Erigido posiblemente el edificio entre los siglos XV y XVI, se conserva de la obra original, reformada a comienzos del siglo XX, dos menudas capillas sintetizadas en sencillos retablos pétreos dedicados a la Virgen de los Dolores en el lado del evangelio, al Nazareno en el de la epístola, decorados con pinturas ejecutados al falso fresco que, si bien apenas se conservan en el altar segundo, adivinándose entre los vestigios una estigmatización de San Francisco, ofrecen en el espacio mariano una simbiosis iconográfica donde las representaciones religiosas del Padre Eterno y de algunas de las virtudes cristianas se conjugan tanto con putis como con híbridos seres mitológicos rescatados de la tradición artística más clásica, comunión temática donde lo profano sirve a lo teológico siguiendo el gusto renacentista bajo el que se ejecutaron las obras.
Hinojal (Cáceres). Siglo XVI; estilo renacentista.
Arriba y abajo: ideado como una hornacina cubierta con venera, rodeada por arco de medio punto (arriba) y delimitada por una estructura de doble cornisa sobre columnas coronada con tímpano semicircular abrazado por volutas (abajo), el retablo del lado del evangelio custodia hoy una imagen de altar de la Virgen de los Dolores, sacro espacio destinado posiblemente en su origen a otra talla o advocación según se adivinaría por la pechina dibujada en el espacio central de la composición, hoy tapado por el negro manto de la Madre de Dios, circundado por el rico programa iconográfico que inunda el enclave.
Arriba y abajo: bajo un Padre Eterno bendiciendo, aparece el espacio suscrito entre sendas cornisas ocupado por una seriada colección de putis o angelotes acompañados de aves, frutas y otros elementos decorativos que recuerdan la idea ornamental y compositiva del más escenográfico de los estilos de pintura romana, conocido como cuarto estilo pompeyano, rescatándose el espíritu clasicista no sin dejar de figurar conjugado con la función religiosa tanto reinante como destinataria, observándose unas cuentas de collar que pudieran hacer referencia al rosario cristiano (arriba), indubitativo el carácter religioso de la obra observando por su parte las figuras femeninas que centran los espacios resultantes entre el arco, las columnas laterales y la cornisa inferior, así como sendas superficies bajo venera acompañantes de la pechina media, enclaves ocupados por las representaciones de algunas de las más destacadas virtudes cristianas ofrecidas con su simbología personal, ubicada la Fe con cáliz, hostia y cruz en la enjuta izquierda, la Fortaleza con columnas y león en la derecha (abajo), así como la Caridad y la Templanza en el espacio central de la capilla (abajo, siguientes), acompañada la primera de los tres niños a los que amamanta y cuida, portando su compañera un águila, rapaz que sobrevuela a baja altura y tomada por tal como animal prudente.
Arriba y abajo: presentan tanto el arco central de la composición arquitectónica como las pilastras sobre las que se sustenta una serie de casetones seriados que recorren a la par su banda externa así como la cara interior de la obra edilicia, ornamentados éstos con motivos clásicos variados cuya idean repiten aunque no así el diseño personalizado de cada uno de ellos, protagonizando una colección de angelotes representados como querubines los casetos que discurren por el propio arco en sí (abajo), conjugadas las criaturas celestiales con flores y seres híbridos y mitológicos en el resto de la estructura edificativa (abajo, siguientes), tales como volátiles sirenas rescatadas de su más arcaica figuración .
Arriba y abajo: de igual composición arquitectónica a la ofrecida por su altar hermano sito frente a ella en el lado del evangelio, la capilla enclavada en el lado de la epístola ha llegado a nuestros días por el contrario despojada de la mayor parte de las pinturas que originalmente la cubrían, desaparecidas por completo aquéllas que ornamentasen la cornisa superior y la coronación que la supeditaba, así como gran parte de la cornisa baja y mitad inferior del cuerpo principal del retablo, desprovisto de casetones en su arco de medio punto central, así como de columnas que delimiten la obra en sus flancos, conservándose la obra pictórica que se descubre en el friso entre cornisas, donde se repite la presencia de angelotes, sosteniendo en este caso la Santa Faz o paño de la Verónica, apenas rodeados de otros elementos compositivos en una ornamentación mucho más austera que la vista en el altar frontal a éste, apareciendo repartido entre las enjutas del arco la representación de la milagrosa estigmatización de San Francisco en el monte Alvernia acontecida en septiembre de 1.224, con la figura del santo arrodillada en el espacio izquierdo, la aparición de Cristo crucificado en la enjuta derecha, advirtiéndose tras la figura del santo fraile lo que parecen ser un par de peregrinos acompañados de un jumento, factible referencia a la proximidad del camino mozárabe hacia Santiago de la localidad hinojaliega, si bien pudiéramos estar por el contrario ante el milagro que el mismo santo protagonizaría junto al lobo de Gubbio, mientras que bajo la figura del Crucificado los escasos restos pictóricos parecen corresponder a la figura de fray León, compañero del santo de Asís presente en el momento de los supuestos hechos acaecidos en plena celebración de la Exaltación de la Santa Cruz, motivo por el que quizás el artista llevase a desarrollar esta escena en un altar que posiblemente se dedicase primitivamente a Cristo en su martirio final, conclusión a la que podemos llegar tras analizar el arco central y percibir una antigua doble horadación en el mismo, presuntamente para alojar allí la talla de un Crucificado, hecho que motivaría la sobriedad decorativa, así como la presencia de un nublado firmamento donde el sol y la luna aparecen entre nubes tormentosas, probable referencia a los fenómenos astrales y acontecimientos atmosféricos que acompañaron el momento de la muerte de Jesús en el monte Gólgota, desde el que se divisaría una Jerusalén que se ha perdido pero de la que restan los pináculos de alguna de las torres con que sería representada la ciudad santa.
Abajo: si bien se desconocen datos sobre la autoría y ejecución de las pinturas de los retablos laterales de la parroquia hinojaliega, un atento estudio de sus elementos compositivos, del programa iconográfico utilizado y de sus particulares características estilísticas podría permitirnos vincularlo con otro ejemplar pictórico con el que guarda una similitud artística extraordinaria, no sólo en cuanto al idéntico uso de componentes temáticos, que encontraría igualmente parecido con otras pinturas murales renacentistas de la región tales como las desarrolladas en la capilla del cacereño Palacio de los Carvajal, sino especialmente en la pareja traza, diseño y pinceladas de los componentes figurados, abriéndose así la posibilidad de extrapolar a uno los datos de autoría registrados sobre el otro, siendo éste concretamente el conjunto de pinturas que decoran el que fuese destinado a Salón de Sesiones del antiguo palacio consistorial trujillano, también conocido como Casas Consistoriales o Ayuntamiento Viejo, hoy sala de vistas del Juzgado de 1ª Instancia e Instrucción nº 1 de Trujillo, ejecutadas a finales del siglo XVI y acordadas según reza en los dos únicos documentos encontrados donde se trate explícitamente el tema, expuestos por D. Juan Tena Fernández en su obra Trujillo histórico y monumental, en octubre de 1.585 entre los comisionados designados por el Consistorio y un pintor de Cáceres, director por tanto éste de un equipo de artistas que muy seguramente actuase también en Hinojal en años próximos al mencionado.
Abajo: sería el Salón de Sesiones de las Casas Consistoriales de Trujillo decorado con pinturas al fresco en la parte superior de sus muros, a la altura de los dos ventanales abiertos en el flanco meridional de la doble estancia, ornamentadas igualmente sendas cúpulas de coronación del habitáculo y las ocho pechinas de sustentación de las mismas, restaurados los frescos en su totalidad en 1.882 por Antonio Picazo tras haberse visto gravemente dañado el edificio durante la invasión napoleónica, así como en 1.957 previa destinación del enclave a biblioteca municipal, año en el cual se repintaron por personal de la Dirección General de Bellas Artes pechinas y pinturas del lado sureño, correspondientes éstas a las virtudes cardinales, apreciándose un claro contraste artístico cualitativo entre dichos espacios pictóricos y los paneles desarrollados en los muros occidental, oriental y norteño, donde puede saborearse la obra en su diseño primitivo planteado éste en base a una escena central en cada uno de los cuatro enclaves, contando dos el muro septentrional, rodeado de una serie de roleos entre los que surgen un sinfín de complementos muy del gusto clásico, confeccionando tal colección diversos animales exóticos, amorcillos y angelotes, animales híbridos y fantásticos cercados en su parte inferior por una cenefa donde, en el panel occidental, ciertos putis sostienen entre volutas y elementos vegetales las cintas que enlazan entre sí diversas faces femeninas que engalanan tal serie ornamental, muy similar a las secuencias vistas entre las cornisas de los retablos hinojaliegos y que, en el caso del muro de poniente del salón consistorial acompaña una interpretación del entre histórico y legendario capítulo que describe cómo Guzmán el Bueno arrojaría su propia daga al enemigo para que ejecutasen a su hijo capturado antes que entregar por la vida de éste la ciudad de Tarifa, en toda una alegoría patriótica frente al interés personal utilizada como referente en un espacio dedicado a la toma de decisiones de la vida pública de la ciudad trujillana.
Abajo: siguiendo el planteamiento pictórico desarrollado en el frontal occidental, el más cercano a éste de los dos paneles del lado septentrional muestra en su cuadro central la legendaria inmolación de Curcio arrojándose montado a caballo a la sima que se había abierto en el foro romano, a fin de poder cerrar el mismo y salvaguardar así la salud de su patria, cumpliendo con el oráculo que dictaminaba sacrificar lo más valioso de Roma y que Curcio entendería como la juventud y fortaleza de los soldados, sacrificando la suya propia en un nuevo ejemplo de patriotismo que, al igual que en el ejemplar hermano visto a la izquierda del mismo, se desarrolla en dos tiempos que ocupan la misma escena, apareciendo en la zona zurda de la misma el joven héroe a caballo saltando al vacío, observándose a la par al héroe ya inmerso en el foso, de la misma manera que el hijo de Guzmán figurase tanto detenido junto a las murallas de Tarifa como siendo degollado frente a la urbe defendida por su padre, analogía pictórica que encuentra también paralelismo en la cenefa inferior de la composición mural, repitiéndose la temática seriada de la obra de poniente y, por tanto, semejanza con las pinturas hinojaliegas.
Abajo: la semilegendaria gesta de Cayo Mucio Escévola se ve interpretada en el panel central de las pinturas sitas en la sección oriental del flanco norteño, desarrollándose en esta ocasión no dos sino tres acciones de la narración de tal episodio mítico en la misma escena, con el héroe partiendo de la amurallada ciudad de Roma en busca del rey Porsena, a la izquierda de la composición, apareciendo nuevamente el joven soldado en la esquina superior derecha de la obra cuando alcanzado el campamento etrusco que mantenía sitiada la ciudad, y a fin de quitarle la vida al monarca, ejecuta erróneamente a otro personaje ante la dificultad de reconocimiento de su máximo enemigo, visualizando finalmente al héroe en el punto central de la obra quemándose el brazo una vez detenido como autocastigo por su desacierto, nueva alegoría al amor por la patria y a la defensa del honor que enlaza con símiles alabanzas lanzadas por las pinturas compañeras vistas a la izquierda de la presente, con las que comparte diseño compositivo general aunque diferente versión de cenefa inferior, advirtiéndose en este ejemplar una combinación de putis, híbridos femeninos y arcaicas sirenas que recuerdan a los personajes incrustados en el arco y jambas del mismo de la capilla del evangelio hinojaliega, sorprendiendo su extrema similitud hasta el punto de ser más que factible el poder hermanar unas con otras.
Abajo: a diferencia de lo observado en el resto de escenas desarrolladas en los muros septentrional y de poniente, el panel que preside las pinturas que culminan el muro oriental del doble salón consistorial, ubicadas sobre la capilla inscrita en este punto de la sala destinado a cabecero de la misma, utilizado el retablo que la puebla durante las celebraciones religiosas que allí se acometían como complemento de las sesiones concejiles, aún conservada hoy en día su estructura y la tabla mariana de Pedro de Mata sita en él a pesar de las vicisitudes vividas por el edificio y los diferentes usos dados al mismo, no muestra diversos momentos temporales de un mismo capítulo histórico o legendario dentro de la misma escena, sino un acontecimiento único desarrollado en un mismo espacio que, sin embargo, se muestra dividido en dos términos visuales enfrentados y ocupados por los dos grupos de personajes que protagonizan la historia narrada, interpretación del Juicio de Salomón que muestra al sabio monarca juzgando desde su trono a la diestra de la imagen, enclavadas sendas madres litigantes a la izquierda de la composición mientras que los dos niños, muerto uno y vivo el otro, ocupan el punto central del cuadro, alegoría esta vez no del patriotismo ni del honor sino del buen, sabio y justo veredicto tomado igualmente como antecedente o sugestión por los cargos públicos que desde este mismo enclave deberían pronunciar normas y dictámenes sobre los acontecimientos y vida de la ciudad trujillana, lugar curiosamente destinado con el paso de los siglos y en la actualidad a la realización de sesiones judiciales llevadas a cabo por el órgano judicial trujillano, antojándose querer las pinturas mantener su propósito inspiracional presentándose como las posiblemente mejores obras murales renacentistas de carácter civil de la Alta Extremadura, cuyas hermanas menores podrían encontrarse muy probablemente en la hinojaliega parroquia de la Asunción.