Arriba: considerado como el más bello y mejor ejemplo del mudéjar románico de Extremadura, el ábside mudéjar de la parroquia de Galisteo aguarda al viajero en un rincón del pueblo donde el pasado se conjuga con el presente.
A pesar de existir teorías que apuntan hacia un posible origen ancestral de Galisteo, estudios que la sitúan ya durante la ocupación romana junto a la mansio de Rusticiana, e hipótesis que creen ver en la población la fortaleza de Medina Ghaliayah en que Almanzor descansó a finales del siglo X camino de los reinos cristianos del Norte, lo cierto que es el primer documento escrito que nos habla con seguridad de este municipio está fechado en 1.217, durante el reinado de Alfonso IX de León, conocido monarca en las tierras de Extremadura por ser, bajo su mandato, cuando algunas de las plazas y enclaves más relevantes de la región pasen definitivamente a manos cristianas durante el proceso conocido como la Reconquista.
Fue también Alfonso IX un destacado impulsor de la repoblación de los territorios reconquistados, para lo cual, y a diferencia de lo ocurrido en otras fases de repoblación previas, contó con la ayuda de las Órdenes Militares. Así, y tras la reconquista definitiva bajo su reinado de la villa de Alcántara, los dominios de este municipio, entre los que figuraba Galisteo, son cedidos a la Orden de Calatrava en 1.214, uno de los primeros datos históricos que afectan plenamente a la historia galisteña. Poco tiempo después, y ante la lejanía entre la localidad alcantarina y los calatravos, con base cercana a Ciudad Real, el monarca decide cambiar de Orden a la cual encomendar el cuidado de estos nuevos territorios anexionados al reino. Serán cedidos a la Orden de San Julián del Pereiro la cual, debido a su nuevo asentamiento, comenzará a tomar el nombre de la villa como propio, conociéndose así y desde entonces como la Orden de Alcántara.
Arriba: dividido en dos cuerpos o pisos, el ábside mudéjar galisteño muestra su fábrica a base íntegramente de ladrillo, formando éstos una serie de arcos doblados cegados en el piso inferior del mismo.
Arriba: a diferencia del piso inferior, en el cuerpo superior externo del ábside los arcos de medio punto son simples, mostrando sin embargo en algunos de ellos cierta tendencia al arco apuntado, que nos advierte de la aproximación del nuevo estilo que iba a imperar en los siguientes siglos europeos.
Abajo: visto desde la muralla galisteña, observamos el piso superior del ábside mudéjar de esta localidad, en cuya franja superior aparece un friso decorativo a base de ladrillos en esquinilla, solución decorativa habitual en el mudéjar románico castellano-leonés.
Una vez establecido el nuevo poder político en las comarcas y regiones arrancadas del mapa de Al-Ándalus, y consolidado a través del establecimiento en estas tierras de las Órdenes Militares, quedaba por establecer otro poder tan importante en la época como lo podía ser el militar, incluso mezclado a veces con el mismo en una simbiosis de armas y fe. La religión cristiana, a través de la Iglesia Católica, acompañaba inmeditamente a los nuevos colonos de las tierras reconquistadas, como punto fundamental de una repoblación donde no sólo importaba rellenar con gentes del Norte las tierras ganadas, con mano de obra que trabajara los campos para progreso y consolidación de los jóvenes reinos cristianos, adeptos a la Corona y fieles al Rey que la representaba, sino además fieles de una religión asentada como base principal y fundamental de la cultura de los nuevos dueños del suelo, que disminuyera, o incluso terminara, con la presencia de otras creencias consideradas como erróneas y enemigas.
Bien para transformar el panorama religioso encontrado en una plaza con posible previo asentamiento musulmán, como ponen de manifiesto los estudios que aseguran ser de fábrica almohade las murallas de la villa, o bien para contar con un enclave donde los nuevos colonos podían ejercitar sus creencias en una posible nueva localidad levantada para asegurar el establecimiento cristiano en la zona, lo realmente seguro es la datación de la primera fase de construcción de la parroquia de Galisteo en el siglo XIII, centuria en la cual comienza la historia escrita del municipio, a la par que la reconquista y repoblación de la comarca.
Arriba: en el muro derecho del ábside podemos encontrar un arco apuntado, también doblado, que aparece en el piso inferior del edificio rompiendo con la simetría de la cabecera, posible antiguo acceso al templo cegado tras su reconstrucción.
Abajo: imagen del ábside mudéjar tomada desde el Norte, donde podemos apreciar cómo su lado izquierdo, al contrario que el derecho, fue totalmente engullido en la ampliación y reestructuración de la parroquia.
Sin embargo y como bien ocurriera en una gran mayoría de municipios extremeños donde las primeras y medievales iglesias fueron transformadas con la llegada de la Edad Moderna, la primitiva parroquia de Galisteo sufrió una serie de reformas que transformó por completo su estructura inicial y primitiva durante el siglo XVI. Casi la totalidad del viejo templo fue derruida para dar paso a la nueva fábrica que aún hoy preside uno de los rincones del pueblo. A pesar de ello se salvó su antiguo ábside, cabecera del templo inicial convertido ahora en capilla del lado de la epístola. Este nuevo uso al que fue sometido esta porción del monumento se debió al cambio de orientación de la parroquia, proyectándose desde entonces el altar hacia el Noroeste, mientras que en el edificio previo lo hiciera hacia el Noreste, rompiendo así con una tradición canónica que iba perdiéndose con el paso de los siglos y que diseñaba los edificios de culto de tal manera que la cabecera mirara a ser posible hacia el oriente, con los pies hacia poniente.
Gracias a la salvaguardia de este vestigio del templo inicial, no sólo se conservaba una parte findamental de la historia y patrimonio del municipio, sino el considerado mejor ejemplo del arte mudéjar románico de la región. Es ésta una corriente artística propiamente hispana y surgida a raíz de la convivencia única que se dio durante el medievo español, unas veces fraternal y otras muchas hostil, entre dos culturas de clara base diferente: la cristiana y la musulmana. A diferencia del arte mozárabe, transmitido por aquellos cristianos que conservaron su religión en tierras andalusíes durante los primeros siglos de presencia islámica en la Península Ibérica, el arte mudéjar ocuparía el puesto contrario, al ser atribuido a aquellos maestros fieles al Islam que, sin huir hacia la protección de los gobernantes andalusíes que quedaban al Sur ni convertirse a la fe cristiana, quedaron en las tierras anexionadas a los crecientes reinos del Norte creando esta corriente a camino entre los movimientos artísticos cristianos, pero con soluciones arquitectónicas islámicas y materiales propios del arte musulmán, principalmente el ladrillo, el yeso y la madera.
Arriba: vista general del interior del ábside mudéjar de Galisteo, convertido en capilla del muro de la epístola de la iglesia de la Asunción tras su reedificación, nuevo templo que sin embargo supo conservar en cuanto a lo mudéjar no sólo esta porción del antiguo monumento, sino además el uso masivo del ladrillo en su portada actual, y bellos artesonados de clara influencia islámica en la techumbre de la iglesia.
La construcción del ábside mudéjar en Galisteo asegura bien una presencia de mudéjares en la zona, o una clara influencia de los mismos en los maestros del momento y del lugar, que construyeron la parroquia original siguiendo las trazas marcadas por los primeros. El uso masivo del ladrillo en su fábrica lo acerca además al mudéjar leonés, también conocido como "románico de ladrillo" por seguir la corriente artística del considerado primer estilo artístico plenamente europeo, el Románico, pero con el uso prácticamente exclusivo en su construcción y al estilo musulmán del ladrillo. Como ya apareciera en iglesias como la de San Tirso de Sahagún (León), el ábside galisteño presenta dos pisos superpuestos y compuestos por sendas series de arcos murales cegados (enlucidos tras la última restauración), arcos de medio punto doblados en el piso inferior, y muy ligeramente apuntados en el superior, indicando así la cercana presencia del nuevo estilo artístico que ya empezaba a imperar en Europa, y que bajo el nombre de Gótico eclipsaría al Románico hasta la total extinción de este último.
Ligeramente apuntado también se nos presenta un gran arco que difiere de los demás en el piso inferior y en el lado derecho del ábside, posiblemente antigua puerta de acceso al templo. Bajo este piso, y como base del monumento, aparece un zócalo de mampostería a base de cantos de río, siguiendo el estilo particular de la muralla de la población. Tres vanos que dan luz al interior del edificio se ubican en el piso superior, enmarcado a su vez el central por otro arco que rompe entre la serie de esa planta. Como remate del edificio, y rompiendo con la simetría de la estructura, una estrecha franja o friso de ladrillos en esquinilla se presenta como decoración del ábside. En su interior, y siguiendo las bases del Románico tradicional, un tramo recto abovedado con medio cañón, apuntado en este caso, termina en bóveda de cuarto de esfera bajo la cual, lugar del altar siglos atrás, se venera actualmente el sagrario del templo.
Cómo llegar:
Arriba: desde la Puerta de Santa María, al Este de la villa, se observa el ábside mudéjar galisteño así como el muro de la epístola de la iglesia de la Asunción, cuyo campanario se erige sobre el arco de acceso al municipio.
La villa de Galisteo, enclavada en la comarca cacereña de las Vegas del Alagón y regada por el río Jerte, se encuentra a camino entre las localidades de Plasencia y Coria, siendo un lugar de paso entre ambas y parada en la carretera regional EX-108, que une el municipio cauriense con la carretera nacional N-630, a la par que con la autovía A-66, poco antes de llegar a Plasencia, según subimos hacia el Norte desde la capital provincial.
Recomendando desde este blog dejar nuestro vehículo estacionado en alguna calle o rincón extramuro del pueblo, podremos encontrar el ábside mudéjar, así como la parroquia de la Asunción a la que pertenece, dentro del pueblo intramuros y junto a la Puerta de Santa María de la muralla medieval de la localidad, abierta en la cara noreste de la misma. La muralla galisteña puede ser recorrida íntegramente por su cara externa, e incluso son de acceso libre la mayoría de sus adarves. Un paseo circundando la misma nos llevará, antes o después, hasta el histórico rincón del municipio donde muralla y ábside conviven desde siglos atrás, a la par que nos permitirá disfrutar del casco histórico de Galisteo, cuyo conjunto fue declarado en 1.991 como Bien de Interés Cultural con la categoría de Conjunto Histórico (DOE nº 69, de 10 de septiembre de 1.991).
Muy buena entrada... Otro sitio más para añadir a la lista de sitios que visitar en la provincia de Cáceres... ¿Por cierto, qué otros ejemplos hay de mudéjar románico en Extremadura? ¿Harás una entrada sobre la muralla de Galisteo?
ResponderEliminarHola de nuevo Isaac! Muchas gracias por tu comentario. Me alegra mucho saber que te ha gustado la entrada, y sobre todo que haya servido para dar a conocer una muestra más de nuestro rico patrimonio, y que te animes a visitarlo! Sobre otros ejemplos de mudéjar románico en Extremadura, existen dos, en la provincia de Badajoz, catalogados como tal. Se trata de la iglesia de Santiago en Puebla de Alcocer, y la de Finibus Térrea, en Almandral. Lo malo es que, al contrario que en Galisteo, están muy desvirtuadas. No conozco ninguna de los dos en persona, pero ganas tengo, sobre todo de ir a la segunda, pues conserva además capiteles visigodos y un retablo en piedra policromado y con frescos. En Cáceres existen otros ejemplos, pero algo más reñidos en cuanto a su catalogación, pues están ya a camino entre el Románico y el Gótico. Serían la ermita del Salor, en Torrequemada, y la casa mudéjar de Cáceres, que es del siglo XIV (de ahí que no se la englobe ni en uno ni en otro estilo, siplemente mudéjar). También en Cáceres está la ermita del Espíritu Santo, parecida a la del Salor, pero estamos en lo mismo. Sobre la ermita del Salor espero publicar una entrada, quizás en la próxima tanda, porque no sólo merece la pena su arquitectura mudéjar, sino además sus frescos medievales. Y también en la próxima tanda seguramente escriba sobre la muralla de Galisteo, atribuida por muchos a los almohades.
ResponderEliminarUn saludo!