martes, 29 de abril de 2014

Colaboraciones de Extremadura, caminos de cultura: Castillo de Castellanos (Cáceres), en la Lista Roja de Patrimonio


Oculto entre vetustas encinas y centenarios alcornoques, como si del paso del tiempo quisiera esconderse asentado sobre una recóndita colina inmersa en la plenitud de la Sierra de San Pedro, el Castillo de Castellanos, también conocido como de Mohedano o de Moheda, sobrevive junto al pico Morrón de Estena, en la serranía homónima, irguiéndose en su ancianidad despidiendo, en la zona más meridional de la provincia cacereña, el término municipal de la otrora villa y actual capital provincial, limítrofe con las tierras pacenses más norteñas y los territorios de la cercana localidad de Cordobilla de Lácara. El Castillo de Castellanos, apenas conocido por el público y del que poca documentación, en comparación con otras fortalezas, se conserva, se mantiene en ruina progresiva, lo que ha llevado a su inclusión dentro de la Lista Roja del Patrimonio, elaborada por la asociación Hispania Nostra, adalid en la defensa, salvaguarda y puesta en valor del patrimonio cultural de nuestro país. Extremadura: caminos de cultura ha tenido una vez más el honor de poder participar con la misma, en auxilio y promoción de este ignorado monumento que descansa en un paraje donde naturaleza y patrimonio se conjugan, abrigado de una de las más extremeñizadas de nuestras dehesas.

Seguidamente, os dejo el enlace a la ficha que sobre este bien figura en la Lista Roja del Patrimonio publicada dentro de la web de Hispania Nostra. Tras él, y acompañado de imágenes y vídeos tomados in situ del inmueble, hallaréis una breve descripción del monumento, así como los datos para poder llegar al mismo, en caso de desear conocerlo en persona en una más que recomendada visita lanzada desde este blog.




Arriba y abajo: se compone fundamentalmente el Castillo de Castellanos de dos cuerpos, diseñado el segundo o inferior en defensa del primero, compuesto para ello de un cinturón amurallado que circunda la llanura sur que caía a los pies de la torre inicial de la que nació la fortaleza, fabricado con mampostería y sillarejo tanto en los lienzos como en las tres torres que hacen de sendas esquinas sur de este cuerpo (arriba: torre suroriental), y defensa central del lado meridional del mismo (abajo).



Arriba y abajo: la torre defensiva suroccidental (arriba), de planta circular como sus compañeras, custodia no sólo los flancos sur y oeste del segundo cuerpo del castillo, sino también el acceso al mismo, ubicada la entrada a la fortaleza bordeando la esquina noroccidental (abajo) de este cuerpo inferior, tras recorrer un estrecho camino que, sobre la pendiente, se acerca al punto de unión entre cuerpo segundo con el principal, enclavada la torre inicial sobre un elevado berrueco que corona un pronunciado desnivel en la ladera norte de la colina (abajo, siguiente).



- Historia/descripción del bien:

El Castillo de Castellanos, también conocido como de Mohedano o de Moheda, sigue irguiéndose en su ruian en plena Sierra de San Pedro, junto al pico Morrón de Estena o Sierra de Estena, dentro del término municipal de Cáceres, en el extremo más meridional y fronterizo con la provincia pacense de los territorios de la otrora villa, con la que mantuvo el castillo directa relación histórica, formando parte del grupo de castillos y casas-fuertes que poblaron el sur de la urbe en defensa de las fincas, dehesas y cotos que surgieron tras la reconquista cristiana definitiva del lugar en el siglo XIII. Fueron estos territorios donados como recompensa real a la familia Valverde, en agradecimiento a la labor ejecutada por los mismos durante el asedio a la ciudad que puso fin al dominio andalusí sobre la misma. Había sido el capitán Ruy González de Valverde incluido en las tropas leonesas cedido por el rey castellano Fernando III como auxilio a su padre Alfonso IX de León en tal empresa bélica y toma de las tierras ubicadas entre el Tajo y el Guadiana. Esta destacada figura militar fue condecorada con el título de Señor de Castellanos, nombre que pasó a bautizar también el castillo de su propiedad. El arroyo que discurría a sus pies se denominó igualmente del Castillo, pero también como de la Alcazaba, por lo que pudiera pensarse en la posibilidad de la existencia de una previa alcazaba musulmana de la que naciese el castillo cristiano, defensiva de la sierra y de las cercanas localidades de Cordobilla de Lácara y Carmonita, fundadas en el siglo IX por los colonos andalusíes cordobeses y carmonenses respectivamente. Fernán Gutiérrez de Valverde, IX Señor de Castellanos, mantenía la propiedad de la Torre y Dehesa de Castellanos en 1.385, año en que es tomado como rehén durante la invasión portuguesa de Extremadura establecida por Juan I de Portugal antes de finalizar la guerra entre él y Juan I de Castilla por la posesión del trono del vecino reino. A comienzos del siglo XV sin embargo se afianza el monumento en manos del Mariscal García González de Herrera, que lo había recibido a través de vínculo matrimoniales, disponiendo de éste y otros muchos castillos y señoríos en la región. En 1.477 pasará a ser propiedad particular de D. Alonso de Cárdenas, Maestre de Santiago, Orden Militar que gobernaba la ciudad de Mérida así como las aldeas dependientes de la misma, entre las que se encontraba la cercana al castillo Cordobilla de Lácara.

Abajo:  diversas troneras y aspilleras se suceden a lo largo y ancho de los lienzos y cubos que conforman el cuerpo inferior o segundo del castillo, posiblemente añadidas como defensa de la fortaleza una vez ésta en manos del Maestre de la Orden de Santiago, D. Alonso de Cárdenas, destacando en su parte inferior el orbe granítico que las culmina.



El castillo, de tipo roquero por asentarse el núcleo del que parte sobre un afloramiento rocoso, se divide en dos zonas, correnpondiendo la primitiva y principal a la torre ocupada por las estancias señoriales que se ubicó, en la zona más septentrional, sobre la propia roca, abriéndose un alto desnivel a los pies norteños de la misma. Una sueva loma, sin embargo, se expandía al sur de la inicial construcción, por lo que, en el siglo XV, se amplía el inmueble dotándolo de un recinto amurallado rectangular que adelantase las estancias primeras protegiéndolo en la zona meridional donde las defensas naturales no exitían. A los muros, de fuerte mampostería y sillarejo con ligera añadidura de ladrillo, se le añadieron tres cubos cilíndricos, repartidos entre las dos esquinas del muro más sureño, y el punto central del mismo. Los cubos, así como los lienzos del castillo, contaron con diversas troneras y aspilleras, algunas de ellas rematadas en orbe granítica en su parte inferior, mientras que la totalidad del castillo estuvo rodeada de adarves y posible almenado, hoy desaparecidos.


Arriba y abajo: adentrados en el interior del castillo, sorprende la inmensidad del patio que centra el cuerpo inferior, hoy cubierto de abundante vegetación (arriba), desde donde podemos acceder no sólo a las entrañas de los cubos defensivos (abajo), sino también a la torre primitiva o cuerpo superior o principal, encaramado en la zona septentrional sobre un afloramiento rocoso de cierta relevancia (abajo, siguiente).




Arriba y abajo: asomado sobre una elevada pendiente que se abre a sus pies, la cual domina desde el lado norte de la colina sobre la que se asienta, el cuerpo principal o superior del Castillo de Castellanos se compone de la torre o recinto primitivo, defendido por gruesos muros de recio sillarejo alternado con mampostería (arriba), en cuyo interior se conservan algunas de las dependencias posiblemente residenciales con que se dotó el inmueble (abajo), donde aún pueden apreciarse vestigios de las escaleras que permitían el paso a los adarves que antiguamente bordeaban no sólo este cuerpo, sino seguramente la totalidad del amurallamiento de la fortaleza.




Abajo: vídeos detallados con los que poder apreciar tanto el enclave donde se asienta el Castillo de Castellanos, sumergido en plena Sierra de Estena y envuelto entre figuras y vegetación propia de la dehesa extremeña, como el interior del patio que centra la fortaleza, seguido de las vistas que, desde lo alto de su muralla norte, se pueden otear, adivinándose los embalses de Horno Tejero o del Boquerón, las siluetas de la pacense Carmonita y de la pedanía cacereña de Rincón de Ballesteros, sin olvidar los cortijos de la zona, saboreándose sobre todo la esencia  de la Sierra de San Pedro, corazón de Extremadura, en un marco donde se desdibuja la linde entre las dos provincias que conforman nuestra región.




- Cómo llegar:

A pesar de mantenerse dentro del extenso término municipal de Cáceres, el Castillo de Castellanos ofrece su más fácil acceso desde la provincia de Badajoz, ubicándose a poca distancia de él el límite entre las dos provincias extremeñas, en el punto central de la región. Será Cordobilla de Lácara la localidad más cercana al monumento, a la que podemos acercarnos, en caso de dirigirnos a la zona desde Cáceres, alcanzando previamente el municipio de Carmonita, ubicado a la derecha de la autovía A-66 en sentido hacia Mérida (o viceversa, si es desde la capital autonómica desde la que hemos partido). Si por el contrario nace nuestro viaje en Badajoz, sería conveniente acercarnos a La Nava de Santiago, conduciendo en primer lugar por la carretera autonómica EX-100 hasta La Roca de la Sierra, tomando aquí el cruce hacia La Nava de Santiago (o Aljucén), convertido en carretera autonómica EX-214 (BA-5032). Esta opción también es apta si partimos desde Mérida, tomando la misma vía a la altura de Aljucén, si subimos por la A-66 sin tener que alcanzar Carmonita. La carretera BA-99 es aquélla que enlaza Carmonita con La Nava de Santiago, apareciendo Cordobilla de Lácara entre ambos municipios. Esta calzada, que sobrepasa el pueblo cordobillano por su lado norte, fija su dibujo sobre la presa que sostiene el agua del embalse de Horno Tejero. Justo en el lateral izquierdo de la misma deberemos desviarnos para bordear el pantano a través de un sendero que circunda la orilla derecha del mismo.


Tras viajar hacia el Norte, con las aguas de Horno Tejero a nuestro lado derecho, y acompañados de los eucaliptos que pueblan las orillas del pantano, conduciremos varios minutos hasta encontrar el primer desvío a mano izquierda, por un camino que, atravesando varias fincas privadas, permite el acercamiento a la Sierra de Estena gracias a la servidumbre que pesa sobre este sendero. Varios pasos canadienses deberemos atravesar hasta alcanzar un blanco cortijo, enclavado a pocos metros de un cruce de caminos. Tomando el ramal izquierdo del mismo, pasaremos por delante de la puerta de entrada a la villa, orientándose el resto del sendero después hacia el Pico de Estena, que ya podremos observar delante nuestra, tras haber dibujado el camino una curva en su trazado. Sobre la Sierra de Estena, y tras dejar a nuestras espaldas el cortijo, las pilas de corcho custodiadas en el mismo, así como el ramal que, desde este enclave, acerca a la carretera EX-100 cerca de Puebla de Ovando, la silueta del Castillo de Castellanos nos sorprenderá sobre el horizonte, asomándose entre la espesa vegetación que puebla este rincón de la Sierra de San Pedro.



Con el Pico Morrón de Estena frente a nosotros, y la colina sobre la que se asienta el Castillo de Castellanos a nuestra derecha, alcanzaremos un nuevo paso canadiense a cuyo lado oriental se abre uno de los accesos a la finca donde se guarda la fortaleza a visitar. Este lugar es ideal para poder dejar nuestro vehículo aparcado, bajo la sombra de alguna de las espléndidas encinas, o impresionantes alcornoques que nos sorprenderán en la zona. Siguiendo el camino que alcanza la colina, dejaremos que el mismo gire hacia la izquierda para continuar nosotros de frente, o bordeando la sierra por su lado derecho, encontrándonos poco después con las ruinas del medieval inmueble, que nos aguarda silencioso para desvelarnos, una vez en su interior, los secretos de un tiempo pasado donde él fue protagonista de un capítulo más de la historia de nuestra región.




El Castillo de Castellanos, de propiedad privada, se ubica en el interior de una finca particular. En caso de desear visitar el monumento, lanzamos desde este blog una serie de recomendaciones a tener en todo momento en cuenta:

1) Respetar en todo momento las propiedades de la finca, como vallados o cercas, intentando no salirse de los caminos marcados.
2) Respetar la vegetación y cultivos de la misma, sin realizar ningún tipo de fuego ni arrojar basura alguna.
3) Respetar al ganado que habitualmente hay pastando en la zona, y en caso de encontrarse con animales que lo protejan, no enfrentarse a los mismos.
4) Si observamos que se están practicando actividades cinegéticas (caza), abstenernos de entrar.
5) Si nos cruzamos con personal de la finca o nos encontramos con los propietarios de la misma, saludarles atentamente e indicarles nuestra intención de visitar el monumento, pidiendo permiso para ello. En caso de que no nos lo concediesen, aceptar la negativa y regresar.

jueves, 17 de abril de 2014

Colaboraciones de Extremadura, caminos de cultura: Castillo de Mayoralgo, junto a Aldea del Cano, en la Lista Roja del Patrimonio


Cuenta la ciudad de Cáceres, villa en lejano tiempo, con un nutrido número de castillos, fortalezas, torreones y casas-fuertes circundando el municipio y que, siglos atrás, dominaban y defendían los cotos, dehesas y fincas que surgieron en los alrededores de la reconquistada plaza, donados a la nobleza que había participado en la toma de la urbe, o adquiridos los terrenos por las familias que se habían asentado en la misma una vez añadido el enclave al mapa castellano-leonés. Muchos de estos inmuebles mantienen su destino hoy en día, encontrándose sin embargo varios de ellos en la actualidad no sólo en desuso, sino en abandono y ruina, peligrando su integridad y fábrica y, por ende, la continuidad temporal de los mismos. Es por ello que Hispania Nostra ha decidido incluir dentro de su Lista Roja del Patrimonio uno de estos monumentos, para lo cual Extremadura: caminos de cultura ha tenido nuevamente el honor de colaborar. En esta ocasión, el bien añadido ha sido el conocido como Castillo de Mayoralgo o de Garabato, ubicado en las proximidades de Aldea del Cano pero enclavado dentro del extenso término municipal de Cáceres. 

El enlace adjunto bajo estas líneas os permitirá visitar la ficha que sobre este monumento ha sido incluida dentro de la Lista Roja del Patrimonio. Seguidamente, os dejo con una breve descripción del bien, así como los datos precisos para poder acercarse al mismo, en caso de desear conocer este inmueble en vivo.


- Historia/descripción de bien:
 El Castillo de Mayoralgo, también conocido como de Garabato por hallarse en la finca homónima, forma parte de la red de fortalezas, torres y casas fuertes que, al sur de la otrora villa cacereña, se levantaron una vez reconquistada la zona para defensa de los cotos, dehesas y pastos repartidos entre la nobleza que participó en la toma de la ciudad a los andalusíes, o que se asentó en la misma venidos de tierras castellano-leonesas y norteñas. El Castillo de Mayoralgo se ubicaría, al igual que los de las Herguijuelas o la Casa fuerte de la Cervera, cerca de la ribera del Salor y junto al trazado de la Vía de la Plata en el tramo que discurre entre Cáceres y Aldea del Cano, municipio éste que, surgiendo según parece en conexión con la Venta del Cano, se fundó como aldea dependiente de la urbe, relacionada posteriormente y en cierta medida a su vez con el propio castillo. Fueron los Blázquez quienes, a comienzos del siglo XIV, levantaron inicialmente una torre conocida como de Blasco Muñoz, por ser este miembro del linaje el que ordenase erigir la misma. Tiempo después, cumplimentado el castillo, tomará éste por nombre el del propio linaje, que ya se hacía denominar Mayorazgo por haber sido esta familia la primera en la villa cacereña en constituir tal institución medieval en 1.320. Con el tiempo tal apellido se corromperá fonéticamente hasta denominarse Mayoralgo, conociéndose además y como tal no sólo el castillo, sino también el palacio con que contó esta estirpe en plena Plaza de Santa María de Cáceres. A finales del siglo XV, desaparecidas las luchas entre la nobleza local y apaciguada la sociedad castellana, la familia  decide construir en las inmediaciones del castillo una quinta donde residir y desde la cual controlar la hacienda y la explotación agroganadera, tal y como hoy siguen haciendo los herederos desde el cercano Palacio de Garabato, fechado en 1.853, cayendo el recinto amurallado en desuso y posterior ruina. 
El Castillo de Mayoralgo o de Garabato, clasificado como roquero por haberse asentado parte de él sobre una serie de berruecos, presenta una fábrica de mampostería pétrea reforzada con sillares graníticos en puertas, ventanas y esquinas. El ladrillo se aprecia aún en algunas de las almenas. La fortaleza, enclavada junto a un llano que se abre en la zona occidental, cercana a la antigua calzada romana, reforzó las defensas que la naturaleza no le podía dar en base a su propio diseño. Así, la torre del homenaje, aún almenada y rodeada de un cinturón amurallado, erguida sobre la roca granítica, quedaría antecedida por otro cuerpo más que dobla el sistema amurallado en el lado de poniente y parte baja del inmueble, alejado del berrocal sobre el que se yergue la atalaya inicial. La puerta de acceso al monumento, dibujada en recodo, sería defendida a su vez por un torreón. Este cuerpo inferior quedaría como lugar de almacenaje o cuadras, mientras que serían la torre y las estancias del cuerpo primero que rodea la misma el lugar destinado a residencia.



- Cómo llegar:

El Castillo de Mayoralgo o de Garabato, levantado junto al milenario trazado de la Vía de la Plata, puede ser contemplado perfectamente no sólo desde este histórico camino, sino también desde la propia carretera nacional N-630, que en las proximidades de Aldea del Cano discurre en paralelo y muy cercana a la vía romana original. El inmueble, dentro del término municipal cacereño, se yergue en las proximidades del municipio aldeano, al Norte del mismo. Si nos acercamos a él tras haber partido de la capital provincial cacereña, nos toparemos con el castillo, a nuestra izquierda, tras haber sobrepasado la pedanía de Valdesalor y haber conducido junto a los Castillos de las Herguijuelas y la Casa fuerte de la Cervera. En caso de querer apearnos para poder observar el inmueble en persona, es fácil dejar el coche aparcado junto a la entrada al Palacio de Garabato, levantado al sur y escasos metros del castillo. La fortaleza, en manos privadas, se enclava dentro de una propiedad particular por lo que, en caso de querer visitar el interior del bien, desde este blog lanzamos una vez más una serie de recomendaciones a tener en cuenta, haciendo hincapié especialmente en la quinta de ellas: 

1) Respetar en todo momento las propiedades de la finca, como vallados o cercas, intentando no salirse de los caminos marcados.
2) Respetar la vegetación y cultivos de la misma, sin realizar ningún tipo de fuego ni arrojar basura alguna.
3) Respetar al ganado que habitualmente hay pastando en la zona, y en caso de encontrarse con animales que lo protejan, no enfrentarse a los mismos.
4) Si observamos que se están practicando actividades cinegéticas (caza), abstenernos de entrar.
5) Si nos cruzamos con personal de la finca o nos encontramos con los propietarios de la misma, saludarles atentamente e indicarles nuestra intención de visitar el monumento, pidiendo permiso para ello. En caso de que no nos lo concediesen, aceptar la negativa y regresar.

jueves, 10 de abril de 2014

Imagen del mes: Quinta de la Enjarada, en las inmediaciones de Cáceres


Atardecer de abril cayendo sobre la Quinta o Casa de la Enjarada.
Finca de la Enjarada (Cáceres). Siglo XVI (finalizada en 1.544; remodelación oficiada por D. Francisco de Carvajal de una heredada casa-fuerte medieval anterior); estilo renacentista.

lunes, 7 de abril de 2014

Colaboraciones de Extremadura, caminos de cultura: Ciudad antigua de Lacimurga (términos municipales de Navalvillar de Pela y Puebla de Alcocer), en la Lista Roja del Patrimonio


El conocido Embalse de Orellana, además de ofrecer a los habitantes y visitantes de las tierras nororientales de la provincia pacense un entorno ideal donde poder disfrutar de la naturaleza, convertido en enclave por el que discurren rutas interminables junto a sus orillas, lugar donde ejercer actividades deportivas y pesqueras, o sencillamente un rincón en la región donde escapar del calor gracias a un gratificante baño en sus playas de interior, guarda a los pies del Cerro del Cogolludo, que surge sobre la laguna artificial en el margen derecho del Guadiana, otro tesoro para muchos aún desconocido: la Ciudad antigua de Lacimurga. Descubierto, al parecer, a mediados del siglo XIX, y excavado a comienzos de los años 90 del pasado siglo, este yacimiento arqueológico, cuyos vestigios abarcan desde la época prerromana hasta el medievo, con predominio de las construcciones datadas bajo la dominación romana de la Península Ibérica, está considerado como uno de los más destacados de la región, relevante para el conocimiento del pasado de Extremadura. Sin embargo, el mismo se encuentra en pleno abandono. Es por este motivo que la Ciudad antigua de Lacimurga ha sido recientemente incluida dentro de la Lista Roja del Patrimonio, elaborada por la asociación Hispania Nostra en defensa del patrimonio cultural, así como natural, de nuestro país. Para ello, Extremadura: caminos de cultura ha tenido nuevamente el honor de colaborar en tal actuación. Esperemos que esta labor sirva, desde su voz de alarma, para afianzar la protección y salvaguarda de este valor cultural, así como para el conocimiento y promoción de este bien que nutre el rico legado histórico-artístico de nuestra región.

A continuación, os dejo con el enlace que conduce a la ficha que sobre este yacimiento figura en la Lista Roja del Patrimonio, tras el que publico además una breve descripción del monumento, así como unas sencillas reseñas para poder llegar al mismo.




Arriba y abajo: si bien las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en Lacimurga pusieron a la luz diversos sectores que conformaban la antigua ciudad a lo largo de la falda y pies del Cerro del Cogolludo, datados éstos entre la época prerromana y el medievo peninsular, los vestigios más abundantes y relevantes correspondían a los siglos de dominación romana, destacando entre todos ellos una casa con baños, posiblemente termas públicas, entre cuyos vestigios aún pueden visitarse estancias tales como el caldarium, con pequeña bañera para el disfrute del agua caliente (imagen superior), el tepidarium o habitación templada, con banco corrido junto a sus muros, así como una gran piscina sellada con opus signinum en el frigidarium, destinada al baño con agua fría (imágenes inferiores).



- Historia/descripción de bien:

Existe controversia en cuanto a la identificación de las ruinas de la ciudad hallada en el Cerro del Cogolludo, dividido entre los términos municipales de las localidades pacenses de Navalvillar de Pela y Puebla de Alcocer, sobre la orilla derecha del río Guadiana. Mientras que algunos autores sitúan aquí la Lacimurga Constantia Iulia descrita por Plinio el Viejo y ubicada en la Bética, la mayoría de los estudios establecen en este yacimiento la Lacimurga o Lacinimurga de Ptolomeo, incluida dentro de la provincia lusitana. El oppidum prerromano, del que se han rescatado joyas orientalizantes datadas en los siglos VI-V a.C., daría paso a una ciudad romana convertida en municipio en época de Augusto, o según otros investigadores bajo la dinastía flavia. De esta manera se reaprovechaba un asentamiento desde el que se dominaba uno de los vados del Guadiana y zona de paso entre la Bética y la Lusitania, erigiéndose Lacimurga como la ciudad desde la cual controlar una extensa zona rural de desconocidos límites, cuyas villas y explotaciones se pudieron servir de las vegas del Guadiana y Zújar. 

Apareciendo restos arqueológicos desde mediados del siglo XIX, sería durante los años 90 cuando se ejecutaran las primeras labores de excavación, resultando de las mismas cuatro sectores diferenciados en la zona más meridional del cerro. El sector sur, dominando el desfiladero, correspondería con los vestigios romanos más antiguos, datados entre los siglos II-I a.C. y consistentes en un edificio de carácter monumental, posiblemente público, para cuya construcción se aprovechó una plataforma natural del terreno rodeándose de un fuerte amurallamiento. En el sector oriental, se conservan ruinas de viviendas y edificios de almacenaje, mientras que en el sector occidental se enclavan los restos más destacados del lugar, fechados entre los siglos I a.C. y I d. C., identificados con una vivienda con baños o bien un edificio de termas públicas, elevado sobre mampostería, sillares graníticos y ladrillo, y donde destacan el pequeño caldarium, con labra u honda bañera, el tepidarium rodeado de banco corrido, y el frigidarium o gran piscina para el agua fría lucida con opus signinum. El sector noroccidental estaría presidido por un gran depósito de agua, bajo el cual se conservan grandes sillares que indicarían la posible presencia de un edificio público, mientras que en las inmediaciones del propio risco multitud de bancales y muros de aterrazamiento de mampostería, aún por excavar, podrían señalar la presencia de viviendas y sistemas de defensa prerromanos en la parte más elevada del yacimiento.



Arriba y abajo: dominando el desfiladero, en la zona más meridional del Cerro del Cogolludo, se elevó durante los primeros siglos de dominación romana de la zona un posible edificio público de grandes dimensiones, aprovechando para ello una plataforma natural del terreno, rodeado de un fuerte amurallamiento y dotado de diversas estancias elaboradas con piezas graníticas, de las que aún quedan constancia (imágenes inferiores).



- Cómo llegar:

La Ciudad antigua de Lacimurga, enclavada a los pies del Cerro del Cogolludo, conforma una simbiosis con mencionado risco de tal manera que dar con él significa encontrar los restos de la antigua población. Este macizo rocoso, que domina, en la orilla derecha del Guadiana, la zona central del Embalse de Orellana, mantiene fácil acceso, tanto a pie como en vehículo, gracias a la conservación de la antigua vía que, antes de la construcción del pantano, unía la localidad de Puebla de Alcocer con las vecinas localidades ubicadas al norte del río, utilizándose para ello el conocido como Puente de Cogolludo convertido, hoy en día, en asiduo enclave pesquero.

La forma más fácil de alcanzar el Cerro del Cogolludo y, por ende, la Ciudad de Lacimurga, parte de la carretera autonómica bautizada como EX-115 que une, desde la carretera nacional N-430, la localidad de Navalvillar de Pela con Quintana de la Serena. Es entre el municipio peleño y el de Orellana de la Sierra, u Orellanita, donde encontraremos, a mano izquierda y en el kilómetro 9 de esta calzada, un desvío que nos conduce tanto al Cerro del Cogolludo como al Yacimiento de Lacimurga, ambos publicitados con cartelería. Esta antigua carretera, actual camino de tierra conocido como de Maribáñez, comunica esta vía autonómica con la EX-103, que nos conduce hasta Puebla de Alcocer, localidad que comparte titularidad con Navalvillar de Pela sobre las tierras sobre las que se asienta Lacimurga, y desde la cual, deshaciendo el camino, también es posible alcanzar el yacimiento.


Arriba: en la zona noroccidental del yacimiento fueron descubiertos, además de los restos de un gran depósito de agua, diversas hileras de grandes sillares graníticos que presuponen la antigua existencia en el lugar de un edificio destacado o de uso público.

Abajo: según nos alejamos de las zonas más llanas y cercanas al desfiladero, mientras subimos las laderas del cerro y nos aproximamoss al risco en sí, una infinidad de bancales nos acercan a los vestigios más antiguos de la ciudad de Lacimurga, posibles restos de los inmuebles y viviendas prerromanas que dieron origen al lugar, aún por excavar.


En caso de acercarnos al Embalse de Orellana desde las capitales autonómica o provincial pacense, es posible también alcanzar la carretera autonómica EX-115 sin necesidad de acudir hasta Navalvillar de Pela, tomando el desvío que, desde la carretera nacional N-430 nos conduce hasta Orellana la Vieja desviándonos a la altura de Acedera (BA-648). A la entrada del municipio que da nombre al embalse, sin necesidad de adentrarnos en el mismo, encontraremos el cruce que nos lleva hasta Navalvillar de Pela y Orellana de la Sierra. Alcanzada esta última localidad, el camino de Maribáñez partirá igualmente desde el kilómetro 9 de la vía, encontrándonos con el mismo esta vez a nuestra derecha. En caso de querer hacer la ruta a pie, un sendero trazado campo a través, contando con más de siete kilómetros de recorrido, parte poco después de sobrepasar Orellanita desde un tramo en desuso del antiguo trazado de la carretera autonómica, uniéndose al camino de Maribáñez tras más de dos kilómetros caminando por un bello paisaje de dehesas, riberas y campo extremeño.



Arriba: entre los cuatro sectores excavados de la antigua ciudad es fácil encontrar restos de inmuebles diseminados por los dominios del que fuese antiguo oppidum y municipio romano, hoy en día, y tras el abandono de las excavaciones arqueológicas, invadidos por la vegetación e indefensos ante la intemperie, el vandalismo y el expolio.


La Ciudad antigua de Lacimurga, cuyas excavaciones arqueológicas fueron polémicamente abandonadas sin que los vestigios hallados fueran nuevamente tapados y puestos a salvo para futuras intervenciones, se encuentra actualmente vallada por la Junta/Gobierno de Extremadura, que gestiona su prospección y salvaguarda. La visita libre al yacimiento no está permitida, si bien la alambrada no mantiene su integridad en diversas zonas de la misma. En caso de desear el acceso al interior del enclave arqueológico, se ruega el mayor respeto hacia el mismo, así como el mejor comportamiento y civismo ante los vestigios de semejante legado histórico, sin olvidar la obediencia ante los agentes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, cuyos miembros pueden estar vigilando los contornos y que nos solicitarán en caso de vernos el fin de nuestra presencia en el yacimiento.



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