Arriba: ubicado a los pies de la Torre de la Puerta del Alpéndiz, como refuerzo en la esquina más septentrional de la misma, un fuste visigodo permanece allí fijado desde que fuera colocado por los arquitectos hispano-musulmanes que dieron forma a la Alcazaba de Badajoz.
Hace poco más de un año publicaba en este blog una entrada y artículo dedicado a los vestigios visigodos conservados en el casco antiguo de Badajoz, titulado como tal y con el que presentaba un resumen y análisis de los restos de presunto origen hispano-visigodo que aún hoy en día aparecen diseminados por las calles, plazas y rincones de la capital pacense, enriqueciendo un patrimonio desconocido y muchas veces infravalorado y vilipendiado.
Se intentaba con el estudio mencionado rescatar para el conocimiento del público general un aspecto poco conocido de la herencia histórico-cultural que ha llegado a nuestros días en la ciudad de Badajoz. Un aspecto que aún en el presente ofrece una gran diversidad de incógnitas derivadas de la falta de datos sobre el origen de las piezas catalogadas y datadas en la época de dominación visigoda de estas tierras, y que hace barajar y valorar la idea que plantea el origen de la ciudad enclavada a orillas del Guadiana antes de su fundación por las huestes de Ibn Marwan, partiendo de una aldea o pequeño núcleo urbano de población hispano-visigoda.
Arriba: aspecto que en ocasiones presentan los alrededores de la Puerta del Alpéndiz, zona profundamente degradada y abandonada de Badajoz donde el patrimonio histórico-cultural ubicado en este enclave permanece sometido a un impune vandalismo mientras se cubre, como en el caso del fuste visigodo, de suciedad y malas hierbas.
Las piezas presentadas en febrero de 2.011 sorprenden al lector y al visitante que se deja pasear por el casco antiguo badajocense, mostrando una cara oculta y poco conocida del pasado de esta localidad. Un pasado rico en hechos pero tristemente respaldado por un listado de monumentos que han sufrido los avatares de cruentas batallas y guerras sin fin derivadas de la posición fronteriza de esta plaza fuerte española, así como víctimas del expolio y del vandalismo. Sin embargo la historia pasada no deja de estar presente en la ciudad, reapareciendo continuamente y de nuevo a raíz de excavaciones o de la mano de investigaciones, a veces incluso mostrándose agradecida al viajero que decide invertir parte de su tiempo admirando el casco antiguo pacense, y especialmente las murallas de una ciudad que dieron comienzo a la misma y que han visto crecer la urbe a sus pies desde que ésta partiera del primitivo Cerro de la Muela.
Es así como, tiempo después de publicada la entrada mencionada sobre los vestigios visigodos en el casco antiguo de Badajoz, el autor de estas líneas percibió, con gran sorpresa y satisfacción, la presencia de restos de un fuste presuntamente de fábrica visigoda ubicado a los pies de la Torre del Juego de la Condesa, también conocida como de la Puerta del Alpéndiz, por estar ésta ubicada junto a dicha entrada norte de la Alcazaba pacense, para cuya defensa fue diseñada y destinada. Siendo este acceso al interior del recinto amurallado el considerado uno de los más antiguos de los existentes en la fortaleza hispano-musulmana de Badajoz, presenta esta portada grandes paralelismos constructivos respecto a su hermana y meridional Puerta del Capitel, destacando ambas dentro del mundo militar hispano-musulmán así como en el campo de las construcciones defensivas medievales por su diseño y trazado en recodo, para lo cual la torre anexa a la puerta jugaba un papel fundamental, motivo por el cual las esquinas de mencionadas construcciones se vieron reforzadas, más que decoradas, por fustes de fábrica hispano-visigoda pertenecientes posiblemente a la misma recopilación de material que de este origen premusulmán se encontrase en las inmediaciones o bajo los terrenos sobre los que se fundó la primitiva Batalyaws, reutilizados igualmente en otras zonas de la Alcazaba y alrededores de la misma.
Arriba: durante la Edad Moderna y debido a su posición fronteriza, la ciudad de Badajoz conoció la construcción de su sistema abaluartado, en cuyo diseño se incluyó la clausura de la Puerta del Alpéndiz partiendo de la Torre del Juego de la Condesa el lienzo del semibaluarte de San Antonio, quedando el fuste visigodo al exterior del mismo y la portada almohade sin uso, hasta que un portillo se abrió en este flanco en la primera mitad del siglo XX.
Abajo: vista exterior de la Torre de la Puerta del Alpéndiz, en cuyo recodo externo izquierdo se conserva el fuste presuntamente visigodo, enclave profudamente desatendido donde la estructura del monumento está dañada, a la espera de una nueva intervención que permita el estudio, excavación y salvaguarda de este monumento.
Se erigió inicialmente el sistema amurallado del complejo defensivo musulmán inmediatamente y a raíz de la fundación de la ciudad por Ibn Marwan a finales del siglo IX y durante el periodo correspondiente a la existencia en la Península Ibérica del Emirato Cordobés. Sin embargo, y como ocurriera en otros enclaves andalusíes reconquistados parcialmente por la tropas leonesas a mediados del siglo XII, fruto del avance hacia el Sur de los reinos cristianos del Norte apoyado en el eclipse de la dominación almoravide peninsular, la llegada de los almohades no sólo supuso la retirada de los leoneses, sino además el refortalecimiento de las murallas y sistemas defensivos de las ciudades recuperadas para el Islam. La Alcazaba de Badajoz conoció durante este periodo una de sus mayores restauraciones y reformas, fruto de las cuales apareció la Puerta del Alpéndiz, y con ella la Torre que la acompaña. Posiblemente durante la campaña de obras efectuadas en 1.169 fue cuando los arquitectos decidieran utilizar el fuste marmóreo albino que se conserva a los pies de la Torre donde entonces se ubicó, y que aún hoy en día se conserva unido a la arista exterior más septentrional de la misma, observando el devenir de la historia pacense desde su humilde posición, pieza reconvertida en defensa de la traza del amurallado, indefensa ahora ante el olvido en que ha caído este histórico rincón del patrimonio badajocense, reflejo del vandalismo que acampa en la zona, expectante ante una controvertida restauración y recuperación del entorno, pero sorprendiendo pese a todo al visitante al que susurra los ecos de su rico pasado, convirtiéndose así en un tesoro en el camino.
Arriba: aspecto actual que presenta el Portillo anexo a la Puerta del Alpéndiz, abierto en el lienzo norte de la Alcazaba pacense para permitir el acceso al interior de la misma tras la clausura de la portada musulmana, y donde permanecen los restos de una blanca pieza marmórea de aspecto semejante a los fustes presuntamente visigodos conservados en el casco histórico de Badajoz (izquierda de la imagen), barajándose la posibilidad de que mencionada pieza comparta el mismo origen que las demás, recuperada en alguna de las excavaciones que ha sufrido la zona, o incluso tomada de la Torre del Juego de la Condesa.
Arriba y abajo: imágenes interior y exterior respectivamente de la Puerta del Alpéndiz, donde se puede apreciar, en la primera, la defensa de la misma por la Torre del Juego de la Condesa, así como, en la segunda, el diseño en recodo de este acceso almohade al interior de la Alcazaba pacense y la decoración de la misma a base de sillarejo, alfiz y dañado arco de herradura, motivos más que suficientes para valorar este enclave dentro de las obras militares medievales, así como entre los monumentos histórico-artísticos más destacados de la región, poseyendo la Alcazaba pacense la declaración de Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento desde 1.931 (Gaceta de Madrid nº 155, de 04 de junio de 1.931).
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