Arriba: depositados junto a la calzada de la Vía de la Plata, varios miliarios descansan viendo pasar junto a ellos desde siglos atrás a los caminantes a quienes debieron haber servido.
Cuando el viajero de comienzos de nuestra era salía de Emérita Augusta viajando hacia el Norte de nuestra Península, a través de la calzada denominada "Iter ab Emerita Asturicam", siglos más tarde conocida como Vía de la Plata, encontraría la primera mansio en Ad Sorores, cercana al municipio actual de Casas de Don Antonio, tras 26 millas de camino. Eran las mansio paradas ideadas y adecuadas para los viajeros: una especie de antecedente de la venta que, cada 20 ó 25 millas de trayecto (unos 30-35 kilómetros, tomando como base la milla romana equivalente a 1.481 metros), encontrarían los transeúntes tras avanzar una jornada de camino, preparadas totalmente para su descanso y reposición.
Arriba: contabilizados ocho miliarios completos y otras tantas porciones de los mismos, en la imagen se observan los primeros que aparecen según avanzamos desde el sur, conservando la peana uno de ellos.
Una segunda jornada de viaje llevaría al caminante hasta la mansio de Castra Caecilia, ubicada frente a la colonia de Norba Caesarina, antecedente y origen de la ciudad de Cáceres. Tendría la oportunidad así de repostar junto a una auténtica ciudad romana, no alcanzando otro núcleo importante de población hasta llegar a Cáparra, tres jornadas después. Hasta entonces pasaría por Túrmulus y Rusticiana, siendo la primera una mansio enclavada en la orilla del Tajo, cerca de la desembocadura en el mismo del río Almonte, sepultada desde 1.969 bajo las aguas del pantano de Alcántara. La siguiente, Rusticiana, más al Norte y alcanzando el río Jerte, se ubicaría junto a Galisteo. Finalmente y tras dejar la mansio enclavada en Cáparra, al viajero sólo le quedaría una jornada más en las tierras que más tarde fueron Extremadura, con una última parada en Caelionicco, cercana a Baños de Montemayor, famosa ya entonces por sus aguas termales. Habría recorrido 132 millas desde la capital de la Lusitania antes de adentrarse en las entrañas montañosas del Sistema Central.
Arriba: unos aún de pie, y otros caídos y semienterrados, los miliarios anepígrafos de Lomo de Plata constituyen uno de los mayores depósitos de toda la Vía de la Plata.
Abajo: detalle de dos de los miliarios de mayor longitud del conjunto, los siguientes en encontrarnos según vamos caminando.
Para servicio e información del viajero, se dispuso entonces que todas las millas fueran marcadas o señaladas por hitos pétreos, denominados por ello como miliarios. En la mayoría de los casos y con el paso de los siglos, los miliarios de la Vía de la Plata han ido desapareciendo o han sido desplazados de su ubicación original, usados por su naturaleza granítica como material de construcción en muros y paredes. En algunas zonas sin embargo se conserva un gran número de ellos, no sólo reutilizados sino también depositados junto a la vía, destacando por este motivo el tercer tramo de la calzada romana contado tras salir de Mérida. En este trayecto, que el viajero atravesaría una vez atrás Castra Caecilia y hasta llegar a Túrmulus, son numerosos los miliarios que se conservan, especialmente tras dejar Casar de Cáceres y en el término municipal de Garrovillas de Alconétar. Pero sin duda la singularidad de este enclave no sólo reside ahí. Una sorpresa aguarda al caminante cuando alcanza el paraje de Lomo de Plata, o Lomo de la Plata, lugar donde se ubica uno de los depósitos de miliarios romanos más destacados de todo el camino.
Arriba y abajo: algunos miliarios aún en pie se entremezclan con otros tantos caídos, acompañados a su vez de diversos vestigios de lo que fueron antaño hitos pétreos en la zona central del depósito de Lomo de Plata, la más llamativa del yacimiento.
Para algunos investigadores compuesto de ocho miliarios completos, nueve para los demás, así como de retazos de otros tantos que no han llegado íntegros a nuestros días, el depósito de miliarios de Lomo de Plata se enclava en el corazón de este paradero, cercano a Casar de Cáceres pero perteneciente al término municipal de Garrovillas de Alconétar. Separados de la calzada latina por una alambrada (a excepción de una porción con peana de miliario que, en la zona más septentrional, permanece caído junto a la vía), aún aguardan al caminante en lo que fue siglos atrás una especie de almacén de los mismos, levantado junto a las cercanas canteras y berrocales de los que se obtenía la materia prima para crear estas graníticas señalizaciones. El carácter anepígrafo de los miliarios, sin conservarse inscripciones legibles en los mismos, así como la conservación intacta de la mole de algunos de ellos, que presentan en algunos casos la base o peana, permite pensar que el depósito se constituyó como recinto donde almacenar los miliarios antes de su colocación y uso en la vía, frente a la idea que nos lo presenta como depósito de aquellos hitos deshechados y restituidos. Algunos autores añaden además la posibilidad de que algunos de los pedazos graníticos que allí se encuentran fueran creados con el fin de servir a los transeúntes que viajaban a lomos de caballo, como pedestales o gradus que les ayudaran a subirse a las cabalgaduras.
Arriba: en la zona más septentrional del conjunto aparecen los últimos retazos pétreos, conservándose sin embargo la peana en la base de algunos de estos vestigios de miliarios, como se puede observar en esta imagen.
Abajo: junto al camino pero fuera de la alambrada, un último vestigio de miliario con peana despide al depósito de Lomo de Plata.
Cómo llegar:
Casar de Cáceres se enclava en las cercanías de la capital provincial cacereña, llegando a este municipio si desde la ciudad partimos a través de la carretera local que lleva su nombre, cuyo inicio aparece poco después de dejar la Plaza de Toros de Cáceres, y avanzar por la Avenida de las Lavanderas.
La localidad casareña se encuentra atravesada en su mitad por la Vía de la Plata, que corresponde con las calles de la Larga Alta y de la Larga Baja, hasta alcanzar la ermita de Santiago. Una vez allí, sigue el camino, ya sin asfaltar, pero siempre señalizado por los nuevos hitos colocados gracias al proyecto Alba Plata.
Para llegar hasta el depósito de miliarios de Lomo de Plata deberemos seguir siempre el trazado del camino, que en esta zona se conserva prácticamente en su itinerario original. Dejando a nuestra izquierda el desvío que nos acercaría al embalse del Cordel, el camino continúa su orientación norteña, usado actualmente como acceso a las múltiples fincas que por este paraje se encuentran. Llegaremos así hasta la primera de las verjas que hallaremos tras salir de Casar de Cáceres. El terreno es privado, pero la vía pública, por lo que podremos acceder perfectamente para continuar siempre por la senda, aunque recomendando desde este blog dejar aquí aparcado y si lo llevamos el vehículo, principalmente por la nueva orografía que nos encontraremos, que impedirá en algunos puntos el acceso con un turismo. Tras atravesar la segunda valla nos adentramos en la zona de Lomo de Plata. El depósito nos aguarda poco después, avisándonos de su presencia los restos de refuerzos originales de los laterales del camino, que se irán haciendo más abundantes según avanzamos, disfrutando así no sólo del yacimiento de los miliarios, sino además de uno de los tramos mejor conservados de la calzada original.
Arriba y abajo: en la zona de Lomo de Plata, así como en las fincas contiguas que le siguen, no sólo podremos descubrir una de las mayores concentraciones de miliarios romanos, sino además restos de la calzada original en cuanto a su anchura, enlosado y refuerzos laterales, ya visibles junto al depósito. Un recuerdo del ayer que aún hoy sigue vivo, y que llevará al caminante, más allá de su destino, a reencontrarse con un tiempo pasado.
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