Arriba: entre las escenas bíblicas que nos aguardan en el interior de la Capilla oliventina del Espíritu Santo, bellos detalles nos sorprenden, conjugando religión y costumbrismo.
Corría el año 1.716 cuando se recibe en Olivenza la primera partida de azulejos encargados para decorar el interior de la Capilla del Espíritu Santo, templo dependiente del Hospital de Caridad y Santa Casa de Misericordia. Tras más de siglo y medio de obras, remodelando el edificio religioso desde que éste se levantara en 1.548, su fisonomía final estaba alcanzándose. Los paneles de azulejos blanquiazules, que por entonces se habían convertido del sumo gusto de nobles y clérigos portugueses, servirían como punto final a la decoración de esta capilla.
Arriba: siguiendo el mismo esquema del muro del evangelio, diversos paneles decoran cada tramo del lado de la epístola, con Dios Padre vistiendo a Adán y Eva con túnicas junto a la puerta de entrada al templo.
Arriba y abajo: detalles del panel ubicado bajo el coro, en el lado de la epístola, donde el autor reflejó su destreza al pintar a los personajes bíblicos, así como la exuberante vegetación del Jardín del Edén.
Tal y como reza en el panel que cubre la parte interna de la portada de acceso a la capilla, a los pies del templo, fue el encargado de crear y pintar la azulejería destinada a los muros de la Capilla del Espíritu Santo uno de los mejores maestros que sobre esta técnica vivía en el Portugal de comienzos del siglo XVIII. Manuel dos Santos, con taller en Lisboa, forma parte del conocido como "Ciclo de los Maestros", nombre dado al grupo de artistas que donaron al país vecino y a la historia del azulejo portugués su época dorada. Con obras repartidas por diversas parroquias del país, y ejemplos en la cercana iglesia oliventina de la Magdalena, sus azulejos más conocidos revisten, junto con los de otros autores de mencionado grupo, los muros del Monasterio de San Vicente de Fora, en la capital lusa, narrando, entre otras, escenas históricas y heroicas sobre la Reconquista del país vecino.
Arriba y abajo: diversas vistas del panel que cubre la parte interna de la portada de acceso al templo, donde diversos angelotes y una arquitectura en trampantojo enmarcan la entrada de la capilla.
Abajo: detalle del panel anteriormente referido donde se puede apreciar la firma del autor de la azulejería, así como la fecha de su finalización: Manuel dos Santos, 1.723.
Para decorar la Capilla del Espíritu Santo se eligió una temática religiosa muy concreta, en consonancia con las labores de caridad y ayuda que se ejercían por el mecenas de la obra, el Hospital o Casa de Misericordia de Olivenza. A través de diversas historias bíblicas, tomadas tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, el visitante vería ejemplos de caridad y misericordia relatados en la historia sagrada, desde la visita, cuidado y curación de enfermos, a la alimentación y el vestir del necesitado, o la acogida del caminante. Entre ellos, y como era del gusto de la época, diversas escenas bucólicas, costumbristas, paisajes o personajes contemporáneos a la obra aparecerían como detalles que la completarían, sorprendiendo al espectador y enriqueciendo el trabajo final.
Terminada en 1.723, la azulejería mostró una vez colocada simetrías compositivas entre los paneles ubicados tanto en el lado del evangelio como en los del muro de la epístola, con los relatos repartidos sin seguir un orden cronológico concreto, y señalizados debidamente con una inscripción latina donde se indica el pasaje bíblico del que fue tomada la historia. Los tramos medios de uno y otro lado presentarían los paneles mayores y de mejor traza, con zócalos simétricos bajo los mismos. Otros paneles ocuparían los tramos ubicados bajo el coro, así como a sendos lados y bajo los vanos del altar, éstos en la cabecera.
Arriba: vista general del gran panel que cubre el tramo medio del lado de la epístola, donde vemos a Moisés golpeando la roca de Horeb, de la que sale agua para apagar la sed del pueblo de Israel.
Arriba y abajo: detalles del panel central del lado de la epístola que demuestran lo acertado que se está al considerarlo el de mejor y más bella traza del monumento.
En el lado del evangelio, cuyas imágenes aparecen en la entrada anterior del blog, o parte primera de las dos dedicadas a esta azulejería, encontramos junto a los pies del templo la curación de un paralítico por Jesús, relato tomado del Evangelio según San Juan, Capítulo 5, Versículo 9. Seguidamente, y ocupando el panel central y de mayor tamaño del muro, vemos a Daniel recibiendo alimento por el profeta Habacuc. El libro de Daniel nos cuenta, en su Capítulo 14, Versículo 34, cómo el mismo, tras matar al dragón que los babilonios veneraban, fue llevado al foso de los leones para ser comido por estas fieras. El Señor no sólo impidió que lo devorasen, sino que mandó además a uno de sus ángeles para que tomando al profeta Habacuc, que había preparado cocido y rebanadas de pan para los segadores, lo llevara ante Daniel y así lo alimentase en su cautiverio.
Finalmente, en la cabecera del templo, tres relatos ocupan los lados izquierdo, derecho y bajo del vano, respectivamente. A la izquierda de la ventana, y según relata el libro segundo de Reyes, Capítulo 8, Versículo 29, vemos a Ocozías, rey de Israel, visitar a Yoram, hijo del rey de Judá, tras ser este último herido por los arameos en la batalla que los dos libraban contra Jazael. El relato de la derecha, por su parte, se basa en la parábola del buen samaritano, reflejada en el Evangelio según San Lucas, Capítulo 10, Versículo 34. Por último, un medallón sostenido por ángeles nos muestra a Rebeca dándole de beber al sirviente de Abraham, que se encontraba en la ciudad de Aram Naharáyim por mandato de su amo, buscando esposa para su hijo Isaac, según el libro del Génesis, Capítulo 24, Versículo 18.
Arriba y abajo: prácticamente idénticos a sus pares situados en el muro del evangelio, frente a ellos, tres paneles menores, dos de los cuales observamos aquí, componen el zócalo ubicado bajo el gran panel del tramo medio, en el lado de la epístola.
Abajo: detalle del panel central del zócalo anteriormente mencionado, donde podemos disfrutar de una de las libertades que se tomó el artista al reflejar mezcladas con la historia sagrada escenas costumbristas, bucólicas o de la época, como estos jardines palaciegos propios del siglo en que se creó la obra.
En el lado de la epístola, y tomado del Génesis, Capítulo 3, Versículo 21, el relato que nos habla de cómo Dios Padre entrega túnicas de pieles a Adán y Eva para vestirlos, una vez que éstos le han desobedecido y pecado, da comienzo a la azulejería ubicada en este muro derecho, a los pies del templo. Seguidamente, y como gran panel central, Moisés, rodeado del pueblo de Israel, hace brotar agua de la roca de Horeb, según nos cuenta el libro del Éxodo, Capítulo 17, Versículo 6. El pueblo judío es así escuchado cuando, tras ser liberado de la esclavitud y salir de la tierra de Egipto, sufre de sed en pleno desierto. Curiosamente la inscripción latina que bajo el milagro aparece y lo describe nos habla, sin embargo, de otro milagro parecido y aquí no reflejado, cuando Dios manda un sinfín de codornices al pueblo de Israel, curando así el hambre que padecían.
Arriba: junto al retablo mayor de la capilla y a la derecha del mismo, Jesé entrega una cesta de panes a su hijo David como alimento para sus hermanos, alojados en el campamento de Saúl.
Arriba: al lado derecho de la ventana que en la cabecera de la capilla se abre en el lado de la epístola, Tobías recoge al estrangulado que yace muerto en la plaza, antes de comer.
Abajo: detalle del panel mencionado, con Tobit en primer plano cargando el amortajado cadáver.
Ya en la cabecera del templo, y bordeando la ventana que allí se abre, tenemos a Jesé, también llamado Isaí, entregando a su hijo David una cesta con diez panes y trigo tostado, como alimento para los hermanos del pastor de ovejas y futuro rival de Goliat, alojados en el campamento que Saúl había levantado en su lucha contra los filisteos. El primer libro de Samuel, en su Capítulo 17, Versículo 17, nos describe la escena, así como en el libro de Tobías, Capítulo 2, Versículos 3 y 4, encontramos la inspiración al panel ubicado en esa misma pared, a la derecha del vano: Tobit recoge el cadáver de un estrangulado antes de comer con su familia, guardándolo en una caseta para poder enterrarlo debidamente después, a la caída del sol. Bajo los dos relatos, y de manera similar al muro del evangelio, un medallón sostenido por ángeles nos muestra un ejemplo más de caridad y bondad, en este caso la que Lot tuvo con los ángeles que el Señor mandó a Sodoma, representados aquí como peregrinos, a los que ofreció su casa, según nos relata el Génesis, en el Capítulo 19, Versículo 2.
Arriba: bajo el vano abierto en el lado derecho de la cabecera del templo, un medallón recoge la bondad que Lot mostró ante los ángeles del Señor, a los que confundió con caminantes, ofreciéndoles cobijo para esa noche en su casa.
Arriba y abajo: completando el zócalo que en la parte de la cabecera y muro de la epístola de la capilla aparece en ese tramo y bajo la ventana que allí se abre, dos bellas escenas campestres o pastoriles circundan el medallón anteriormente reflejado.
Cómo llegar:
El municipio de Olivenza, situado al sur de la capital provincial, está unido con Badajoz a través de la carretera regional EX-107, que une a la primera con la frontera portuguesa a la altura de Villanueva del Fresno, atravesando toda la Raya pacense. Una vez en la localidad, y metidos en la primera rotonda que vamos a encontrar si venimos por Badajoz, decorada con una fuente, un cartel indicativo nos mostrará la dirección a seguir para alcanzar el centro de la población, donde fácilmente encontraremos sitio para aparcar.
Llegados a la Plaza de España, reconocible por sus bandejas centrales y habitual concurrencia de vecinos, varias calles que parten desde ésta hacia el Norte nos llevarán a la antigua ciudadela. Concretamente las calles segunda y tercera, llamadas de Fernando Alfonso y del Espíritu Santo respectivamente, nos conducirán hasta la calle Caridad, donde se ubica el Hospital y Santa Casa de Misericordia. La capilla se levanta justamente en el cruce entre las dos últimas calles señaladas, frente a la Puerta de los Ángeles, con entrada desde la vía Caridad.
De entrada pública y gratuita, al estar abierta al culto y ser la imagen de la Virgen Milagrosa que allí se venera de gran devoción por los oliventinos, el horario de visita siempre queda pendiente del calendario litúrgico, pero habitualmente encontraremos la capilla abierta desde las 8 a las 13 horas, todas las mañanas de la semana, a excepción de las de los jueves.
Arriba y abajo: completando los paneles y el conjunto que compone la azulejería de la capilla, diversos mosaicos de azulejos rematan cada esquina de los muros del templo, así como el frontal de la arquería que sostiene el coro. Queda así cubierto cada rincón con ese sabor portugués que los azulejos aún nos transmiten, y del que en Olivenza se muestran orgullosos, contentos con la simbiosis que en el municipio se da, de presente español y pasado luso.
Espléndido trabajo; muy documentado; anima a ir o a volver si ya se ha ido.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por el comentario y la valoración sobre el trabajo realizado. Es muy grato recibir palabras así, y una alegría saber que la entrada ha servido para dar a conocer un poco más esta obra de arte. Un saludo!
ResponderEliminarLo que se ve en los arcos del coro (última foto) no son azulejos, sino imitación.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, estupenda explicación
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