡Mirad la luna! Ahí está
sonriendo en su postigo.
Aparece un día más
para traernos abrigo.
Se ha quedado sin cordel.
¡Lanzadle de seda un hilo!
Con el que pueda coser
un tul astral contra el frío.
YA VIENE LA LUNA A VERTE
(ANTE LA TORRE JEREZANA
DE SAN BARTOLOMÉ,
BAJO LA LUNA)
Ya viene la luna a verte
sobre tu loma encalada,
para hablar, entre tus caras,
con los soles de tu piel.
Y subirse a tu espadaña,
entre escaños de campana,
para cantarle una nana
a las niñas de Jerez.
Para enviar un suspiro
entre adarves del castillo,
que pinte con albo nácar
las almenas, donde ve
su sombra bajo los astros
el arcángel de dorado,
que timbra la flor calada
del faro de San Miguel.
NANA DE LA LUNA EN EL EMBALSE
En las aguas del embalse
la luna quiere nadar.
¡Dejadle, nubes morunas,
que goce del manantial!
Desnuda sobre las aguas,
la luna empieza a flotar.
Entre encinas y juncales,
mil astros la alumbrarán
mientras versos le recita
aquella anfibia coral,
de ranas enamoradas
de su nacarina faz.
La luna, dentro del agua,
comienza a titiritar.
Un soplo de aire extraviado
hizo al agua refrescar.
¡Cubridla, nubes morunas,
a la reina nocturnal!
¡Arropadla tras su baño
con vuestro níveo sayal!
Vuelve la dama nocturna
a su trono de metal.
Entre tules de vapores
con aromas del jaral.
NOCHE DE AGOSTO
Noche de agosto.
Tan serena. Tan colmada
de aquellas ligeras notas
que tus hijos te regalan.
Con tu brisa redentora,
calmas candelas hurañas
que por el día claman suyos
estos lares de tez áurea.
Noche de agosto.
Por tu cumbre desnudada
nadan tibias las estrellas,
aguardando la llegada
de aquel banco de Perseidas,
que cada año engalana
con sus destellos tu manto
de azabache tu perlada.
Noche de agosto.
FAROLILLO CALLADO
Farolillo callado.
¡Ay, farolillo callado!,
que con luces entre sombras
pintas las ramas del árbol.
¿Qué habrán visto tus cristales,
deambulando bajo tu halo?
¿Las intrigas de un felino?
¿La ronda de un mirlo pardo?
Quizás vieras las pasiones
brotando entre enamorados.
Bajo la luna coqueta,
al amante solitario,
donándole a las estrellas
las perlas de un mudo llanto.
Farolillo callado.
¡Ay, farolillo callado!,
que con luces entre sombras
pintas las ramas del árbol.
AZUAGA
Sobre los blancos delantales
de las madres que te tejen,
una dama de ocre mece
tu sureño algodonal.
Junto a sus pétreos jarales,
los diablejos cotillean
para ver quién menudea
bajo la luz nocturnal.
Una estrella se ha escapado
para encender los faroles,
que iluminen a aquel hombre
en la cruz, sobre la cal.
El silencio, callejeando,
escucha cercana un agua.
¡Qué serenata la que canta
la fuente del arrabal!
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