Arriba: rodeado de artísticos panteones, tumbas históricas y nichos de personajes ilustres de la vida pacense, un sencillo y elegante panteón destaca no sólo por su estilo de tintes historicistas, sino además por ser uno de los escasos ejemplos de enterramientos con ausencia de simbología religiosa: el Panteón de los Covarsí (a la izquierda de la imagen).
Tal día como hoy, hace exactamente sesenta años, fallecía en Badajoz debido a su enfermedad cardíaca y acompañado por su hijo Antonio, uno de sus más destacados, reconocidos y queridos Hijos Predilectos de la Ciudad: Don Adelardo Covarsí Yustas. Sesenta y seis años antes, un 23 de marzo de 1.885 había nacido en el seno de una burguesa familia de la capital pacense, en el domicilio que ésta tenía en la popular calle de la Soledad.
El 26 de agosto de 1.951 Extremadura perdía a uno de sus más destacados artistas de todos los tiempos, pintor de costumbres, especialista en temas cinegéticos, y gran paisajista que supo reflejar como ningún otro la belleza del campo extremeño. Personaje además ilustrado, gran defensor del patrimonio artístico de la región e impulsor del conocimiento y aprendizaje de las Bellas Artes, era enterrado después en el Panteón que lleva su apellido, en el Cementerio de San Juan de Badajoz, más conocido popularmente como Cementerio Viejo, camposanto inaugurado en 1.839 y destacado en la región no sólo por ser el más antiguo de nuestra Comunidad, sino el que mayor número de enterramientos concentra y protagonista de tristes pasajes históricos de nuestra última y fratricida Guerra Civil.
Arriba: simulando un clásico templo de tipo próstilo, con cuatro columnas de orden toscano al frente, el Panteón de los Covarsí se presenta como una pequeña pero elegante obra historicista con tintes gregolatinos y elementos decorativos neoegipcios.
Abajo: la portada de acceso al mausoleo de los Covarsí retoma diseños de la antigüedad egipcia, como el Behedety o disco solar alado que preside la entrada.
El Panteón de Adelardo Covarsí, ubicado en la mitad occidental del patio o departamento nº 2 del Cementerio Viejo de Badajoz, muy cercano a la capilla de esta vasta necrópolis, se suma con su presencia al conjunto de artísticos panteones que pueblan este espacio del camposanto badajocense. En un enclave donde los más pudientes de la historia reciente de esta capital han querido salvaguardar sus restos y sus nombres envueltos entre elegantes arquitecturas fúnebres, artísticos y suntuosos acabados, y esculturas piadosas que invitan a la oración o a la reflexión, este panteón destaca a la par por su diseño de tendencia historicista, como por la práctica ausencia de elementos religiosos en él. De modestas proporciones, el mausoleo de los Covarsí se nos presenta como un pequeño templo de trazas clásicas y columnas de orden toscano, conjugado con otros elementos artísticos tomados también de la Antigüedad, como son decoraciones de inspiración egipcia.
Diseñado por A. Zoido, según reza en la esquina inferior derecha de la fachada del sepulcro, bajo la cuarta de las cuatro columnas que sostienen la portada de acceso al monumento, el Panteón de Adelardo Covarsí se engloba dentro del movimiento arquitectónico historicista, recuperando estilos de otras épocas bien de manera exacta, o conjugando elementos de diversa procedencia o fecha, como ocurre en el caso que nos ocupa. Fue este movimiento artístico de amplia difusión durante la primera mitad del siglo XX en la ciudad de Badajoz, donde múltiples familias decidieron reconstruir sus viviendas o levantar nuevos edificios bajo esta nueva tendencia arquitectónica, recuperando principalmente diseños de origen andalusí o de inspiración gótico-renacentista. El edificio de La Giraldilla o el Convento de las Madres Adoratrices son claros ejemplos de ello.
Arriba: detalle de la puerta de entrada al Panteón de los Covarsí cuya cerradura, así como los goznes o bisagras, muestran dentro de un estilo que recuerda el art decó elementos propios de la cultura egipcia, como son las flores de loto, o el perfil de una dama coronada con úreus o serpiente sagrada.
Abajo: tallado sobre el mismo monumento aparece el nombre del autor del mismo en la esquina inferior derecha de la fachada: A. Zoido, Badajoz. Ángel Zoido sería un conocido marmolista de la ciudad, colaborador en la instalación de diversos monumentos así como autor de la Cruz de los Caídos, ubicada en 1.943 en el Parque de la Alcazaba y trasladada años después al Baluarte Trinidad, donde formará parte del conjunto monumental del Héroe Caído.
Como si de un austero templo de tipo próstilo greco-romano se tratara, el mausoleo de los Covarsí aparece como un edificio de planta rectangular y sin vanos exteriores (a excepción de un menudo rosetón en la parte superior trasera), recibiendo la luz externa gracias al material translúcido con el que está techado en cubierta a dos aguas. En la fachada del panteón, donde se ubica el único acceso al mismo, aparece una columnata compuesta por cuatro columnas de orden toscano que se adelantan al edificio sosteniendo entablamento y cubierta, formado el primero con liso arquitrabe, friso con clásicos triglifos y sencillas metopas, y taqueada cornisa. La cubierta por su parte aparece como esbelto frontón, sin decoración alguna en el tímpano. La portada de acceso al interior del sepulcro toma sin embargo elementos basados en el Antiguo Egipto. Así, sobre la puerta de entrada al mausoleo encontramos la representación de Behedety, dios perteneciente al extenso panteón de la mitología egipcia, más tarde asociado a Horus y dando lugar a Horus Behedety, cuya simbología, un disco solar alado, era colocado en los lugares de paso como las entradas a los edificios, cuya tradición se rescata en este monumento. El diseño de la puerta en sí retoma también reminiscencias egipcias, con las jambas colocadas en diagonal de tal manera que el dintel resulta longitudinalmente más corto que el escalón de entrada, lado paralelo opuesto, dando lugar a un trapecio regular. Las metálicas bisagras de la misma, así como la cerradura, con cierto aire de art decó, están diseñados tomando elementos clásicos de la antigua cultura egipcia, como son las flores de loto. En el centro de la portada, y bajo el apellido de la familia, una Cruz de Santiago recortada sobre la fábrica de la misma centra la decoración de la puerta, condecoración con que contaba D. Antonio Covarsí Vicentell, padre del pintor, nombrado caballero de la portuguesa Orden de Santiago de la Espada por el mismo rey Carlos I de Portugal, del que era gran amigo.
Arriba: desde la cruz de Santiago recortada en la puerta de acceso podemos observar, en el interior del Panteón, los nichos de D. Adelardo Covarsí y de su esposa Dña. Valentina González, matrimonio respetado por sus contemporáneos en la ciudad no sólo por el carácter ilustrado del primero, sino por la sencillez y amabilidad de ambos hacia sus vecinos y conciudadanos.
En el interior del Panteón de los Covarsí, los restos del que en 1.947 fuera nombrado Hijo Predilecto de la Ciudad de Badajoz descansan elevados del suelo y envueltos entre blancos mármoles, en la zona izquierda del mausoleo y en perpendicular a la portada, con una marmórea paleta de pintor donde ser recuerda el nombre y la más querida condecoración que la ciudad le pudo dar a este reconocido artista extremeño. Sobre el nicho de D. Adelardo yacen los restos de la que, desde 1.910 fuera su esposa: Dña. Valentina González Mora, fallecida el 20 de febrero de 1.963. Ambos esposos comparten dos originales coronas realizadas con oscuras plumas y metálicos lazos, en perenne e imperecedero luto.
D. Adelardo Covarsí Yustas, discípulo del también reconocido artista pacense D. Felipe Checa Delicado, consigue matricularse en 1.903 en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Tras sus estudios en Madrid y después de largos viajes educativos por Europa, el amor por su tierra y por su familia le llevan a decidir su permanencia en Badajoz, de la que hará desde entonces su vivienda habitual. En la capital pacense dará clases como profesor de la Escuela Municipal de Artes y Oficios, siendo nombrado en 1.923 director de la misma. También en 1.919 será nombrado primer director del Museo de Bellas Artes de esta ciudad. Tanto en una labor como en otra, así como a través de sus pinceles, D. Adelardo Covarsí ejercerá una admirable tarea de defensa y divulgación del patrimonio artístico de la provincia de Badajoz, a la par que la promoción de la belleza de las tierras extremeñas, cuyos atardeceres y paisajes nadie hasta entonces había logrado reflejar con la maestría, cariño y delicadeza como lo hizo el pintor badajocense.
Tal amor por su ciudad y por Extremadura serán más tardes recompensados con dos monumentos erigidos en las calles de la ciudad que le vio nacer. Un año después de su muerte, en 1.952 la ciudad de Badajoz colocaba una escultura de D. Adelardo en el popular Parque de Castelar, compuesta por un busto del pintor realizado por el escultor José Silva, y en cuya basa aparece una reproducción en azulejos de su obra "El zagal de las monjas", fábrica de Cerámicas Navia. Varios años después, en 1.968, el homenaje se repite como agradecimiento del pueblo extremeño a través del monumento conocido como "Los monteros", encargado por el Ayuntamiento pacense al también reconocido escultor emeritense Juan de Ávalos, ubicándolo esta vez junto al Puente Nuevo o de la Universidad, en la orilla izquierda del Guadiana, enclave por donde el pintor solía pasear disfrutando de aquellos bellos atardeceres que posteriormente plasmó en sus lienzos.
Abajo: vista general del monumento erigido en 1.952 al pintor Adelardo Covarsí, representado con sus pinceles y paleta en busto esculpido por José Silva, en cuya basa y lado izquierdo una placa marmórea aparece inscrita con la siguiente sentencia: "...y fundió en sus lienzos el cielo y tierra de la Extremadura, con afán partitivo a veces en favor de los humildes, del que son testimonio las figuras populares de los monteros, señores nativos de las serranías; otras con hondas lejanías sin linderos...".
Abajo: al frente del monumento al pintor ubicado en el Parque de Castelar, un panel de azulejos muestra una copia de su obra "El zagal de las monjas", claro ejemplo del costumbrismo y paisajismo del que Adelardo Covarsí fue gran maestro.
Abajo: erigido en 1.968, el monumento a "Los monteros" junto al Puente de la Universidad, en pleno paseo fluvial pacense, recuerda y homenajea al pintor con una composición cinegética, temática más característica del artista, en un enclave donde habitualmente se le podía ver paseando disfrutando de las vistas y atardeceres que inspiraron muchas de sus obras.
El amor que la ciudad de Badajoz profesó a uno de sus más ilustrados e insignes artistas no sólo se refleja en el homenaje ejecutado por las instituciones y administraciones, sino igualmente en el agradecimiento y admiración que el pueblo mantiene por este Hijo Predilecto. Además de los mencionados monumentos que embellecen las calles de la capital provincial, de la consagracíon de una de sus céntricas vías al pintor, así como el nombramiento de la actual Escuela de Artes y Oficios Artíticos de Badajoz como de Adelardo Covarsí, podemos encontrar por esquinas y rincones pequeños homenajes al artista que el pueblo ejerce recordando algunas de sus más bellas obras. Destaca entre todos ellos el panel de azulejos que en la calle José López Prudencio preside la fachada de uno de los edificios ubicados frente a las traseras de la Catedral, cerca del Palacio Municipal y número 1 de mencionada vía, copia de su obra "El cazador de avutardas".
En 1.948, D. Adelardo Covarsí Yustas recibirá la Medalla de Honor en la Exposición Nacional de Bellas Artes celebrada en Madrid, con su obra "El montero de Alpotreque", expuesta actualmente, junto a algunos de sus más destacados lienzos, en el Museo de Bellas Artes de Badajoz.
Arriba: un panel de azulejos muestra una copia de la obra "El cazador de avutardas" en la popular calle badajocense de José López Prudencio, ensayista pacense que también defendió el regionalismo extremeño en la misma época en que Adelardo Covarsí mostraba con sus pinceles y de manera orgullosa la belleza de su tierra.
Cómo llegar:
El Cementerio de San Juan de Badajoz, o Cementerio Viejo, se ubicó en fechas de su inauguracíon durante la primera mitad del siglo XIX, en las afueras de la ciudad pacense, junto al Antiguo camino de Olivenza. Con el paso de los años y el crecimiento urbanístico de la localidad, el camposanto más destacado de Extremadura se está viendo poco a poco engullido por los nuevos barrios de la ciudad, quedando el Cementerio Viejo enclavado entre las barriadas de Cerro del Viento, de Llera y la Avenida de María Auxiliadora, en la zona suroeste de la población. Desde la Avenida de Jaime Montero de Espinosa, que se une a ésta última en la rotonda de la que parte la carretera de Olivenza, decorada con una magnífica fuente, parte el último tramo de la antigua Carretera al cementerio, por la que aún hoy en día se puede acceder al mismo. Allí, en el patioo departamento nº 2, entre elegantes panteones y cerca de la capilla del camposanto, yacen los restos de D. Adelardo Covarsí Yustas en el Panteón familiar, descansando eternamente el pintor en la ciudad que le vio nacer, y a la que amó y se consagró durante toda su vida.