miércoles, 2 de marzo de 2011

Arco de Trajano, en Mérida


Si hay una fecha que, sin estar vinculada intrínsecamente a ningún acontecimiento bélico, sirve como referente para marcar un antes y un después en la historia antigua de las tierras que más tarde conformarían la región de Extremadura es, sin lugar a dudas, el año 25 a . C.. Fue entonces cuando, según acuerda la mayoría de los historiadores,  Publio Carisio, hombre de confianza del mismísimo César Augusto y nombrado legado por el emperador de la recién creada provincia de Lusitania, funda, por expreso deseo de Octavio Augusto y posiblemente sobre una antigua población de origen desconocido, una colonia que recibiría el nombre de Iulia Augusta Emérita, o Emérita Augusta. Se quería con ella premiar a los soldados eméritos o retirados de las Legiones V Alaudae y X Gemina, que tan valientemente habían luchado para honor y gloria de Roma en las contemporáneas Guerras Cántabras, a las que el mismo César Augusto acudió en persona. Se les concedía así un terreno en el que vivir en su retiro, en una rica y estratégica llanura ubicada en el margen derecho del río Ana, junto a la vega de éste y a la altura de la desembocadura en el mismo de su afluente, el Barraeca.


Arriba: cara oriental del conocido como Arco de Trajano, monumento que conserva toda su magnificencia a pesar de sus cerca de dos mil años de antigüedad.

 Los pobladores autóctonos, que recibieron a cambio de ceder sus terrenos la categoría de ciudadanos, empezaron a convivir con la población romana en la que fue nombrada capital de la Lusitania, comenzando una etapa pacífica que derivó en tal esplendor, que hicieron de la colonia una de las urbes no sólo más importantes de Hispania, sino inclusive de todo el Imperio Romano, catalogándose en el siglo IV d. C. por el poeta Ausonio como la novena ciudad más destacada del mismo. Nuevos edificios y monumentos se construían por doquier para albergar las sedes administrativas, jurídicas o militares. Obras de ingeniería de la mejor calidad se levantaban para favorecer el día a día de una población que llegó a alcanzar las 30.000 almas, con recintos destinados a espectáculos de todas las categorías, simulando así una pequeña y nueva Roma en pleno corazón de Hispania.


Arriba: vista general del arco lateral septentrional que, junto al principal, se abría para dar paso a los peatones.

Los avatares de la historia hicieron que, con la caída del Imperio Romano, fuesen desapareciendo también los edificios que durante más de quinientos años habían aparecido frutos de la romanización y servido como sustento de la misma en cada una de las provincias de Hispania. En el caso de Emérita Augusta, las nuevas generaciones se iban continuamente renovando sobre los cimientos de lo anterior, lográndose así conservar con los siglos, y bajo los suelos de toda la ciudad, vestigios de un esplendoroso pasado que permitieron al conjunto arqueológico de Mérida recibir en 1.993 el título de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, incluyéndose en 2.006 a la ciudad en el listado español de Ciudades Patrimonio.

Amplias excavaciones y exitosas restauraciones han permitido sacar a la luz o reconstruir monumentos que el tiempo había enterrado, como es el caso del archiconocido teatro romano. Sin embargo, hubo un monumento que, desafiando el paso de los siglos, y aún perdiendo parte de su original estructura, se supo mantener en pie conservando no sólo su estructura principal, sino toda la magnificencia con la que fue dotado cuando, entre los años 14 y 34 de nuestra era y época del emperador Tiberio, fue levantado por Roma en pleno corazón de la ciudad. Se trata del conocido como Arco de Trajano o de Santiago, nombres dados por la población al monumento que durante más tiempo ha sabido conservar y recordar el sabor de un pasado glorioso.


Arriba: detalle del lateral meridional del Arco de Trajano, donde se aprecia cómo fue engullido por edificios de trazas posteriores.
Abajo: durante los años 80, el monumento se sometió a una restauración que permitió recuperar la base del lateral septentrional del mismo, así como la calzada junto a la que se levantaba, reconstruyéndose además el arco menor de este lado.



Construido a base de sillares graníticos en su totalidad, sin argamasa de sujeción, estamos ante un arco de medio punto con 13,97 metros de altura, 5,70 metros de ancho y 8,67 metros de vano. Posiblemente rodeado en un principio de contrafuertes y decoración diversa, su altura podría haber sido aún mayor. Siendo el conservado el principal de los arcos que supuestamente constituían el monumento original, a cada lado del mismo se abrirían dos nuevos arcos, de menor altura, sirviendo éstos como pasos peatonales, dejando al principal como vía para los carruajes. Durante los años 80, una intervención arqueológica en el mismo permitió reedificar en parte el arco lateral septentrional, a la vez que se recuperaban zonas de la calzada sobre la que se levantaba el arco, identificada con el cardo maximo de la colonia. El arco principal, por su parte, se compone en realidad de dos arcos independientes unidos con una bóveda constituida con bloques de granito. En las dovelas del mismo pueden observarse perfectamente los agujeros en los que supuestamente se engarzaron placas de mármol por todo el conjunto, a modo de remate decorativo. Restos de algunas de ellas se encontraron en la base del monumento, mientras que otros posibles elementos de decoración, como cornisas, relieves o esculturas no han llegado a nuestros días, así como placa alguna que indicase la autoría del edificio, fecha de construcción exacta o dedicatoria conmemorativa.


Arriba: detalle de la bóveda del arco conservado del monumento; se puede apreciar la constitución de la misma a base de sillares graníticos colocados entre las dovelas de los dos arcos independientes que conforman el principal.
Abajo: visión general superior del Arco de Trajano, donde se aprecian los agujeros que permanecen en sus dovelas, a las cuales presuntamente iban unidas placas marmóreas con enganches férreos o de bronce.


Aunque durante mucho tiempo se debatió sobre el uso original del Arco de Trajano, finalmente parece haber conformidad en situarlo como antesala del Conjunto Provincial de Culto Imperial, que se levantó en el centro de Emérita Augusta en época del emperador Tiberio, tras la deificación por el Senado de su antecesor y promover el culto de César Augusto a lo largo y ancho de todo el Imperio Romano. Restos de un templo de grandes dimensiones descubiertos en la cercana calle de Holguín apoyarían esta idea, accediéndose posiblemente al mismo después de atravesar el arco y subir unos peldaños de acceso a la plaza porticada que servía como antesala del recinto sagrado. Se descartan así otras posibles teorías que lo colocan como puerta de entrada a la ciudad,  arco triunfal y decorativo de la misma, o incluso parte de un suntuoso edificio. También se barajó la idea que situaba al monumento como antesala del Foro Provincial, ubicado frente al Foro Municipal, unidos ambos a través del cardo. En todo caso, el Arco de Trajano quedaría como antesala de un recinto principal en la Mérida de comienzos de nuestra era.



Arriba: detalle de uno de los laterales del Arco de Trajano, donde podemos observar los grandes sillares graníticos que lo componen y que lo sostienen como si el paso de los siglos no los perturbasen.

Cómo llegar:

Así como en la Antigüedad el Arco de Trajano se mostraba majestuoso en el centro de la que fuera capital de la Lusitania, hoy en día sigue irguiéndose orgulloso de su pasado en la actual capital de Extremadura. Diversos recorridos nos pueden llevar hasta el monumento a través de las calles del centro urbano e histórico de Mérida. Si partimos desde la Plaza de España, corazón de la vida emeritense, podemos llegar a él caminando por las calles que encontraremos a la izquierda del Palacio Municipal, sede del Ayuntamiento. Si tomamos la de Santa Julia, donde está ubicada la antigua iglesia de Santa Clara y actual sede del Museo Nacional de Arte Visigodo,  veremos al monumento al llegar al final de la misma y mirar a nuestra izquierda. Igualmente, si tomamos en ese punto la calle de Félix Valverde Lillo, paralela a la comercial de Santa Eulalia, veremos el mismo nuevamente al mirar a nuestra izquierda en el cruce de esta vía con la de Trajano, calle donde se ubica el Arco.


6 comentarios:

  1. Muy buena explicación del monumento. El blog está bastante bien. Por cierto, la fotografía de la bóveda del Arco de Trajano, seguro que te costo un pequeño dolor de cuello.
    Saludos.

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  2. Hola Augusta Emérita! Muchas gracias por el comentario. A veces conseguir una buena fotografía necesita un pequeño sacrificio, pero merece la pena. Un saludo!

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  3. El escudo de la ciudad y las monedas antigüas no ilustran el Arco de Trajano, que era un arco ornamental de acceso al Foro Provincial, sino la puerta principal de entrada a la ciudad ubicada en el Puente Romano, donde ahora se encuentra la entrada a la Alcazaba Árabe.

    Un saludo.

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  4. Hola anónimo! Muchas gracias por leer la entrada, dejar el comentario y sobre todo la aclaración sobre este punto. Intentaré informarme sobre esa antigua puerta, de la que no había oído hablar. Un saludo!

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  5. el arquictecto de esto como se llamava soy jeremias nuñez

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  6. Hola Jeremías! Nunca he leído nada sobre este monumento en el que apareciera el nombre del arquitecto, o tan siquiera que se tuviera nociones sobre quién pudo ser. No sé si es que ha dado esa casualidad, o más bien que no se tienen datos al respecto. Con la mayoría de los monumentos de la Antigüedad pasa igual. Son muy pocas las obras de esa época que están "firmadas". Una excepción muy conocida es el Puente romano de Alcántara. De todos modos si encuentro algún dato algún día, os lo haré saber por aquí.
    Un saludo!

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