viernes, 24 de junio de 2011

Aljibe musulmán del castillo de Medellín


Arriba: datado en el siglo XII, el aljibe hispano-musulmán del castillo de Medellín conserva, junto a sus arcos túmidos y restos de almagre, el sabor de otra época donde lo belicoso se mezclaba con el exotismo de la cultura musulmana.

A pesar de ser uno de los municipios más antiguos de Extremadura, cuyo origen se remonta a la época romana republicana, fundada por el cónsul Quintus Caecilius Metellus, en cuyo honor recibiría su nombre, siempre estuvo eclipsada por la cercana y más joven Emérita Augusta. Incluso hoy en día la capital de su comarca, la cercana Don Benito, sigue ensombreciendo la importancia de este núcleo en la zona. Sin embargo, el nombre, la historia, los monumentos y hasta su más ilustre hijo conquistador del Imperio Azteca no dejarán de brillar por sí mismos. Hablamos de la villa pacense de Medellín.

Levantada sobre un cerro y su falda sur en la margen izquierda del río Guadiana, que riega el municipio, Medellín ha sabido recuperarse de los numerosos conflictos y guerras en que se ha visto engullida. A pesar de la desaparición por este motivo de algunos de sus monumentos, otros se siguen irguiendo majestuosos en lo alto de la colina que corona el pueblo, lugar donde antiguamente se emplazaba la población, al refugio de su castillo. Allí, un teatro romano del que se conocía la existencia pero no la importancia y vestigios arqueológicos conservados, recientemente restaurado, nos habla de la riqueza del patrimonio del municipio. Sin embargo su excavación ha eclipsado nuevamente otro hallazgo anterior y que tuvo lugar en la segunda mitad del siglo XX: el aljibe hispano-musulmán del castillo.



Arriba: junto a la Torre del Homenaje del castillo de Medellín, levantada en el flanco sur del mismo, el aljibe musulmán permanecía enterrado y cubierto de escombros, descubriéndose tras la restauración este magnífico ejemplo de arquitectura andalusí.
Abajo: vista general del exterior del aljibe musulmán de Medellín, donde podemos apreciar la superficie externa de sus bóvedas y los dos vanos que servían primitivamente para extraer las aguas allí almacenadas.




Durante la dominación árabe de Extremadura, Medellín se convierte en un punto estratégico de la región, gracias a su emplazamiento, localización y geografía del lugar, que la convertían en un punto de fácil defensa, y control del paso de la zona, camino entre Mérida y Córdoba. Así, tras la conquista musulmana del enclave en el siglo VIII, los mandos musulmanes deciden reconstruir la antigua fortaleza romana, donde hoy se ubica el castillo y en cuyas bases aún pueden observarse hoy en día presuntos sillares romanos. Alejada la población de la frontera que durante siglos mantuvieron los reinos cristianos del Norte con Al-Andalus, cuyos dominios alcanzaban sin problemas las vegas del río Tajo, Medellín vivió una etapa de prosperidad durante los primeros siglos de ocupación islámica. Algunos historiadores contemporáneos a aquella época nos hablan en sus escritos de un Medellín ampliamente poblado, como atestiguan Al-Bakrí, en el siglo X, o Al-Idrisi en el XII.

Con el paso de los siglos y como ocurriera en otras zonas de la región, así como de la Península Ibérica, tras la caída del Califato de Córdoba y la consolidación de los primeros reinos de taifas, el avance cristiano comenzó a fraguarse seriamente y a llegar a Extremadura, alternándose en muchos puntos la ocupación cristiana con la musulmana, en una etapa de conflictos y cambios de poder tanto dentro como fuera de los mismos reinos. Tras pertenecer al reino aftasí de Badajoz, y ser recuperada primero por los almoravides, y después por los almohades de manos de los cristianos del Norte, Medellín vivirá un último periodo de presencia musulmana hasta su reconquista definitiva en 1.234 por Fernando III el Santo, consolidando la ocupación que su padre, Alfonso IX de León, no pudo conservar en 1.229 tras dos años de reconquista, como sí lo hiciera por entonces con Cáceres y Badajoz.



Arriba: aspecto que presenta el acceso al interior del aljibe, posiblemente de fábrica posterior a su obra inicial islámica, con entrada en la cara oriental del mismo, donde también se abren sus vanos, defendida por un muro de adobe.
Abajo: imagen de la puerta de acceso al aljibe, vista desde el interior del mismo, con varios escalones enlosados que nos conducen a la nave sur del edificio.


Bien por los continuos conflictos que sufrió la villa en los siglos posteriores, o influenciado quizás por el odio hacia una religión considerada enemiga, tras la ocupación definitiva del enclave por el reino cristiano de Castilla todo vestigio del periodo andalusí en el municipio fue poco a poco borrado. La fortaleza musulmana sufrió una reforma continua que le llevaron a alcanzar el aspecto que hoy en día nos presenta este castillo, uno de los mejor conservados del medievo cristiano en Extremadura, con forma alargada y un cuerpo dividido en dos por un muro central rematado en cada lado por dos grandes torres, algo poco habitual en la arquitectura militar de la época. Sin embargo, y debido posiblemente a su innegable utilidad, se supieron conservar de la etapa andalusí una alberca y un aljibe de dos naves, éste último de incalculable valor histórico artístico, no sólo por la calidad de su fábrica, sino además por ser uno de los escasos ejemplos que hoy en día se mantienen en pie de aquella época no sólo en nuestra región, sino en toda España.



Arriba: abiertos junto a las bóvedas de ladrillo que cubren las dos naves del monumento, dos vanos para la extracción del agua acumulada se abren en la cara oriental, uno en cada una de ellas, detallado aquí el correspondiente a la nave norte.


Arriba: para la acumulación del agua en su interior, el aljibe musulmán de Medellín disponía de dos aberturas realizadas en sus bóvedas, una para cada una de sus naves, y opuestas la una de la otra.
Abajo: la abertura para la obtención de agua de la nave norte se abre justo encima del vano de mencionada nave, en la cara oriental del edificio, mientras que su igual de la nave sur, en la imagen superior, se encuentra en la esquina occidental de la bóveda.



El aljibe hispano-musulmán del castillo de Medellín está datado, según la mayoría de los estudiosos, a finales del siglo XII, por lo que supuestamente su fábrica se debe a manos almohades, que durante su presencia en estas tierras decidieron consolidar y reconstruir muchas de las fortificaciones y alcazabas existentes, como ya hicieran con las murallas de Cáceres o la alcazaba de Badajoz. En el caso metellinense, decidieron construir dentro de los muros de la fortaleza un aljibe clasificado dentro de los de dos naves, cuya función era fundamentalmente práctica y necesaria en un enclave de uso militar donde los asedios iban en aumento y la necesidad de disponer de agua era primordial.

El edificio, de planta rectangular, cuenta con 6,15 metros de largo por 4,50 metros de ancho, perpendicular al diseño rectangular actual del castillo y dentro del recinto oriental del mismo. Se compone de dos naves cubiertas cada una por bóveda de cañón realizadas con ladrillo, y separadas en su interior por una arquería basada en dos arcos túmidos (o de herradura apuntado), que descansan sobre dos pilares igualmente de ladrillo, en su unión con los flancos del aljibe, así como en una columna de sencillo capitel y amplio ábaco, colocada en el punto central del edificio y cuyo liso fuste de pieza pétrea única alcanza el suelo sin necesidad de basa alguna.



Arriba y abajo: vistas generales de los arcos túmidos que conforman la arquería interior del aljibe musulmán de Medellín, con el arco oriental visto desde la nave norte en la imagen superior, y su paralelo visto desde la nave sur bajo estas líneas.


Alrededor de los arcos, enmarcados por cada cara en un alfiz, se conserva aún el almagre rojizo o recubrimiento con que se trató primitivamente la construcción para su uso hidráulico, cubriendo el enlucido de las paredes, levantadas con ladrillo y mampostería. Tal arcilla cubría los poros del interior del monumento, protegiéndolo de la acción del agua embalsada, obtenida a través de dos aberturas superiores abiertas respectivamente en cada una de las bóvedas, opuestas la una de la otra y realizadas muy cerca de su unión con la pared. Posiblemente un antiguo sistema de acanalamientos recogía el agua de la fortaleza condiciéndola hasta esta zona, de donde pasaban al aljibe a través de sendos sumideros descritos. Posteriormente, para la extracción del agua, se haría uso de dos vanos abiertos respectivamente también bajo cada una de las bóvedas, en su flanco oriental, a considerable altura vistos desde el interior, pero probablemente a bajo nivel desde el exterior, si consideramos la posibilidad de que el aljibe estuviera primitivamente semienterrado en el interior de la antigua fortaleza musulmana, a mayor profundidad incluso de como lo vemos actualmente.

Hoy en día la visita a su interior es posible gracias a la existencia de una entrada protegida que nos conduce a la nave sur del edificio, permitiéndonos así adentrarnos no sólo en un monumento único en su estilo, sólo equiparable a los aljibes musulmanes de Trujillo o al del Palacio de las Veletas en Cáceres, sino además a un pasado lejano donde, a pesar de la dureza de los tiempos y los continuos enfrentamientos entre pueblos, se supo alcanzar la belleza y plasmar el exotismo de una cultura de origen distante, para uso de aquel entonces y herencia histórica y cultural que poder disfrutar en la actualidad.



Arriba: destacando en el interior del monumento, una columna pétrea sencilla sostiene parte de la arquería que divide en dos el edificio, coronada con sencillo capitel pero un grueso ábaco.
Abajo: detalle del interior del aljibe hispano-musulmán metellinense donde podemos apreciar el almagre rojizo que cubría como protección frente a la acción del agua embalsada las paredes del mismo, aumentando a la par la belleza y valor del mismo.



Cómo llegar:

La villa de Medellín, ubicada en plena comarca pacense de Vegas Altas, se encuentra comunicada con las capitales de mencionada demarcación, Don Benito y Villanueva de la Serena, a través de la carretera autonómica EX-206. Mencionada vía la une, además y en sentido opuesto, con Santa Amalia, localidad enclavada en plena carretera nacional N-430, que a nivel estatal une el Oeste y el Este del país, comunicando Badajoz con Játiva (Valencia). Cercana a ésta localidad, mencionada carretera nacional mantiene un acceso a la misma desde la Autovía del Suroeste, o A-5, que encontraremos nada más pasar junto al municipio de Torrefresneda, si nos dirigimos a Madrid partiendo de la capital autonómica.

Accediendo al pueblo desde Santa Amalia, y tras atravesar su histórico puente medieval, con el castillo bien presente a nuestra izquierda, un cartel nos indicará hacia esa mano la subida al denominado Parque Arqueológico, cuya entrada veremos poco más adelante junto a los restos de la antigua Puerta Coelli de la villa, a los pies del cerro que domina el municipio así como de la iglesia de San Martín, donde podremos dejar el vehículo para subir después andando la cuesta que nos lleva a la fortificación.

El castillo de Medellín mantiene una tarifa habitual y por persona de 2 euros como entrada. Los horarios para acceder al monumento varían según la época del año y día de la semana en que lo visitemos, por lo que recomendamos desde este blog ponerse previamente en contacto con el Ayuntamiento de la localidad antes de  viajar a la misma. El teléfono de contacto de la Oficina de Información Turística de Medellín es el 924822438.




Arriba: desde la orilla derecha del Guadiana podremos observar esta imagen general del castillo de Medellín, monumento de incalculable valor histórico por su herencia medieval que le permitió la declaración en 1.931 de Monumento Histórico-Artístico, publicada en La Gaceta de 04 de junio de mencionado año, actualmente Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento.

4 comentarios:

  1. ¡Muy chulo el aljibe! Y dices que se descubrió en la segunda mitad del s. XX, ¿en qué año más o menos? Qué suerte y qué bien que aun se sigan encontrando tesoros de este tipo... Qué pena que en la Alcazaba de Badajoz el aljibe fuese destruido... ¡A ver si encuentran un segundo! Jejejeje.

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  2. Hola Isaac! Qué bien como siempre encontrar comentarios tuyos y saber que has estado por aquí y que te han gustado las últimas entradas. Por desgracia no he logrado dar con la fecha exacta del descubrimiento del aljibe. Creo que fue entre los años 80 y 90, pero como no me gusta dar datos erróneos y no estaba seguro, preferí dar una fecha correcta aunque menos concreta. Ten por seguro que si logro hallar más información, os la haré llegar. Y a ver si pronto nos dan más noticias sobre nuevos descubrimientos en la alcazaba pacense. En el castillo de Trujillo se conservan dos aljibes. Seguramente en tan importante enclave hubiera más de uno, por lo que puede que nos llevemos una grata sorpresa algún día. Un saludo!

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  3. Muy interesante el post sobre este aljibe. Me recuerda mucho a uno que hay en mi pueblo.

    Yo soy de Montánchez y el castillo tiene varios (tres que yo conozca), aunque actualmente ninguno puede visitarse sin permiso que yo sepa.

    Uno de ellos se sigue utilizando desde hace muchos años como depósito de agua para abastecer el pueblo, trayendo el agua mediante bombas desde el pantano de Ayuela a varios kilómetros.

    Me encantaría volver a ver fotos de estos aljibes. Hace un montón de años cuando estaba estudiando en el instituto conseguimos permiso para grabarlos y fue toda una aventura, pero aquellas cintas se acabaron perdiendo :(

    Recuerdo especialmente el que ahora sirve de depósito con la columna central de mármol rosa o el que de niños llamábamos "la casa ensangrentá" (sí, un poco tétrico) por el color rojo de sus paredes.

    ¡Si algún día te animas a visitarlos y escribir sobre ellos creo que no te defraudarán!

    José Luis.

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  4. Hola de nuevo José Luis! Me alegra enormemente saber que te ha gustado la entrada. Muchas gracias por el comentario, y sobre todo por la información sobre los aljibes del castillo de Montánchez, de los que apena sabía que existían. Visité por primera vez el castillo el año pasado, y me gustó, pero efectivamente no se podía acceder a ninguna de las cisternas, ni tan siquiera a la zona central del monumento, cerrada por obras. Espero poder visitarlo de nuevo, tomar mejores fotos y publicar una entrada sobre el mismo, que merece la pena, y ojalá para entonces pueda pasar a esa parte acotada, o incluso a los aljibes. Ten por seguro que si lo lograra, las fotos en el blog no faltarían. Un saludo!

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