viernes, 25 de septiembre de 2020

Imagen del mes: piezas visigodas reutilizadas en los exteriores de las iglesias de San Pedro Apóstol (San Pedro de Mérida), Ntra. Sra. de Finibus Terrae y San Pedro Apóstol (Almendral), San Blas (Salvatierra de los Barros), Ntra. Sra. de los Ángeles (Bienvenida), y Ntra. Sra. de la Concepción (Granja de Torrehermosa)

 

 Capitaneando la ciudad de Badajoz el listado de localidades extremeñas donde puede apreciarse entre sus calles y edificios la reutilización arquitectónica de material de factura visigoda, con Mérida como municipio español con mayor número de vestigios de tal periodo histórico, algunos sabiamente reciclados en el aljibe hispanomusulmana de la alcazaba de la urbe, un paseo por poblaciones tales como San Pedro de Mérida, Almendral, Salvatierra de los Barros, Bienvenida o Granja de Torrehermosa guarda al viajero que sus pasos encamine hacia la parroquia sampedreña de San Pedro Apóstol, su homónima almendralense, la iglesia vecina a ésta de Nuestra Señora de Finibus Terrae, la parroquia salvaterreña de San Blas, la dedicada a Nuestra Señora de los Ángeles en el casco urbano bienvenidense, o aquélla presentada bajo la advocación mariana de Nuestra Señora de la Concepción en el centro histórico granjeño, la sorpresa de toparse con piezas datadas en la etapa inicial de la Alta Edad Media insertas en los muros, formando parte de las bases y entramados de tales inmuebles, apreciándose no sólo el valor estructural primitivo de dichos retazos, sino inclusive la riqueza ornamental con que se dotó a los mismos, aún en uso ambas propiedades recuperadas bajo criterios tanto pragmáticos como ideológicos, enlazando las construcciones cristianas post-Reconquista con aquéllas establecidas cuando aún no había irrumpido el Islam en la Península Ibérica.

  San Pedro de Mérida, Almendral, Salvatierra de los Barros, Bienvenida y Granja de Torrehermosa (Badajoz). Piezas de estilo visigodo (siglos VI-VII), reutilizadas en construcciones levantadas entre los siglos XIII y XVI, erigidas bajo los estilos románico a renacentista.
 
 

Arriba y abajo: erigida inmediata a los cimientos de una añeja basílica visigoda, hoy puestos en valor junto al lado de la epístola del templo, la parroquia de San Pedro Apóstol, en la localidad pacense de San Pedro de Mérida, muestra en su flanco del evangelio presuntos elementos visigodos reutlizados, posiblemente rescatados de entre las ruinas del viejo edificio visigótico cuyo mismo lugar de ubicación escogiese para levantarse, en un claro reciclado de material así como búsqueda de conexión con el viejo enclave cristiano preislámico, a modo de continuidad cronológica enlazando dos episodios históricos y una misma fe cuyo ejercicio quedase interrumpido por la incursión peninsular de los sarracenos, conservándose a la vista además de retazos de un fuste marmóreo en el contrafuerte  esquinero entre cabecero y muro del evangelio del monumento (arriba), engastado al parecer otro en el pilar de sujección que sella el lado izquierdo de la portada principal del templo (abajo), una pieza de mármol blanco en el contrafuerte sito en el ángulo dibujado entre el lado del evangelio y los pies de la capilla (abajo, siguiente), cuyos restos decorativos, aun erosionados, verifican a todas luces un tallado visigodo adivinándose lo que fuesen cintas curvadas cuyo continuado encuentro formase circunferencias seriadas, habituales en el arte ofrecido dentro de esta etapa histórica, en cuyo interior posiblemente quedasen guarecidos motivos florales o eucarísticos a través de la representación del fruto de la vid.


Abajo: restaurado tanto el edificio como la imagen titular del mismo en 2.008, los trabajos de reparación y renovación del templo dedicado a la talla mariana de Finibus Terrae en la localidad pacense de Almendral pondrían en valor, entre otros elementos litúrgicos y arquitectónicos, una serie de piezas de factura visigoda utilizadas ediliciamente en el interior de la ermita, recicladas también éstas en la portada de estilo románico protogótico abierta en el lado de la epístola del monumento erigido bajo directrices mudéjares (abajo y siguiente), donde los dos arcos apuntados superpuestos, generando un abocinamiento en el acceso a la capilla, presentan en sendas líneas de impostas, llamativas por su naturaleza marmórea frente al material granítico del resto de la obra, cuatro fragmentos interpretados por algunos autores como igualmente primitivas impostas rescatadas de algún añejo edificio del que se recuperasen también los elementos visigodos expuestos en el interior del recinto religioso, así como la venera inscrita entre los muros de la igualmente almendralense Parroquia de San Pedro Apóstol, si bien una observación detallada de éstas permite pensar en su primigenio destino como cimacios, posteriormente recortados y moldeados a fin de ajustarlos al uso actual, apreciándose un mayor labrado en las dos piezas sobre las que descansa el arco interior (abajo, imágenes tercera y cuarta), hasta el punto de haber desaparecido bajo el cincel la decoración de parte del cimacio sito sobre la jamba izquierda, la práctica totalidad de la ornamentación de los lados expuestos al aire del elemento inserto sobre la jamba derecha, conservada la labor escultórica del lateral menor de la primera de estas dos piezas, compuesta de una serie de róleos cumplimentados en su interior con motivos florales y cruciformes, idénticos a los mostrados por el cimacio contiguo, hoy imposta izquierda del arco externo (abajo, imágenes quinta y sexta), bastante similar a la talla presente en el cimacio contrario, ubicado sobre la jamba derecha exterior (abajo, imagen séptima), de anchura menor y más sencillo diseño, protagonizados los espacios creados por tal róleo por menudas flores cuatrilobuladas, erosionada sin embargo aquélla ornamentación existente en una quinta pieza hermana, inscrita en la jamba exterior izquierda a modo de sillar (abajo, imagen octava), posible porción de pilastra de la que, además de entreverse medallones labrados en sus costados a la vista, vestigios de una presunta columna esquinera hacen pensar en el uso de la misma en algún ángulo edilicio del edificio al que originariamente perteneciese.


 
 
 
 
 


 Abajo: contando la localidad pacense de Almendral con dos parroquias, sitas a escasa distancia una de la otra, frente a la fábrica encalada y con intervención mudéjar de Santa María Magdalena, el templo dedicado a San Pedro Apóstol se ofrece bajo una sobria estructura edilicia de base gótica apenas rota ornamentalmente por la no muy profusa decoración de puertas y la llamativa colección de gárgolas que circunda la práctica totalidad del inmueble (abajo), figurando a su vez, en el cabecero del edificio religioso, como coronamiento de un vano inexistente previo al muro final de cierre desde el lado de la epístola (abajo, siguiente), una reseñable pieza visigoda destacable no sólo por sus dimensiones o su rico labrado, circundada la venera central por una cenefa donde la doble cinta, formando circunferencias seriadas, encierra motivos cruciformes y florales, complementado en derredor por una banda helicoidal sobre la que aparecen, además de círculos florales esquineros, lo que parecen ser palmetas, vinculadas litúrgicamente con el martirio (abajo, tercera imagen), sino fundamentalmente por constituir un fabuloso ejemplar de pechina que, apreciado su primitivo abocinamiento o concavidad, formaría parte primigeniamente de algún nicho u hornacina, descartado a mayor estudio el uso como placa o cancel litúrgico, de habitual tallado plano, con paralelismos en piezas conocidas, algunas de ellas preservadas dentro de la colección visigoda del Museo de Arte Romano de Mérida, barajando su pertenencia a un edificio religioso del que pudieran haber formado parte igualmente los ricos elementos visigóticos conservados en la cercana ermita de Finibus Terrae, factible basílica visigoda sita en los contornos de la localidad almendralense, defendida por algunos autores la muy posible existencia y ubicación de ésta en el conocido como lugar de San Matías, punto donde se levantaría la primitiva población hasta su traslado en 1.388 al enclave actual, una vez arrasado el viejo caserío por las tropas portuguesas tras el triunfo luso sobre el ejército castellano en la batalla de Albujarrota.



 
Abajo: levantada a lo largo del siglo XVI siguiendo las directrices de un extinto estilo gótico que en Extremadura se prolongase iniciada ya la Edad Moderna siguiendo unas directrices arquitectónicas recias que diesen lugar a un particular gótico rural o extremeño, la parroquia de San Blas de Salvatierra de los Barros, cuya torre-fachada centrada en los pies del templo conjuga con la tendencia edilicia basada en la erección del campanario en este punto del inmueble ampliamente expandida a lo largo y ancho de la provincia pacense (abajo), muestra exteriormente un escaso ornato inscrito fundamentalmente en el lado de la epístola (abajo, siguiente), donde además del arranque de dos pináculos de sabor gótico sobre sendos contrafuertes centrales, abierto entre los mismos un amplio ventanal abocinado bajo arquivoltas, destaca en níveo marmol junto a la portada de acceso sita en este flanco del inmueble, embutido en el pilar segundo de contrarresto de tal lateral a contar desde los pies del monumento, una pieza de claro origen visigodo, rectangular y cercenada en su extremo inferior, hoy colocado en sentido opuesto al original (abajo, tercera imagen), cuyo modelo decorativo repite tendencias ya vistas en otras piezas de similar cronología, basada en el dibujo de una columna central, cuyo capitel hoy figura a los pies del tallado fuste, en cuyo derredor se expande un entramado geométrico basado en la repetición de escamas y flores de cuatro pétalos, circundado el conjunto a su vez por una cenefa helicoidal, vista esta idea modelística principalmente en los cantos de diversos pilares contemporáneos al ejemplar, tales como los reciclados en el aljibe hispano-musulmán de la alcazaba emeritense, siendo primitivamente la pieza salvaterreña, a juzgar por sus dimensiones, vestigios quizás de una placa rescatada de algún posible yacimiento cercano, conocida la presencia romana en la zona, origen de una viable posterior ocupación visigoda, gracias a elementos como la lápida sepulcral reutilizada en el exterior de la vivienda número 20 de entre las sitas en la calle Pedro Gómez Asensio, a corta distancia del máximo templo local.

 
Abajo: destacando entre la fábrica del principal templo bienvenidense la majestuosa torre de cuatro cuerpos que despunta desde la esquina entre pies y lado de la epístola sobre el monumento (abajo), declarado Monumento Histórico-Artístico, hoy Bien de Interés Cultural, mediante Real Decreto de 3162/1983 de 13 de octubre, publicado en BOE número 309 de 27 de diciembre de 1.983, la parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles vería iniciada su obra, influenciada por el mudéjar, en el siglo XV, rematada en el siglo XVII bajo las directrices del arte Barroco, resultando una sólida construcción sustentada literalmente sobre el pasado visigodo, tal y como puede apreciarse en el cabecero del edificio religioso, erigido el segundo de los contrafuertes que circundan el ábside, a contar desde el lado del evangelio, sobre un cimacio de claro tallado visigótico, invertido en su uso actual y profusamente decorado en los cantos aún visibles desde el exterior del inmueble (abajo, siguiente), apreciándose entre la labor tallada una serie de elementos vegetales concatenados bajo directrices geométricas, antaño superpuestos por una cenefa de elementos cruciformes (abajo, tercera imagen) en clara alusión al uso litúrgico o religioso de la pieza, hoy vista en la parte baja del mármol, resultando un bello ejemplo de arte visigodo rescatado, posiblemente, de los alrededores de una población, la de Bienvenida, que no vería su fundación hasta reconquistada la zona al poder musulmán, entroncando así su fe y asentamiento con la cultura reinante en los primeros siglos de la Alta Edad Media.



 
Abajo:  declarada Monumento Nacional en octubre de 1.932, hoy Bien de Interés Cultural, la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción de Granja de Torrehermosa, además de apellidar la población a la que pertenece desde que la misma fuese declarada villa en 1.565, abandera el listado de obras de fábrica gótico-mudéjar de la región, destacando su excepcional torre-fachada en una construcción iniciada a fines del siglo XV para cuya erección se utilizaría tanto la mampostería como el ladrillo aplantillado (abajo), característico en las intervenciones llevadas a cabo por los alarifes herederos del saber arquitectónico hispano-musulmán, apreciándose, además, la reutillización de otros materiales constructivos previos fundamentalmente en las bases del muro de la epístola, en el inicio del muro del evangelio, así como en los pilares de sustentación del cabecero eclesiástico (abajo, siguiente), adivinándose además de sillares, retazos de fustes y un cimacio de presunto origen romano, una pieza marmórea, aún ornamentada y acondicionada como caño de desagüe, sita en el contrafuerte inscrito en el ángulo de unión del lado del evangelio con el ábside del lugar (abajo, tercera imagen), posiblemente pieza de origen visigodo a juzgar por su diseño y labrada decoración observada a pie de calle, a base de escamas o sucesión de medias lunas o semicírculos pareados, visto en elementos datados en tal época histórica, así en uno de los canceles preservados en la colección visigoda del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, posible por sus dimensiones pie de altar procedente de entre las ruinas de alguna desaparecida basílica visigótica, quizás relacionada, como el resto de vestigios y elementos arquitectónicos reciclados, con el municipio romano enclavado donde hoy se yergue la localidad de Azuaga, Arsa para algunos autores, a escasos kilómetros de separación del núcleo poblacional granjeño.
 
 
 

martes, 8 de septiembre de 2020

Soy de Extremadura


Me dijeron que eran dos.
La mostraron bipartita.
Cáceres y Badajoz.
Alta y Baja Extremadura.

Con el tiempo maduré.
Me hizo recorrer la vida
los caminos y veredas
de dos provincias vecinas,
descubriendo la unidad,
que no hay rotura ninguna
entre enclaves hermanados,
entre tierras que son una.

Comparten igual latir,
una identidad conjunta
entre Gredos y Portugal,
Andalucía y las Castillas,
procurando protección
a una talla morenita
que en Guadalupe surgió.
Su día nos enlazaría.

De Extremadura soy yo.
En Extremadura nacería.
A Extremadura querré
regresar si me destina
mi sino desarrollar
mi crónica en la lejanía,
pues de Extremadura son
las sangre y crianza mías.


¡Feliz 8 de septiembre! ¡Feliz Día de Extremadura!

sábado, 1 de agosto de 2020

Imagen del mes: Dolmen del Alcornocón, o Juan Durán I, en San Vicente de Alcántara


Eclipsados por la relevante colección dolménica inscrita dentro del vecino término municipal de Valencia de Alcántara, los nueve dólmenes sanvicenteños se suman en realidad al mismo movimiento cultural que, llevado a cabo por los primeros grupos agrarios asentados en el lugar, ejecutase el vasto número de pétreos mausoleos que, entre las hoy fronterizas tierras que actualmente gestionan las provincias de Cáceres y Badajoz junto al colindante país luso en este rincón peninsular, se ofrece como una de las aglomeraciones megalíticas más cuantiosas y destacadas tanto a nivel ibérico como europeo, sobresaliendo entre los ejemplares de lo que antaño fuera aldea valenciana el dolmen conocido como de Alcornocón, o Juan Durán I, cercano, como Juan Durán II, a la fuente bautizada con tal nombre que aún mana a los pies del camino a La Codosera, restando del prehistórico monumento tres ortostatos íntegros en pie de lo que fuese la cámara funeraria en sí, de dimensiones y características paralelas a las mostradas por la mayoría de sus hermanos norteños, demostrando la relación artística y arquitectónica entre inmuebles en una época en que las lindes actuales eran inexistentes.
San Vicente de Alcántara (Badajoz). Fechado entre los periodos Neolítico y Calcolítico (IV y III milenios a.C.).


Arriba y abajo: carente quizás de corredor de entrada, al igual que varios de los ejemplares valencianos y a juzgar por la inexistencia de piezas que constituyesen tal pasillo, la puesta del sol junto al dolmen sanvicenteño de Alcornocón demuestra la orientación de la cámara mortuoria del mismo hacia poniente (arriba), abierto su acceso hacia el levante (abajo) en el punto del mausoleo que no presenta vestigios de ortostatos clavados sobre el terreno donde se asienta, siguiendo la tendencia mantenida a la hora de ejecutar todo inmueble dolménico bajo ideales funerarios interrelacionados con el movimiento solar, descubriéndose a los pies del mismo retazos graníticos de algunas de las piezas que constituyesen primigeniamente el edificio fúnebre (abajo, siguiente), restando in situ, aunque cercenados, restos de algunos de los elementos de sustentación (abajo, imágenes tercera y cuarta), conservados frente al partido otros tres ortostatos básicamente íntegros que cerrarían  el lado septentrional de la obra (abajo, imagen quinta).







Arriba y abajo: de tendencia circular y con 2,50 metros aproximados de diámetro, la cámara funeraria del dolmen del Alcornocón (arriba) quedaría posiblemente enmarcada primitivamente entre de seis a siete ortostatos cuya altura alcanzaría, conservadas prácticamente íntegras las tres piezas que conforman el flanco norteño (abajo), los 2,10 metros de longitud, con una media de 1,20 metros de anchura, desaparecida la tapa del monumento, figurando retazos pétros que pudieron pertenecer a  éste o formar parte de su entramado de sujección junto al paredón conservado del megalito (abajo, imágenes cuarta y quinta), adivinándose a poca distancia y entre el pastizaje alguna otra pieza granítica que, por presentar sus contornos recortados y aplanados (abajo, imagen sexta), pudieran haber formado primigeniamente parte del compendio arquitectónico de que se constituía el bien inmueble, deshecho el túmulo que originariamente lo sellase inscrito, siguiendo nuevamente directrices edilicias marcadas y vistas en este tipo de obra prehistórica, sobre una elevación natural desde la que poder ser atisbado y otear los contornas a la par (abajo, imágenes séptima y octava), persiguiendo posibles fines demarcativos, situacionales o sencillamente rituales y litúrgicos, entregando el cuerpo de los seres difuntos allí depositados a las fuerzas de la naturaleza y el más allá.









Abajo: bautizadas, como el prehistórico dolmen, con el nombre de la finca donde se asientan, son varias las tumbas antropomorfas que componen lo que podría denominarse Necrópolis de Alcornocón, labradas sobre las afloraciones graníticas que salpican el enclave, horadada la piedra a fin  de ofrecer tal espacio obtenido como féretro perenne donde preservar los restos humanos allí depositados, cincelado un reborde en derredor del pétreo túmulo donde poder inscribir la tapa que cerrase la sepultura, siguiendo la tendencia vista en similares sepulturas sitas en múltiples puntos y rincones de la geografía extremeña, permitiéndonos datar tales bienes históricos, tomando como base la cronología acertada de algunos ejemplares similares de los que pudieron rescatarse ciertos ajuares, entre el periodo tardorromano y la etapa visigoda, expoliadas y carentes de enlosado las sepulturas sanvicenteñas, advirtiendo la presencia de dos sepulcros en la parte baja de la colina sobre la que se asienta el dolmen del lugar, verificándose, a través de la presencia tanto del mausoleo prehistórico como de la necrópolis altomedieval, un continuado uso fúnebre que a lo largo de varios periodos cronológicos se le ha dado al enclave, ofreciendo una continuidad funcional presente en otros muchos parajes y monumentos, advirtiéndose el valor que los postreros pueblos dieron al patrimonio preliminar, enlazando, casual o premeditamente, culturalmente con éstos.



Abajo: partiendo de la propia localidad de San Vicente de Alcántara hacia la vecina población de La Codosera, a través de la carretera BA-132, antes de alcanzar el kilómetro 2 se halla en el margen derecho de la vía la conocida como Fuente de Juan Durán, apareciendo frente a ella, en el margen izquierdo de la calzada, una senda térrea que deberemos seguir en caso de desear visitar el dolmen de Alcornocón, girando al final de ésta hacia nuestra diestra, alejándonos del caserío sanvicenteño, volviendo a tomar el ramal derecho en la posterior bifurcación, punto donde es recomendable dejar estacionado el vehículo en caso de habernos acercado a la zona haciendo uso del mismo, descubriendo pocos metros más adelante, junto a la entrada a la finca particular por donde nos tendremos que adentrar, un cartel indicando la presencia en tal enclave del monumento megalítico y sus adyacentes tumbas antropomorfas, sitas en el tercer terreno que, partiendo en línea recta desde tal cancela, alcanzaremos tras sobrepasar los dos cercados que delimitan sendas fincas previas a la de Alcornocón, descubriendo el dolmen homónimo a dicha hacienda no lejos de la casa en ruinas allí inscrita, cercano al muro de cierre de poniente, capitaneando la suave colina cuya falda se inicia a los pies de éste.


(Dolmen localizado gracias a las indicaciones ofrecidas por el blog conjuntomegaliticodeextremadura.blogspot.com)

viernes, 17 de julio de 2020

Imagen del mes: Menhir del Cabezo, en las cercanías de Alcántara


El 10 de julio de 1.985, la pasión por el arte y la arqueología llevaba a D. Fernando Tostado Granado a descubrir en las proximidades de su localidad de residencia uno de los escasos menhires con que cuenta la región extremeña y el Oeste peninsular, derrumbado por entonces y al parecer a raíz de los trabajos de desmonte a que fuese sometida la zona durante los años 40 del pasado siglo, volviendo a ser erguido, ligeramente desplazado de su punto de incisión original, en noviembre de 2.015 por el equipo del prestigioso arqueólogo D. Miguel Ángel López Marcos bajo programa de la Junta de Extremadura, luciendo hoy erecto un monumento, fálico según algunos autores, considerado según otras teorías con mayor respaldo una figura antropomorfa que marcaría primitivamente el enclave, delimitándolo o identificándolo, presentándose en todo caso como una de las presuntas representaciones escultóricas más antiguas de Extremadura.
Alcántara (Cáceres). Fechado entre los periodos Neolítico y Calcolítico, alrededor del V milenio a.C..


Arriba y abajo: con 4,65 metros de longitud, 1,20 metros de diámetro máximo, y 12.100 kilos de peso, del menhir alcantarino del Cabezo lucen fuera de superficie, tras nuevo levantamiento (ampliamente documentado por Libre Producciones a través de un capítulo dedicado al mismo dentro de su serie El Lince con Botas, para Canal Extremadura TV), 3,80 metros de la pieza granítica de que consta el bien histórico-artístico, estudiado en 2.008 por los eruditos en prehistoria Dña. Primitiva Bueno Ramírez y D. Rodrigo de Balbín Behrmann, orientándose hacia el Sur lo que se ha interpretado como rostro de la presunta figura antropomorfa con que se ha identificado la obra (arriba: visto desde el Suroeste; abajo: visto desde el Sureste; abajo, siguiente: visto desde el Sur), asegurándose en su nueva posición, mudado ligeramente de su punto de anclaje original a fin de preservar la fosa de fundación como bien arqueológico en sí, mediante cuñas pétreas que refuerzan su elevación fijada principalmente en base al propio peso de la pieza en sí, considerado uno de los menhires más voluminosos de la Península Ibérica, así como posiblemente el más relevante de entre aquéllos conservados dentro de la región extremeña, sabiéndose de otros ejemplares, relacionados posiblemente como éste con las culturas megalíticas que creasen contemporáneamente y a su vez tanto la amplia colección de dólmenes que salpican esta porción peninsular como los cuantiosos paneles pictóricos de traza esquemática que abundan por todo el territorio autonómico, en las localidades de Barcarrota (La Pitera), Valverde de Leganés (El Gamonal), La Cardenchosa (dentro del casco urbano de esta pedanía dependiente de Azuaga), así como fundamentalmente el conjunto inscrito en la cuenca del río Ardila, entre los términos de Fregenal de la Sierra y Valencia del Ventoso, declarados recientemente Bien de Interés Cultural con la categoría de Zona Arqueológica mediante Decreto 16/2020 de 11 de marzo, quedando insertos en tal valle fluvial los ejemplares frexnenses de Palanca de Moro, Tres Términos y Pepina, reutilizado el primero en un cercado, tumbado el segundo y con llamativa forma fálica el tercero de ellos, así como los valencianos de la Fuente de Abajo, usado como pilón en tal obra pública, el del Lagarto, de majestuosas dimensiones, o el del Rábano, rodeado de piezas pétreas con las que pudo conformar antaño un crómlech, de porte y características voluminosas y artísticas éste parecidas a las ofrecidas por el ejemplar alcantarino, cuya curvatura en sendos aparece igualmente presente en otros menhires geográficamente relacionados, como el de Outeiro en la lusa localidad alentejana de Reguengos de Monsaraz.




Arriba y abajo: decorado a base de cazoletas, algunas de considerable tamaño, tales como las horadadas en sendos extremos del menhir inscritas en la cara del mismo hoy enclavada hacia el Noroeste (arriba), más menudas y dispersas a lo largo del enlomado del ortostato de que se compone el monumento otras muchas (abajo), se adivinan junto a éstas ciertas incisiones (abajo, siguiente), así como grabados contemporáneos (abajo, imagen tercera) resultantes, una vez tumbada la pieza, de diversos actos vandálicos que dejaron como resultado la figuración del nombre Emilio y las siglas LPR sobre el bien, descubriéndose tras levantarse nuevamente el menhir y poder así ser estudiado el megalito con mayor profundidad lo que se ha considerado por algunos autores como rostro (abajo, imagen cuarta) de la presunta figura antropomorfa en que se basaría el ejemplar alcantarino, artísticamente abstraída del mismo modo que los ídolos oculados contemporáneos a éste, quizás pétreo guerrero o vigía que avisase a viajeros y clanes vecinos de la particular propiedad de los contornos, sito en un cabezo o punto alzado sobre el paisaje desde el cual poder tanto atisbar como ser observados desde la lejanía, ideal enclave según otras teorías para el estudio solar o astronómico, sirviendo el menhir a tales fines científicos primigenios, si bien la alargada forma del mismo, peculiar en este tipo de fabricación ejecutada a lo largo de múltiples puntos dispersos tanto por Europa como por el planeta, hace pensar en una representación fálica que, bajo fines mágicos y apotropaicos ya apreciados en otras muchas representaciones artísticas prehistóricas, persiguiese la fertilidad de los campos de los que dependiesen las primeras comunidades humanas agrarias asentadas en la región, hincado el simulado erecto pene dentro de la madre tierra, o surgiendo de ésta a fin de fecundar los campos adyacentes, hito funerario, sin embargo, en una última suposición, sirviendo quizás como memoria de algún personaje relevante de la tribu, marcando de otra mano un punto relacionado con los ritos fúnebres colectivos, en todo caso un elemento que ha servido con las centurias para apreciar el trascurrir de la vida y el paso inexorable del tiempo, testigo mudo de los siete mil años que han desfilado a sus pies desde que se diese su original confección.






Abajo: son varias las opciones o caminos diseñados a fin de poder conocer in situ el alcantarino menhir del Cabezo, ubicado en la orilla derecha del río Tajo y proximidades de la carretera EX-117, vía de unión entre Alcántara y Zarza la Mayor, a poco de dejar atrás el archiconocido puente romano que da nombre a la localidad en cuyo término se ubica el monumento megalítico, territorio donde a la par se inscribe la pedanía de Estorninos, alquería desde la cual este blog recomienda el modo de ejecutar la visita al bien, recorriendo para ello los 2,8 kms. de distancia que separan la entrada oriental de tal caserío con la presunta escultura prehistórica, naciendo la ruta a seguir del camino asfaltado que, desde la carretera CC-111, se dirige al cementerio estorninero, continuando a poco de dejar atrás la ruinosa Ermita del Humilladero por la senda orientada hacia el Noreste de los contornos, con un único cercado a traspasar (abajo, imagen superior derecha), marcada y señalizada ampliamente en pro de la visita y disfrute de uno de los más relevantes bienes de la localidad, auténtico tesoro megalítico de la Península y joya cultural de nuestra región.


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