sábado, 14 de junio de 2014

Colaboraciones de Extremadura, caminos de cultura: Castillo de la Torrecilla de Lagartera, junto a Valdesalor, en la Lista Roja del Patrimonio


A pocos metros de la presa de Valdesalor, en las cercanías de la pedanía cacereña homónima, dentro del extenso término municipal de la capital provincial y al sur de la urbe, se yergue sobre una colina que domina tanto la vega del río Salor, bajo su ladera sur, como parte de los Llanos de Cáceres-Sierra de Fuentes, frente a la misma, un castillo medieval, hoy en ruina, recuerdo de otros tiempos en que, desde estas pétreas atalayas, se controlaban las haciendas y fincas en que se dividieron las dehesas cercanas a la reconquistada ciudad, repartidas principalmente entre la nobleza que hizo de esta su nueva tierra y hogar. El paso de los años, si bien no ha visto variar en gran medida la repartición de la tierra, sí que ha conllevado, por el contrario, el desuso y caída en ruina de muchos de estos monumentales inmuebles, entre los que el Castillo de la Torrecilla de Lagartera también se encuentra. Por este motivo, esta pequeña fortaleza cacereña ha sido incluida recientemente dentro de la Lista Roja del Patrimonio elaborada por la asociación Hispania Nostra, para lo cual este blog ha tenido, una vez más, el honor de contribuir.

A continuación, os dejo con el enlace que conduce a la ficha incluida dentro de la Lista Roja del Patrimonio donde podréis encontrar información e imágenes sobre el Castillo de la Torrecilla de Lagartera. Bajo estas líneas dispondréis también de una breve historia y descripción del bien, acompañada de imágenes y vídeos del monumento, así como los datos precisos para poder acercarse al mismo.




- Historia / descripción del bien:


Enclavada sobre una colina granítica, junto a la vega del río Salor, se erigió en el siglo XIV la conocida como Torrecilla de Lagartera, denominada así por alzarse en la Dehesa de Lagartera, sede a su vez del Señorío de similar nombre. Heredada por Dña. Inés Fernández de la Cámara y Sotomayor, Señora de Lagartera, quedará vinculada con la familia de los Aldana desde que, en 1.399, contrajese ésta matrimonio con el primer miembro de dicho linaje en llegar a Cáceres, una vez nombrado regidor de la otrora villa a finales del siglo XIV: D. Rodrigo Álvarez de Aldana. Será su hijo, D. Hernando de Aldana, quien fundará el Mayorazgo de Lagartera en el siglo XV, perteneciendo éste, así como la torre y finca, al apellido mencionado hasta que pasase a ser posterior propiedad de los Andrada, así como de los Cáceres, Señores de Espadero, de quienes derivará a los Marqueses de Castel-Moncayo, y de éstos a los Duques de Fernán Núñez, en quienes recae tal herencia en la actualidad. Se levantó inicialmente la torre medieval como puesto de vigilancia y atalaya defensiva del enclave, así como de la explotació agropecuaria allí llevada a cabo, de la misma manera que acontecía en otros muchos de los cotos, fincas y dehesas que las familias nobles asentadas en la urbe cacereña desde la reconquista cristiana definitiva de la comarca, se repartían al sur de la localidad. Una vez la torre bajo titularidad de los Aldana, ampliarán éstos el conjunto durante los siglos XV y XVI con dependencias que circundarían la atalaya original, a modo de simbiosis entre fortaleza y casa-fuerte, convirtiéndose de tal manera el que fue torreón exento en la torre del homenaje del denominado por tal como Castillo de la Torrecilla de Lagartera, englobado el mismo dentro del grupo de castillos y fortalezas dependientes de Cáceres ubicados en las cercanías de la vega del río Salor, junto al de Zamarrillas, el del Cachorro, o los de las Herguijuelas. Tras el cese de las hostilidades entre los linajes cacereños a partir del reinado de los Reyes Católicos, se levantará en las proximidades del Castillo de la Torrecilla de Lagartera, al Norte de la falda de la colina donde éste se asienta y zona mucho más llana, la conocida como Casa de Lagartera, ampliada con los siglos para acoger no sólo a la familia posesoria, sino también a trabajadores y jornaleros, engrandecida no sólo la vivienda principal, aún en uso, sino construyéndose además inmuebles vinculados a la explotación, de tal manera que llegará a denominarse al conjunto de edificaciones como Aldea de Lagartera. El progreso de la misma supondrá, sin embargo, el abandono del castillo y posterior ruina de este monumento, fabricado en consonancia con la geografía del lugar a base de sillarejo y mampostería graníticas, reforzada con sillares en esquinas, puertas, vanos y aspilleras. 


La torre, ubicada, en la zona central del flanco norte del castillo, almenada y con cuatro balcones repartidos entre los puntos medios superiores de cada uno de sus muros, posibles matacanes, permitiría el acceso a su interior, abovedado gracias a varios arcos escarzanos que sostendrían las plantas de que se compondría la atalaya, a través de dos puertas adinteladas abiertas en los lados sur y oriental. Rodeado el torreón primitivo por las dependencias de la casa-fuerte, a excepción del flanco norte, que permanecería formando parte de la portada del castillo, se entraría al conjunto a través de dos portadas, una a cada lado del torreón. La puerta oriental, a la izquierda de la torre y principal, presentaría un arco de medio punto sobre el que lucen siete ménsulas que sostendrían una balconada, a la que se podría acceder por un pequeño adarve cuyas escaleras aparecerían una vez traspasada la entrada y el segundo arco que conforma la misma, escarzano. En la sección oriental del castillo se mantendrían lo que posiblemente fueron dependencias residenciales, de doble planta e interior estucado, con vanos abiertos a los flancos este y norte, manteniéndose los asientos corredizos ubicados juntos a este último. En la esquina suroriental, una nueva estancia unida a las residenciales daría paso a un pequeño torreón de planta circular, que vigilaría el flanco sur del inmueble. En el lado occidental del castillo, dejando atrás las pequeñas dependencias que constituirían el lado sur del mismo, encontraríamos lo que posiblemente fueron cuadaras o almacenes de la fortaleza, de planta doblada y tejado inclinado, con puerta de arco escarzano como acceso a la misma, abierta a la derecha del torreón primitivo.



- Cómo llegar:

El Castillo de la Torrecilla de Lagartera se ubica a poca distancia de la presa del embalse de Valdesalor, que retiene, al Sur de Cáceres, las aguas del río Salor. Existen dos alternativas para poder llegar al pantano mencionado desde la capital provincial. Una partiría de la ciudad, rumbo a Torreorgaz, a través de la carretera autonómica EX-206. Una vez alcanzado el pueblo, y tras entrar en el mismo, tomaríamos en su zona meridional la conocida como "Carretera del Pantano" que lleva al embalse de Valdesalor, alcanzándolo en su cola y bordeándolo a través de toda su orilla derecha. Esta misma carretera continuaría junto a la vega del río, hasta dar con la pedanía de Valdesalor, ubicada a los pies de la carretera nacional N-630, así como junto a la Autovía de la Plata, o A-66 (segunda alternativa para alcanzar el embalse y su presa).


Si avanzamos desde la pedanía de Valdesalor, y tras conducir por la sinuosa carretera que nos lleva al pantano, poco antes de alcanzar la presa nos toparemos, a nuestra izquierda, con un acueducto bajo cuyos arcos se accede a las fincas que salpican esta zona de los Llanos de Cáceres-Sierra de Fuentes. Este sendero, que conduce entre otros puntos al antiguo arrabal de Zamarrillas, será también el que pase junto al Castillo de la Torrecilla de la Lagartera, pudiendo observar la portada y flanco norte del mismo. Sin embargo el acceso más fácil al mismo es desde su cara sur: junto a la presa de Valdesalor encontraremos una zona de aparcamientos, y junto a éstos un caseta eléctrica. Tras ella es fácil dar con un desdibujado camino que se acerca al castillo.


El Castillo de la Torrecilla de Lagartera, de titularidad particular, se ubica en el interior de una propiedad privada. En caso de desear visitar el monumento, lanzamos desde este blog una serie de recomendaciones a tener en todo momento en cuenta:

1) Respetar en todo momento las propiedades de la finca, como vallados o cercas, intentando no salirse de los caminos marcados.
2) Respetar la vegetación y cultivos de la misma, sin realizar ningún tipo de fuego ni arrojar basura alguna.
3) Respetar al ganado que habitualmente hay pastando en la zona, y en caso de encontrarse con animales que lo protejan, no enfrentarse a los mismos.
4) Si observamos que se están practicando actividades cinegéticas (caza), abstenernos de entrar.
5) Si nos cruzamos con personal de la finca o nos encontramos con los propietarios de la misma, saludarles atentamente e indicarles nuestra intención de visitar el monumento, pidiendo permiso para ello. En caso de que no nos lo concediesen, aceptar la negativa y regresar.

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