La otrora ruinosa mole del castillo de Montemolín, hoy alcazaba restaurada, custodia los últimos contornos meridionales de la región, camino a Sevilla, incorporados a la corona castellana en 1.248, considerándose tal fecha y consiguiente toma de la fortaleza como el último capítulo de Reconquista narrado en suelos de lo que más tarde sería Extremadura.
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