El uso de las vegas del río Guadiana como enclave agropecuario no es actual. La riqueza natural del lugar, así como la cercanía inmediata del agua, favorable ésta tanto a la primera como para su uso directo en las tareas agroganaderas, serían valorados durante siglos por los diversos pueblos que pasaran por la zona, convirtiendo Roma el lugar en una franja propicia para la instalación de villas dedicadas fundamentalmente a la agricultura, quedando salpicado el curso del río, así como sus territorios aledaños, por multitud de explotaciones que el paso de la historia hiciera caer en el abandono, olvidadas con las centurias y volviendo a salir muchas de ellas a la superficie a raíz de las continuas labores agrarias que siguen dándose sobre tales terrenos, hoy parte de la región de Extremadura.
Muchas de ellas localizadas en las cercanías de Mérida, capital entonces, como Emérita Augusta, de la provincia de la Lusitania, a lo largo del siglo XX se pudieron descubrir dentro del término municipal de Badajoz y alrededores del mismo, los vestigios de varias villas romanas más que vendrían a engrosar el cada día más largo listado de explotaciones conocidas y dadas durante el periodo de dominación latina, verificando la presencia romana en un lugar que, si bien no conociese la fundación de un enclave urbano como tal en él, sí viviese el asentamiento poblacional a través de variadas villas, conformando una huella romana de la que el diario HOY de Extremadura se ha querido hacer eco, elaborando un vídeo en el que se divulga el patrimonio romano preservado a través de las villas romanas de La Cocosa y Las Tomas, sendas dentro del término municipal pacense, ilustrándonos igualmente sobre la villa romana de Pesquero, inserta en el inmediato término de Pueblonuevo del Guadiana.
Solicitada la colaboración de Extremadura: caminos de cultura a la hora de poder ejecutar el mismo, instado el uso de las fotos que a través del blog se publicasen en diciembre de 2.016 sobre la villa romana de Pesquero, se aceptaría gustosamente la cooperación, en pro de la divulgación de este vetusto patrimonio, tan rico como, tristemente, abandonado. El resultado sería publicado en la web del citado periódico regional el pasado 27 de marzo del presente año, invitando desde el presente rincón de la red al visitante y lector a visualizar el mismo, acompañándose estas palabras del vínculo a la publicación, incluyendo igualmente el propio vídeo en cuestión, deseando sea del agrado de los seguidores y no sin dejar de utilizar la ocasión para felicitar a sus autores sobre el mismo, agradeciendo el haber querido contar con nuestro trabajo para llevar a cabo la elaboración de éste.
https://www.hoy.es/badajoz/huella-romana-badajoz-20210327193740-nt.html
Aprovechando la presentación de tal colaboración y reportaje, hemos creído conveniente, además, adjuntar no sólo el enlace al álbum fotográfico que sobre la villa romana de Pesquero fuera presentado años atrás, sino inclusive ofrecer dos actualizadas colecciones sobre las villas de La Cocosa y de Las Tomas, respectivamente, invitando al visitante a conocer con más detalle tales monumentos heredados por Badajoz y Extremadura, deseando sean del gusto del lector y, sobre todo, sirvan para la ilustración y divulgación de este patrimonio inmediato a la capital pacense, donde erróneamente se cree habitualmente que no existe ni se mantiene herencia inmueble de aquella pasada época histórica. Esperemos que este trabajo ayude a subsanar tal errata, esparciendo el conocimiento y puesta en valor del mismo.
http://caminosdecultura.blogspot.com/2016/12/villa-romana-de-pesquero-en-pueblonuevo.html
Arriba y abajo: a las villas romanas de El Pesquero, inserta en el término municipal de Pueblonuevo del Guadiana, Las Tomas y La Cocosa, dentro éstas del territorio municipal de Badajoz, podríamos sumar a fin de hacernos a la idea más ampliamente de la huella romana dejada sobre esta porción de la vega y aledaños del río Guadiana, aquellas villas descubiertas en las cercanías de Talavera la Real o, inclusive, la villa romana de Quinta das Longas, en las inmediaciones de la portuguesa localidad de Elvas, contándose hasta cinco villas en los contornos de la población talaverana, dos de ellas junto al río Entrín en la finca Aldea del Conde -bautizadas por tal motivo como villas romanas del Conde I y II-, nombrada como de Las Termas aquélla en la cual, a medio camino entre Talavera y Guadajira, fuera hallado un relieve marmóreo de factura visigoda (arriba), procedente de un vicus que tomase el relevo a la explotación romana previa -observándose en la menuda pieza una cabra sobre posible fondo vegetal, donada al Museo Nacional de Arte Romano de Mérida en 1.987 y mostrada dentro de la colección de arte visigodo dependiente de éste-, rescatándose igualmente piezas escultóricas tanto de la villa romana de El Carrascalejo -explorada en los pasados años 60 por Antonio García y Bellido-, como de la de Los Mártires, consistentes las primeras en sendas cabezas de Eros y Pan, así como una majestuosa figura femenina vestida, descubriéndose en el segundo yacimiento los vestigios de un grupo escultórico basado en el rapto de Ganímedes por Zeus convertido en águila, así como una representación marmórea de Silvano (abajo), conservado y expuesto en el Museo Arqueológico de Badajoz, en la que el dios de los campos ofrece sobre su capa, confecionada con la piel de un carnero, los frutos agrícolas que protegería, venerado por tal motivo entre tantas villas y explotaciones que siglos atrás vertebrarían económica y poblacionalmente este rincón de la Península Ibérica.
VILLA ROMANA DE LAS TOMAS (BADAJOZ)
(Álbum fotográfico fechado a 13 de mayo de 2.021)
Conocida ya a comienzos del siglo XX, no sería hasta 1.988 cuando se incoase, a través de resolución de 24 de septiembre (publicada en DOE nº 83, de 18 de octubre), expediente a fin de obtener la declaración por la Junta de Extremadura como Bien de Interés Cultural, con categoría de Zona Arqueológica, a favor del yacimiento de Las Tomas, dentro del término municipal de Badajoz. Sin embargo, más de treinta y dos años después, no sólo no ha llegado la declaración definitiva mencionada, sino que, inclusive, el yacimiento sigue pendiente de un profundo estudio y excavación arqueológica completa que permitiese descubrir con detalle los términos del mismo, sacando a la luz y poniendo en valor una villa romana inscrita a pocos metros del casco urbano pacense, que ve con los años acercarse cada vez más a ella la expansión geográfica de la ciudad, puesta en peligro la integridad de los componentes tanto conocidos como por desenterrar del monumento, dejados a su suerte aquéllos preservados a la luz del día y correspondientes a la principal presa que, formando parte de un complejo hidráulico fechado en el siglo II d.C., permitiese antaño surtir de agua a la vetusta explotación agropecuaria de la que dependía.
Ubicado tal dique romano tras las instalaciones de la empresa Hierros Díaz, con acceso a estas últimas desde la carretera N-V en su entrada a la ciudad de Badajoz, avenida Diario HOY, es esta construcción de ingeniería latina prácticamente la única obra edilicia dependiente de la villa romana de Las Tomas a la vista hoy en día, conocida también del complejo agrario una necrópolis de incineración que, al oeste de la presa y a raíz del ensanchamiento de la carretera anexa y construcción de la inmediata estación de servicio, fuese parcialmente exhumada antes de su semidestrucción, desenterrándose ocho sepulturas, siete de ellas semisaqueadas, obteniéndose de entre los ajuares conservados piezas cerámicas que permitieron datar el camposanto a mediados del siglo I d.C., centuria en la cual, por tanto, estaría seguramente iniciado el proceso constructivo de la villa, habitada hasta finales del siglo IV o comienzos del siglo V, a juzgar por la fecha más reciente dada entre los materiales cerámicos y numismáticos hallados en los contornos, tal y como indicaría Luis Alonso Rubio Muñoz en el artículo que dedicado al yacimiento fuera publicado en la revista Alminar, nº 37, de septiembre de 1.982.
Auspiciada por una segunda represa que, a sudeste de la principal, ayudase a encauzar las aguas de lluvia escurrida desde las colinas cercanas en la cuenca artificial donde se asentase el pantano, se llenaba éste con tales precipitaciones caídas sobre el terreno, y no de un cauce fluvial permanente, soportadas por un dique recto de al menos 80 metros de longitud, conservado hasta 1,70 metros de su alzado, 2,10 metros en su anchura máxima, considerados los vestigios actuales el coronamiento de una primitiva obra que quedase con los siglos semienterrada, pudiendo llegar a superarse los 5 metros de altitud, a juzgar por la profundidad de la torre de distribución inscrita aledaña a éste, aún en pie pero muy deteriorada debido a su conversión antaño como vivienda, posteriormente abandonados definitivamente tales vestigios del yacimiento, engullidos en la actualidad por la vegetación, sin que falte en su derredor la basura.
Arriba y abajo: considerado hoy la parte vista de la presa de la villa romana de Las Tomas tan sólo el coronamiento del dique original, serían inicialmente los limos del propio pantano, la tierra en general después, los causantes del lento ocultamiento de la obra de ingeniería, aún sobre la superficie más de un metro de alzado de la misma en su parte preservada central (arriba), semienterrada la porción que del monumento asoma duramente entre la vegetación en la esquina oriental de la vetusta infraestructura (abajo), apreciándose la rectitud del muro de contención de que se compondría tal presa tanto en esta esquina levantina (abajo, imágenes segunda y tercera), como en la prolongación contraria del dique (abajo, imagen cuarta), obligando a reforzar la parte central de la misma ante la derivación del peso del líquido embalsado hacia tal punto de la obra.
Abajo: preservados a ambos lados de la torre de distribución el alzado de la parte central del dique de que se compondría la principal presa que capitaneara el complejo hidráulico de que dispusiera la villa romana de Las Tomas (abajo), puede observarse tanto a oriente (abajo, siguiente), como a poniente (abajo, imagen tercera) del torreón, la característica más llamativa de la presente obra latina de ingeniería, consistente ésta en el refuerzo del dique no por su cara externa, sino desde el interior de la propia cuenca de la charca en sí (abajo, imagen cuarta), elevándose los contrafuertes que ayudasen a contrarrestar el peso soportado por el muro en la cara interna del bien, ampliamente visibles los cuatro pilares conservados inmediatos a la cara occidental del castella aquarum (abajo, imagen quinta).
Abajo: construida, al igual que el resto del dique, con opus caementicium o hormigón romano, mezcla de mortero y guijarros usada ampliamente en las obras de ingeniría elevadas a lo largo de sus dominios por la antigua Roma, la torre de distribución de que constase la presa de Las Tomas se mantiene unida al muro de contención por su costado norteño (abajo, y siguiente), pudiéndose observar desde lo alto de éste la planta rectangular del torreón desde el cual fuera distribuida el agua embalsada a sus pies (abajo, imagen tercera), con 4,30 metros de largo y 3,80 metros de anchura, prácticamente desaparecida la pared meridional, fotografiada sin embargo a comienzos del siglo XX, semidesaparecida igualmente su hermana levantina, mejor preservadas las septentrional y de poniente (abajo, imagen cuarta), obervándose vigente entre éstas una pieza pétrea que, inscrita en la propia esquina de unión entre ambas tapias, posiblemente sirviera antaño a la infraestructura edilicia interna del castella aquarium (abajo imagen quinta), atisbándose bajo la misma la continuidad de profundidad del torreón, a pesar de haberse visto su interior engullido por lodos y los mismos escombros de sus desaparecida estructura, sabiéndose una altura interna superior a los 5,50 metros, hallada a tal hondura la salida del aliviadero.
Abajo: expuesto entre las vitrinas que, en el Museo Arqueológico Provincial de Badajoz, componen la sala dedicada a Roma, el disco de un antiguo espejo romano, al parecer fabricado en bronce pulido, nos hablaría no sólo de la vida cotidiana de la época, sino inclusive del acercamiento de las costumbres caseras y de los útiles propios de la cultura romana, no sólo a las ciudades de las provincias, sino inclusive a las villas que salpicaban el resto del territorio dominado, hallada en la villa de Las Tomas esta magnífica pieza que nos habla del ciudado por la imagen de la que probablemente fuera una de las figuras femeninas relevantes a lo largo de la historia de este asentamiento rural, cuya necrópolis nos habla de un establecimiento ya efectuado a mediados del siglo I d.C., prolongado hasta fines del siglo IV o comienzos del siglo V, a juzgar por la fecha de datación de los material más modernos hallados entre las superficies que ocupase la vetusta explotación agropecuaria, a confirmar por un estudio completo y una exhaustiva intervención arqueológica en la zona, aún a la espera de los mismos.
VILLA ROMANA DE LA COCOSA (BADAJOZ)
(Álbum fotográfico tomado a 03 de agosto de 2.020, y 17 de mayo de 2.021; cumplimentado con imágenes de marzo de 2.011)
Sería en 1.945 cuando se diera comienzo a las excavaciones arqueológicas que tratarían de sacar a la luz los secretos escondidos bajo tierra en un enclave que, dentro de la finca conocida como La Cocosa y a poca distancia del arroyo Hinojales, dentro del término municipal de Badajoz pero cercanías de la localidad de Valverde de Leganés, llevaba tiempo dejando entrever la riqueza patrimonial oculta en sus entrañas, devolviendo habitualmente a la superficie las tareas agrícolas retazos de la villa romana que allí esperaba su resurgimiento, desde su abandono entre los siglos VI d.C. y VIII d.C. Tras emerger a la superficie un rico mosaico inscrito en la zona termal del monumento, se consideró indispensable iniciar un profundo estudio y exploración científica sobre el terreno que, bien vistos por el que fuera propietario de la hacienda, D. Luis Mendoza Bootello, dirigiría el jefe por entonces de la Institución de los Servicios Culturales de la Diputación de Badajoz, D. Esteban Rodríguez Amaya, corriendo a cargo del historiador y arqueólogo menorquín D. José de Calasanz Serra Rafols la cartografía y elaboración del decálogo de los trabajos efectuados con sus consiguientes conclusiones, ofrecido este último al público en 1.952. Las excavaciones lograban poder ofrecer la villa romana de La Cocosa como una de las principales explotaciones agropecuarias de Lusitania. El yacimiento, centrado por un amplio peristilo al que llegarían a abrirse hasta veinte habitáculos, contaba con amplias dependencias dedicadas al servicio y a la producción anexas a la pars urbana. Dotada de unas termas particulares de considerables dimensiones y espectacular conservación, junto a la misma se descubrirían restos de construcciones paleocristianas que nos hablarían de una cristianización del enclave y, por tanto, de una posible amplia cronología y largo asentamiento poblacional vivido por el inmueble dsde su fundación a mediados del siglo I d.C., cumplimentado con una cercana capilla, simbiosis entre templo, mausoleo y baptisterio, que, a Sudeste del yacimiento principal y corta distancia al mismo, fuera igualmente recuperada para el patrimonio tardorromano y visigodo extremeño.
Paralizadas las excavaciones desde entonces, a pesar de la riqueza histórica y arqueológica del inmueble, así como de la presunta amplitud de los contornos del total del yacimiento, de por sí majestuosa la zona estudiada y rescatada, no sería hasta los pasados años 90 cuando se llevase a cabo una intervención en el lugar, destinada a una limpieza del terreno, engullido por la vegetación, repetida ésta a lo largo de la última década -año 2.018- sin que, por el contrario, haya sido aún puesto el enclave en valor, no retomadas ni ampliadas las exhumaciones arqueológicas, no fijadas o consolidadas las ya existentes, semiabandonado el lugar a la espera de un empuje definitivo que permita, si bien su visita es posible libremente hoy en día, una conveniente vigilancia y una adecuada protección que custodie y divulgue este magnífico bien.
a) Pars urbana: entrada (1), peristilo (2), patio con dolia (3), cámara anexa al patio con dolia (4), horno (5), cocina (6), cubículos anexos a la cocina (7 y 8), tablinum (9), dependencias orientales (10), cámara suroriental (11)
Arriba y abajo: iniciado su proceso de construcción al parecer a mediados del siglo I d.C., coincidiendo con el auge y proliferación del modelo de explotación agropecuaria adscrita a una villa a lo largo de la cuenca del río Guadiana, una vez fundada y consolidada la capital provincial lusitana, Emérita Augusta, a orillas del propio cauce fluvial, la villa romana de La Cocosa orientaría el edificio de que constase la pars urbana, o inmueble residencial, hacia el Noroeste, abierta su puerta principal de acceso (1) en el flanco sureño de la misma (arriba), enmarcada entre desaparecidas columnas y conectada ésta a través de un pasillo (abajo) al peristilo o patio central (2), en torno al cual se distribuiría la práctica totalidad del espacio señorial (abajo, siguiente), pavimentados los corredores del claustro con argamasa romana, generando un suelo bastante parecido al cemento actual (abajo, imagen tercera), delimitado el jardín o espacio abierto por un sólido bordillo de opus caementicium, especialmente conservada la esquina noroccidental de éste (abajo, imágenes cuarta y quinta), entrecortado regularmente tal reborde a fin de acoger las piezas pétreas sobre las que se apoyarían las columnas o fustes que servirían de sujección al tejado de cierre de los corredores del patio porticado (abajo, imagen sexta), posiblemente inclinado tal coronamiento hacia el espacio central, a modo de impluvium, permitiendo desaguar el agua de lluvia en la zona ajardinada, dotada ésta de diversas fuentes ornamentales (abajo, imagen séptima) insertas junto al margen delimitativo del área abierta, a modo de decoración del enclave vertebrador de la vivienda, cuyas galerías al parecer estaban recubiertas de estuco y dotadas de pinturas murales, a las que se abrirían hasta una veintena de habitáculos y habitaciones, así como un patio anexo con dolia (3) en su esquina suroccidental (abajo, imagen octava).
Abajo: recubierto sus suelos, al igual que en el peristilo y pasillo de acceso a éste desde la puerta principal de acceso a la vivienda, por argamasa romana (abajo), se inscribe junto a la esquina suroccidental del peristilo (abajo, siguiente) un patio anexo (3) destinado a convertirse en depósito para dolia (abajo, imagen tercera), pudiendo observarse a simple vista las oquedades que en el uselo marcasen el punto en que cada dolium o ánfora de almacenaje quedase inscrita (abajo, imagen cuarta), forrada la esquina suroeste de este espacio de la casa, ángulo suroccidental de la propia pars urbana en sí, por sendas piezas graníticas aún visibles a ras del suelo, reforzando tal vértice frente a los muros de mampostería unida con argamasa que dibujasen y conformasen la mayor parte del plano del restante inmueble, recios zócalos originales sobre los que se asentasen presuntamente los tapiales de materiales más endebles que cumplimentasen el resto de las paredes de que se compusiera el edificio, hoy desaparecidos.
Abajo: anexa al patio con dolia por su flanco sureño (abajo) una cámara de pavimento térreo (4), destinado quizás tal habitáculo como complemento en sus funciones al espacio contiguo, la instalación de diversas ánforas de almacenaje junto al peristilo permite pensar en el empleo de éstas directamente en los usos cotidianos de la propia vivienda señorial en sí, inmediatos a su enclave de ubicación, insertos en el ala occidental del patio porticado, un horno (5) y la cocina (6), abierto el praefurnium del primero hacia un patio alargado ubicado paralelamente al corredor de poniente del peristilo e inscrito en la pars rustica de la villa (abajo, imágenes segunda y tercera), con entrada a la cocina desde el propio corazón de la pars urbana en sí (abajo, imagen cuarta), seguida ésta al Norte por dos cubículas más en lo que restase de ala (7 y 8), hallado en la más contigua lo que pareciese ser un hogar (abajo, imagen quinta), más diluidos los vestigios de la habitación siguiente (abajo, imagen sexta), semidesaparecidos igualmente los seis habitáculos o cubículas que recorriesen desde la esquina noroccidental de la pars urbana toda la franja sentrentrional del peristilo, conservado por el contrario en la esquina nororiental del inmueble, opuesto en el plano al punto de acceso a la casa, lo que por tal motivo, junto a sus grandes dimensiones y pavimentación a base de mosaico, fuera considerado el tablinum de la villa (9), reconocible hoy por la protección que salvaguarda la obra musiva que cubre la estancia (abajo, imágenes séptima y octava), dibujados en ésta motivos geométricos en blanco y negro, cumplimentados con medallones polícromos donde se alterna la temática floral con la representación de animales, como la perdiz, el caballo o el oso, en un claro vínculo del enclave donde quedaba expuesto con la naturaleza donde se hallaba éste inmerso.
Abajo: antecedido el presunto tablinum por un corredor que permitiera al parecer no sólo la entrada a tal estancia, sino inclusive el paso desde el peristilo al ala nororiental de la villa y, en ella, a las termas de la vivienda, ocupaban el flanco levantino del patio porticado cinco cubículas de diversas dimensiones (10), parcialmente difuminadas con el terreno (abajo, y siguiente), anexas a lo que, una vez cristianizada la zona, se considera una posible basílica dedicada a la nueva religión oficial que, como en el caso de la villa romana de Torreáguila, inscrita en las cercanías de la pedanía montijana de Barbaño, fuera edificada dentro de los propios contornos del inmueble a modo de capilla particular de la familia propietaria, descubriéndose entre los habitáculos de tal zona de la pars urbana restos de un molino romano de mano (abajo, imagen tercera) que pudiera hablarnos de la dedicación de tal espacio en los usos cotidianos del día a día, fotografiada la pieza in situ durante una visita al yacimiento en 2.011, ausente sin embargo en posteriores viajes al yacimiento, efectuados en 2.020 y pocos días atrás, verificando el peligro constante en el que se encuentra el bien, permitiendo la carencia de vigilancia y protección un expolio tan descontrolado como inaceptable.
Abajo: ubicada a la derecha del pasillo de entrada a la villa si miramos hacia el peristilo, centrando a su vez el flanco sureño de éste, una gran cámara (11) junto a la que se alza una dependencia rectangular que posiblemente sirviera a la principal (abajo, y siguiente), se ofrece como uno de los cubículos más amplios de que constase la pars urbana de la explotación (abajo, imágenes tercera y cuarta), característico su remate suroriental en planta de herradura o ábside (abajo, imagen quinta), descubiertos sobre el suelo del mismo vestigios de un hipocausto que nos hablaría de un sistema de calefacción que revelaría, a su vez, la relevancia que tal cámara tuviese en los días de ocupación de la vivienda, permitiendo tan suntuosa estructura pensar en el destino de tal habitación como dependencias personales del dóminus o señor del lugar.
b) Pars rústica y pars fructuaria: patio alargado (12), bodega (13), cámaras anexas a la bodega (14 y 15), cubículos al Norte de la bodega (16, 17 y 18), cámaras noroccidentales (19), gran patio suroriental (20).
Arriba y abajo: al contrario que en otras villas romanas, donde los edificios e instalaciones que compusieran tanto la pars rustica como la pars fructuaria -espacios dedicados dentro de la explotación a tareas domésticas, hogar de los empleados, almacenaje y transformación de los productos obtenidos en la finca-, se edificasen de manera independiente, aunque cercana, a la vivienda señorial o pars urbana, en la villa romana de La Cocosa estas secciones, aglutinadas a su vez en dos enclaves diferenciados, se erigirían anexas al edificio principal, inscrito el primero de los espacios -posiblemente la pars rustica- junto al flanco occidental y esquina noroeste de la vivienda, abierto el segundo -presuntamente pars fructuaria- junto a la esquina suroriental, vertebrado el inicial, de índole más doméstico, en torno a un patio alargado dibujado en paralelo al ala de poniente del peristilo (12), al que quedase abierto el praefurnium del horno sito entre el patio con dolia y la cocina (arriba y abajo
), edificada frente a éste la bodega del lugar (13), excavado en la tierra el sótano de que fuera dotada (abajo, imágenes segunda y tercera
), preservados los vestigios de lo que fuesen los cimientos de sustentación de la planta que cubriese su zona subterránea (abajo, imagen cuarta
), a pie de calle la zona norteña de tal espacio de almacenaje (abajo, imagen quinta
), edificadas junto a su muro occidental dos cámaras anexas (14 y 15), una seguida de la otra (abajo, imagen sexta
), de planta cuadrangular la contigua al muro de poniente de la bodega, diseñada sobre plano de herradura o ábside la siguiente (abajo, imágenes séptima y octava
), suponiendo ambas la parte inmueble más occidental del edificio y zona excavada del yacimiento.
Abajo: planteadas en paralelo al ala occidental del peristilo, abiertas a su vez al alargado patio que discurre entre ellas y las habitaciones que componen el flanco de poniente de la pars urbana de la villa, se levantarían al Norte de la bodega diversas cubículas o habitáculos (16, 17 y 18), descubierto en los dos más sureños (abajo) lo que pareciesen ser hogares -junto a la pieza pétrea que marca el ángulo sureste de la alcoba más meridional (abajo, siguiente), inmediato al muro septentrional en el cubículo central (abajo, imagen tercera)-, permitiéndonos tal hallazgo pensar en su uso como aposentos destinados a acoger al personal adscrito a la explotación, más difuso el destino concreto al que se orientasen tanto el cubículo siguiente (abajo, imagen cuarta) como las estancias de que se compone el resto de esta porción de la villa que por su aparente dedicación más doméstica podríamos considerar como la pars rústica del lugar, sitas en la esquina noroccidental del yacimiento (19) posiblemente una suma de cámaras ocupadas por los empleados, habitáculos para almacenaje o, inclusive, establos para guardar el ganado usado en la manutención de la villa (abajo, imágenes quinta a octava).
Abajo: inscrita la posible pars fructuaria en el ángulo suroriental del yacimiento (20), consta fundamentalmente esta zona destinada a la transformación y almacenaje del producto extraído en la hacienda, de un gran patio (abajo), cercado en sus lados norteño y oriental por un muro que, como en el resto de dependencias de la casa, fuese elaborado en su base o zócalo con mampostería unida con argamasa romana, sobre el que se alzaría tapial (abajo, imágenes segunda a cuarta), preservados en el interior del añejo recinto diversas moles de granito (abajo, imagen quinta), labrada una de ellas a fin de ser usada en una prensa, verificándose así el destino a la producción, bien oléica o vinícola, de este punto de la villa, cumplimentado con una serie de dependencias más al Sur de tal corral, posiblemente primitivos almacenes, bastante diseminadas con el terreno.
c) Termas: acueducto (21), depósito de agua y dependencia contigua (22 y 23), horno (24), caldarium con hipocausto (25), espacios orientales del caldarium (26 y 27), espacios occidentales del caldarium (28 y 29), cámara anexa al tepidarium (30), tepidarium (31), gran piscina del frigidarium (32), cámara anexa a la gran piscina del frigidarium (33), pequeña piscina del frigidarium (34).
Arriba y abajo: aunque el espacio termal de que disponía la villa romana de La Cocosa formase parte de la pars urbana o vivienda señorial de la misma, su ubicación en la esquina nororiental del yacimiento, apartada del peristilo, así como sus destacadas dimensiones y extraordinaria conservación del bien permite poder describir la misma en un apartado aparte, al que se podría añadir el acueducto que llevase el agua hasta tal espacio del inmueble (21), proveniente posiblemente de alguna cercana fuente o curso de agua cuya arquería inmediata al espacio termal (arriba
) se sostendría sobre bases rectangulares fabricadas en mampostería y argamasa (abajo
), hasta alcanzar el ángulo suroriental de las termas, donde un depósito de agua y su dependencia contigua (22 y 23) recibiesen la obra de ingeniería (abajo, siguiente
) así como el caudal acuático transportado a través de ella, inscrito el pequeño tanque (abajo, imagen cuarta) junto al muro septentrional del habitáculo anexo (abajo, imagen tercera
), cercano éste a su vez, por su costado de poniente (abajo, imagen quinta
), al fornax u horno principal (24) de que constase el espacio termal (abajo, imagen sexta
), ubicado al Sur del gran caldarium que ocupase la mitad meridional de las termas y conectado directamente con el hipocausto sobre el que se irguiera la sala caliente del balneario (abajo, imagen séptima
), caldeando así el aire que circulase por el sótano de la misma, subiendo la temperatura necesaria para poder llevar a cabo correctamente el uso de la estancia destinada a los baños en agua caliente y sauna, auxiliada quizás por un presunto horno inscrito junto al muro levantino del habitáculo, hoy soterrado (abajo, imagen octava
).
Abajo: sin lugar a dudas el espacio mejor conservado de todo el yacimiento, la gran sala de que constase el caldarium (25) de las termas de la villa romana de La Cocosa muestra hoy sus entrañas al visitante (abajo, y siguiente), una vez perdido el suelo que, apoyado sobre el reborde que circunda los muros de mampostería y armasa de que constase la fábrica edilicia del interior del recinto (abajo, imagen tercera), ocultase el hipocausto a través del cual circulara el aire que, calentado gracias al horno sito en su flanco meridional, permitiera ejercer las funciones de esta sala dedicada a los cálidos baños y sauna, aún conservado gran parte del enlosado original a base de ladrillo cocido (abajo, imagen cuarta) sobre el que descansasen las pilastras o arquillos latericios que, además de sostener el entramado que conformase el suelo de la sala, favoreciese la distribución por todos los rincones del aire caldeado, entrando éste igualmente en las dos pequeñas estancias (26 y 27) conectadas a la pieza central del caldarium por su costado oriental (abajo, imágenes quinta a séptima), observados también en el interior de éstos restos del compendio de ladrillos que compusieran el hipocausto original, abierta en la pared exterior del más sureño de ellos una perforación que permitiese la canalización del aire caliente, a fin de poder regular la temperatura, o bien la entrada de agua a las bañeras depositadas en tal recinto, ubicadas quizás éstas en los dos espacios paralelos a los anteriores (28 y 29) abiertos en el flanco occidental de la sala caliente (abajo, imágenes octava a décima), apreciadas las oquedades que favoreciesen el calentamiento mediante aire caliente del hipocausto en el más norteño, dotado de una rebaba el segundo, donde iría presuntamente encajada una de las tinas de la estancia.
Abajo: apenas conservada la cámara termal que antecediese al tepidarium (30), dibujada junto al ángulo de unión entre éste y el caldarium (abajo), abierto al Sur del mismo, ocuparía la sala templada del balneario particular de la villa (31) la mitad septentrional del complejo termal (abajo, siguiente), cumplimentada esta gran estancia por sus laterales Norte y Este (abajo, imágenes tercer y cuarta) con los enclavess que compusieran el frigidarium del recorrido, conectado su flanco occidental con el posible apodyterium o vestuarios del lugar (abajo, imagen quinta), inmerso éste en el intervalo edilicio abierto entre el tablinum y las propias termas, al que se accedería tras superar el pasillo que antecediese a la sala de recepción de la vivienda señorial, dando paso a una sala templada cuyo suelo estuviera ricamente decorado con un pavimento musivo centrado por el conocido como mosaico del Tritón (abajo, imágenes séptima y octava), por ser este personaje mitológico marino el que, junto a otros peces, centrase la obra pictórica -conservado y expuesto hoy en día en el Palacio de la Diputación de Badajoz, enclavado en la capital pacense-, restando in situ el marco, también musivo, que lo bordease (abajo, imagen sexta), dibujada una cenefa cuyas teselas poco a poco van dispersándose y perdiéndose, desdibujándose lentamente la obra hasta terminar por desaparecer si no se frena pronto su progresivo abandono.
Abajo: sirviendo el propio tepidarium tanto en sus funciones como zona templada del complejo termal, como sala desde la cual poder acceder al caldarium o a las piscinas que compusieran la parte del frigidarium, los baños en agua fría podían llevarse a cabo en una gran piscina (32), excavada junto al flanco septentrional de la sala templada (abajo), diseñada sobre planta rectangular (abajo, siguiente), preservados aún los escalones de bajada desde el tepidarium a la misma, así como los boceles que sellarían sus esquinas, recubiertas sus paredes de mampostería con doble capa de opus signinum (abajo, tercera imagen), auspiciada por una sala adyacente de uso termal desconocido (33) abierta junto a su esquina nororiental (abajo, imagen cuarta), existiendo otra piscina más de temperatura baja (34) inscrita junto al lado levantino del tepidarium y, como en el caso previo, naciendo igualmente los escalones de bajada a la misma desde éste (abajo, imagen quinta), diseñada -al igual que una tercera piscina inserta al Sur de ésta, posteriormente anulada- en planta circular, de inferior tamaño a la norteña pero eficaz para un uso más íntimo, conservados entre sus rincones edilicios ciertos retazos de las placas marmóreas que un día cubrieran la obra (abajo, imagen sexta), adivinándose la suntuosidad de que fuera dotado el complejo gracias a la pervivencia de estos detalles en mármol, a los que se sumarían los pavimentos musivos descritos, así como los vestigios en estuco que pudieron rescatarse de la zona y que ornamentarían las paredes de las estancias, hoy expuestos en la sala dedicada al periodo Tardorromano del Museo Arqueológico Provincial de Badajoz, exhumándose molduras vegetales (abajo, imagen séptima), cenefas geométricas (abajo, imagen octava), o esculturas tendentes a una esquemetización propia del arte del Bajo Imperio, como son las dos cabezas masculinas en bulto redondo datadas en el siglo IV d.C. (abajo, imagen novena) que, muy posiblemente, ocupasen el interior de clípeos o roleos que circundasen el espacio termal.
d) Espacios paleocristianos: sepultura junto a las termas (35), mausoleo septentrional (36), basílica (37), y martyrium.
Arriba y abajo: a medida que se iban ejecutando las excavaciones arqueológicas que permitirían el resurgir a la luz del día de los vestigios de los que fuese la villa romana de La Cocosa, iban exhumándose retazos edilicios superpuestos a otros previos, o bien anexos a estancias preexistentes, que permitían barajar la reedificación de diversos espacios de la villa a lo largo del tiempo e, inclusive, la erección de nuevas obras con el paso de los siglos, adivinándose una probable prolongación de la ocupación poblacional de la explotación con el transcurrir de las centurias, llegando a conocer el inmueble la conversión de sus habitantes al cristianismo, posiblemente una vez declarada tal religión como la oficial del Imperio a partir del reinado de Teodosio a fines del siglo IV, verificada por la aparición de elementos considerados paleocristianos, así diversas sepulturas, una presunta basílica o un cercano martyrium, dentro de las posesiones de que constase la explotación agraria que, seún opinión contraria de otros autores, pudo encontrarse ya en abandono cuando tales obras edilicias fuesen llevadas a cabo, reaprovechándose por los habitantes de los contornos el primitivo inmueble altoimperial, hallada una tumba (35) anexa al espacio termal, excavada junto al muro oriental del depósito de agua (arriba), así como un edificio independiente interpretado, por descubrirse una sepultura en su interior, como un mausoleo (36), levantado en la sección septentrional del yacimiento y Norte del presunto tablinum (abajo), rescatados retazos de sus muros delimitativos, rematados en ábside en su zona norteña (abajo, siguiente), destacando lo que se ha creído ser un parterre que antecediese, a modo de pequeño jardín, el panteón cristiano, dibujado junto al muro meridional del funerario edificio (abajo, imagen tercera).
Abajo: enclavado entre el ala oriental del peristilo y el complejo termal, inserto en un intervalo espacial destinado primigeniamente quizás a patio abierto de la pars urbana cuya zona norteña sirviera de paso entre el tablinum y las termas, un edificio alargado, rematado al Norte y Sur por dos ábsides y con entrada al parecer desde una de las cubículas que, a su vez, permaneciera abierta al corredor de poniente del peristilo (abajo), ha sido considerado en base a su particular estructura como basílica paleocristiana del lugar (37), cumplimentados sus remates semicirculares con un tercer ejemplar de menores dimensiones, antecedido por un pasillo transversal orientado hacia el edificio termal (abajo, imágenes segunda a cuarta), flanqueado tal corredor, de uso desconocido, por el ábside septentrional, de considerable envergadura (abajo, imágenes quinta y sexta), expandiéndose hacia el Sur el resto del sacro habitáculo (abajo, imagen séptima), sellado nuevamente por un tercer ábside sobre planta en herradura (abajo, imagen octava), inmediato al muro septentrional que delimitase el gran patio que centra la pars fructuaria y donde un nuevo enterramiento fuera exhumado, hecho que, junto a la orientación Norte-Sur del edificio, contraria al eje Este-Oeste habitual en los templos cristianos primitivos, lleva a pensar a diversos autores en el uso del inmueble como mausoleo, y no como capilla particular de la villa.
Abajo: ubicado a unos 250 metros al Sureste del yacimiento mayor (abajo), desconociéndose hasta poder darse una completa excavación de todos los terrenos si existieran más elementos edilicios entre este distante enclave y el inmueble principal, serían también exhumados durante las campañas arqueológicas efectuadas a fines de los años 40 del pasado siglo, por saberse también de la presencia de teselas y otros elementos patrimoniales en el lugar, lo que a todas luces eran vestigios de una capilla funeraria cristiana inmersa a su vez en un edificio que la cercaría, adivinando los estudios ejecutados por entonces la primigenia existencia de la capilla en sí, de factura paleocristiana, a la que se adosarían el resto de estancias a su alrededor, datadas en el siglo VI d. C. durante el gobierno visigodo, la mayor parte de éstas desarrolladas al Norte del sacro recinto, consideradas sus habitaciones parte de una vivienda anexa al templo, quizás la de un presbítero vinculado con el templo, erigida a su vez sobre obras edilicias más antiguas, hoy a la vista, engullida por la vegetación la mayor parte del yacimiento, la pieza pétrea que, usada como umbral, marcaría el punto de acceso a tal zona del conjunto arquitectónico (abajo, imágenes segunda y tercera), así como diversos sillares graníticos (abajo, imágenes cuarta y quinta) que, inscritos originalmente en las esquinas entre muros y estancias, pudieran haber servido como basas de sustentación de los fustes que, además de ornamentar, sostuviesen a la par la techumbre que coronase esta zona del inmueble previa al edículo cristiano sito en la zona meridional del complejo religioso (abajo, imagen sexta).
Abajo: un sólido zócalo de mampostería con argamasa, bastante similar al usado en la pars urbana de la villa, rodea la rectangular capilla funeraria (abajo), cuya orientación, con los pies o entrada al recinto sacro mirando hacia poniente, contraria al fondo del templo y la cripta que en el mismo sirviera como sanctasantórum del enclave, respeta la tradición constructiva cristiana apoyada sobre una planimetría inscrita sobre un eje Este-Oeste, constando tal portada de un alargado pero estrecho recinto inicial, a modo de nártex o zaguán transversal al templo que repite el sentido longitudinal del muro al que precede (abajo, imágenes segunda y tercera), conservados, como en la vivienda inscrita en la zona norteña, varios de los sillares que sostuvieran probablemente los fustes que enmarcaran el acceso al monumento religioso (abajo, imágenes cuarta y quinta), punto del que partiría, además, la prolongación meridional de la obra edilicia visigoda añadida al primitivo mausoleo paleocristiano, ala sureña dividia a su vez en tres estancias (abajo, imagen sexta), donde el descubrimiento de una pila bautismal a modo de piscina excavada en el terreno en la segunda de ellas (abajo, imagen séptima) permitiría verificar su uso como baptisterio, datado en el siglo VI d.C., donde el rito del bautismo sería llevado a cabo mediante la inmersión, pudiendo pasar el neófito, tras escurrir convenientemente el agua antes de cruzar la puerta de salida (abajo, imagen octava), hacia una tercer habitáculo ya convertido a la fe cristiana y despojado del pecado original con que alcanzase la primera de las salas, deambulando seguidamente por el resto de los contornos, oriental y septentrional respectivamente, de la capilla funeraria, hasta regresar al portal de entrada donde, finalizado el rito bautismal, pudiera ya ingresar en el interior del sacro enclave.
Abajo: dotado de planta rectangular orientada sobre un eje Este-Oeste (abajo), el primitivo mausoleo paleocristiano englobaría entre sus recios muros (abajo, siguiente) un espacio central cuatrilobulado, antecedido a poniente por el nártex y cumplimentado a levante por una estancia semicircular tratada como cripta (abajo, tercera imagen), marcadas las esquinas externas por sillares graníticos, restando in situ aquél que señalizase el ángulo nororiental del edificio (abajo, cuarta imagen), puntualizados igualmente por piezas pétreas los cuatro vértices del cuadrado central del mausoleo (abajo, quinta imagen), de los que nacerían a su vez los cuatro ábsides que harían del cuadrilátero inicial una figura lobulada, -especialmente conservado el meridional (abajo, imágenes sexta a octava)-, dirigido cada semicírculo hacia cada uno de los cuatro puntos cardinales, empleadas tales piezas como sustentación probable de los fustes que sostuvieran la cúpula -decorada con teselas vítreas- que coronase tal espacio interno, cubiertos por bóvedas de cuarto de esfera los espacios absidiales adyacentes, presente en el sillar nororiental del cuadrilátero central una horadación que pudiera responder a su utilización como sujección de algún cancel que delimitase o cerrase el restante espacio oriental de que constase el interior del mausoleo (abajo, imagen novena), partiendo del ábside oriental un semicírculo (abajo, imágenes décima y undécima) destinado a acoger la sepultura para la cual fuese dispuesta la obra edilicia, excavada en el suelo la fosa de enterramiento (abajo, imagen duodécima) de la que fueran rescatados restos óseos durante los trabajos arqueológicos allí ejecutados, sin que se conozca la identidad ni cargo del personaje cuyo inerte cuerpo ocupase la tumba diseñada como antropomorfa, preservada la pieza marmórea que delimitase el punto donde fuera depositada la cabeza del difunto, aún dentro de la cavidad retazos del sepulcro de mármol blanco que sirviera de ataúd, posiblemente planteado para un personaje ilustre, poderoso o, más seguramente, de relevancia religiosa, cuyo panteón mandase él mismo eregir o, quizás, fuese dispuesto por la comunidad, estableciendo ante su tumba un espacio religioso que, si bien algunos autores consideran que no era usado para tal uso a fines del Imperio, su sacralización y uso como templo cristiano es indudable durante el periodo visigodo, haciendo de él un posible martyrium rural que diese testimonio de la fe cristiana a través de la simbiosis entre templo y cripta dispuesta a acoger los restos mortales de un mártir, hallada una porción de lo que fuera una cruz patada datada en tal etapa histórica altomedieval, cumplimentada la colección de descubrimientos con dos objetos broncíneos, un mango de pátera y los restos de la vaina de una daga o cuchillo (abajo, imágenes décimo tercera y décimo cuarta), expuestos en la sala dedicada al periodo Tardorromano del Museo Arqueológico Provincial de Badajoz, datados entre los siglos IV y V, y labrado en el asidero dos crismones así como la leyenda latina EX OF ASEELI VTER FELIX IN DEO -"fabricado en el taller de Aseelo; úsalo feliz en Dios"-, que vendría a verificar la cristianización de la zona.
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